De lo ordinario a lo extraordinario

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De lo ordinario a lo extraordinario

Nuestro Dios hace cosas extraordinarias, muchas veces solo nos falta creer para tener experiencias con él, y pasar de lo ordinario a lo extraordinario.

Es ordinario estar hoy donde estamos, es ordinaria nuestra vida cotidiana, el levantarnos y hacer lo que nos corresponde del día a día.

Ordinario visitar la iglesia varios días a la semana e ir a los servicios, pero es extraordinario lo que sucede en nuestras iglesias cuando el poder del Espíritu Santo cae.

Es extraordinario lo que Dios ha hecho y sigue haciendo en nuestras vidas.

Que el Señor Jesús nos vista con su poder, nos dé de su palabra para predicar a las almas perdidas, nos haya dado la salvación, todo eso es extraordinario.

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Con nosotros va un Dios que cambia de lo ordinario a lo extraordinario, los que estamos en él, ya lo hemos experimentado y sabemos que con nosotros va un Dios sobrenatural.

La Biblia relata la historia de Jairo y su hija enferma, “y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.” Marcos 5:23.

Esa niña no podía buscar al maestro, sus condiciones no la dejaban, estaba muy enferma, pero vemos en la historia que su padre se esforzó.

El padre buscó del maestro porque sabía que podría hacer algo extraordinario con la situación de su hija.

A pesar de las dificultades, vemos que en medio del camino una mujer con flujo de sangre se acerca a Jesús y él se detiene para atenderla.

Podemos percibir en el pasaje bíblico, que Jairo, el padre de la niña, está desesperado.

Debemos entender que aun en nuestra desesperación Dios tiene en control de todo, Jesús nunca llega tarde.

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Muchas veces viene la incredulidad a nuestras vidas, incluso podemos hasta perder la esperanza.

Pero aunque esos dardos del enemigo lleguen a tu mente y toquen la puerta de tu corazón, debes confiar que pasarás de lo ordinario a lo extraordinario.

Aunque muchas veces te digan como a Jairo: “Tu hija ha muerto; ¿para qué molestas más al Maestro?” Mateo 5:35.

Aunque te digan que no hay esperanza, que tu situación no tiene solución, que no debes pedir más a Dios por ese problema.

Así como Jesús le dijo a Jairo, hoy te dice también a ti: No temas, cree solamente.”

Cuando Jesús llega a la casa de la joven, ella ya no estaba agonizando, estaba muerta; muchas veces puede haber personas dentro de la iglesia que están muertos espiritualmente.

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Pero el Señor puede derramar de su santo poder, para resucitar la vida espiritual de quien lo necesite.

Jesús le dijo a la hija de Jairo: “Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate.” Y ella se levantó.

Porque el Dios que nosotros tenemos, pasa de lo ordinario a lo extraordinario, él hace cosas sobrenaturales.

Otro pasaje que encontramos en la Biblia es sobre el hijo de la viuda de Naín,

En ese pasaje vemos como había un joven muerto, pero ya no en la casa como la hija de Jairo, ya a este lo iban a enterrar.

Lo extraordinario sucede cuando Jesús se acerca y solamente toca el féretro y el joven se incorpora, Jesús se lo entrega a su madre vivo.

La Biblia nos habla también de Lázaro, otro caso de resurrección en la aldea de Betania.

Vemos como el cuerpo no estaba en la casa, como la hija de Jairo, ni tampoco lo iban a enterrar como el hijo de la viuda; el cadáver ya tenía cuatro días de muerto.

Pero como para Dios no hay nada imposible, él es capaz de restaurar una vida donde se encuentre, ya sea en la casa, en el camino o bajo la tierra.

Lázaro puede representar la vida de muchos que ya no tienen ninguna fuerza, esos que nadie cree que puede levantarse.

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Marta tenía fe para el pasado, ella le dijo a Jesús: “Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.” Juan 11:21.

Nuestro presente es hoy y hoy podemos ver la gloria de Dios cayendo y resucitando vidas espiritualmente muertas.

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A Dios nada le queda grande porque él es el más grande, él es extraordinario y sus obras son sobrenaturales.

Si queremos y nos disponemos pasaremos de lo ordinario a lo extraordinario porque quien hace la obra es él.

Por: Andrés Saldarriaga

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