Asumiendo el reto

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Asumiendo el reto

Uno de los problemas graves que está padeciendo nuestra juventud es la falta de responsabilidad y sentido de pertenencia, por las cosas de Dios. Hoy hablaremos sobre: «Asumiendo el reto».

Tenemos hoy una juventud menos comprometida con la causa del Señor Jesucristo, ese es el problema número uno hoy en día en nuestras iglesias.

Debemos procurar que nuestra juventud se identifique de pies a cabeza con la predicación del evangelio.

Lo que pase hoy y mañana, depende de lo que hagamos, somos los protagonistas de que haya un avivamiento y es tiempo de tener las botas puestas.

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Dios les dio a los hijos de Israel la tierra prometida, en Egipto les habló de una tierra que fluía leche y miel, y esa tierra ya se la había dado a Abraham en herencia.

Hay algo de lo cual estamos seguros, y es de que Dios no miente, y Él le dio a Abraham esa tierra y a su descendencia.

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Les da la tierra y ellos se van a tomar posesión de ella y llegan a un sitio que se llama Cades Barnea, y allí Dios le dice a Moisés que elija doce hombres y los mande para que vayan y hagan un reconocimiento de la tierra para conocer sus fortalezas.

Cuando regresaron a dar sus informes, diez de ellos comenzaron a desalentar al pueblo diciendo, que era una tierra que estaba amurallada hasta el cielo, con hombres gigantes.

Una tierra que tragaba a sus moradores, y que ellos no podían, no se sentían con la capacidad de enfrentar a los moradores de esa tierra.

Dice la Biblia, que esto desanimó al pueblo, la gente comenzó a llorar, eso se convirtió en un problema, en un momento de confusión.

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Porque ellos se fijaron en sólo las dificultades que habían tales como, los gigantes, las murallas, entre otros.

Viene el caos, las palabras que desalientan, que desaniman, traumas, confusiones, y Cades se convierte como en un sitio de decisión, se vuelve un sitio importante porque allí había que tomar una decisión.

Estaban en la frontera, y había dos alternativas, o cruzaban la frontera o se quedaban definitivamente allí.

Es un momento donde había que tomar decisiones bastante serias, comienzan a decir, por qué no nos quedamos aquí en Cades mejor.

Aarón murió aquí, quien era el sacerdote que estaba en conexión entre Dios y el pueblo, pero Aarón había perdido el sacerdocio.

En Cades también muere María, la que tomo el pandero y danzó al otro lado del mar rojo, así que Cades se va convirtiendo como en un sitio bastante terrible para el pueblo.

Había que tomar una decisión, pero en medio del caos se levantan dos hombres y les dicen:

Señores qué está pasando con ustedes, no saben que el Dios que nos ha traído hasta aquí, es el que nos ha hecho fuertes.

Si Jehová se agrada de nosotros, esa gente es pan comido, no es para atrás, es hacia adelante que hay que marchar.

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Asumiendo el reto.

Lamentablemente este mundo está en crisis, pero la juventud de la iglesia y nuestros líderes, hemos decidido no participar de esa crisis.

Porque no pertenecemos a un líder que está en crisis, pertenecemos al gran rey, al gran vencedor, al victorioso.

Muchas veces nos quedamos en la frontera, no queremos continuar, y olvidamos que Dios nos salvó, nos sacó de la celda humana, del mundo perdido.

Nos metió en su reino, nos lavó con su sangre, perdonó nuestros pecados y nos ha llenado con la unción del Espíritu Santo.

La Biblia dice, que está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo, entonces, ¿Hay algo que temer?

Describimos a Cades como el sitio de los mediocres, de los flojos, de los cobardes, porque sabemos lo que pasó, toda la gente.

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Casi más de un millón de personas que salieron de la tierra de Egipto no pasaron de Cades, así que o nos quedemos en Cades.

Lastimosamente Moisés también se quedó en Cades, un líder muere con el pueblo, se hunde con el pueblo.

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Moisés se hundió con el pueblo, no se quedó allí por mediocre, Moisés era todo un líder.

Exactamente por tratar de sacar a su pueblo por delante, por eso pereció con ellos; pero el consejo es:

Atrevámonos a cruzar la frontera, no importa lo que haya al otro lado, atrévase a cruzar, porque si nos quedamos de este lado, ahí moriremos.

Hay una cantidad de ministerios que no salen a flote, no se les ve iniciativa, como que no se les ve ni para donde vienen, ni para donde van.

No podemos estar en esa situación, si Dios nos trajo a su Iglesia, es para que seamos victoriosos, para que seamos vencedores.

De manera que hay que cruzar la frontera, no importa lo que haya al otro lado, todavía hay mucho por hacer, aún quedan millones de persones por conocer y aceptar a Cristo como su salvador personal.

El trabajo está todavía a la mitad, hay que trabajar mientras el día dura, Dios nos dio este mundo para que lo evangelicemos.

Él dijo: “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda creatura”. Asumiendo el reto.

Pastor: Eimer Lucumi

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