Cómo debe ser el amor conyugal

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Cómo debe ser el amor conyugal

Siempre se ha pensado que la mujer solamente debe someterse, pero la Biblia habla generalmente para ambos, es decir, que el sometimiento es para los dos, en esto consiste el amor conyugal.

En el mundo, el hombre siempre tiene sometida a la mujer, tiene diversos negocios, viaja por todas partes y literalmente es libre.

Pero si la mujer llega a tener también diversos negocios o a viajar sin él, ya lo ven como una falta de respeto e incluso infidelidad.

Cuando la Biblia dice: “Someteos unos a otros en el temor de Dios”, es claro el mensaje.

Pero, ¿qué es someterse?

El sometimiento es subordinar la voluntad de uno al de otra persona, mi voluntad la someto a la otra persona, en este caso hablando del cónyugue.

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El deber del sometimiento es para ambos, yo debo someterme, ella debe someterse.

Cabe resaltar que el sometimiento es un mandamiento general para la pareja.

Sin embargo, luego se dirige a la esposa en particular, y dice: “Las casadas estén sujetas a sus maridos, como al Señor”.

Hay una condición muy buena de considerar, el sometimiento es: “Como al Señor” y puede surgir una pregunta ¿por qué como al Señor?

La respuesta es sencilla, porque el sometimiento que tiene la persona como cristiano hacia Dios, es un sometimiento voluntario.

Fijémonos que el llamado de Dios es un llamado amoroso, sin obligar a la persona; hay un texto que lo predicamos mucho, que dice que:

“El Señor está a las puertas y llama, si alguno oye su voz y abre la puerta, el Señor entra en esa persona”.

Quiere decir que el Señor no violenta la puerta él llama, él toca.

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La persona al oír la voz de Dios, se entrega a Dios, Dios lo recibe, lo acepta, le da algunos parámetros para la vida cristiana, pero todo lo tiene que hacer de su propia voluntad.

Entonces el Señor no obliga a los que le siguen, y tampoco a que se sometan a sus mandamientos.

El cristiano que somete su voluntad a la de Dios, recibe grandes dádivas por parte de él, ya que nos perdona tanta maldad, nos recibe, nos lava, nos limpia, nos justifica y nos santifica.

De tal manera que Dios se va encariñando con uno, y él no quiere que a sus hijos le hagan algo.

De acuerdo al tema que estamos desarrollando, el amor conyugal, el Señor dice que “Las casadas estén sujetas al marido, como al Señor”, entonces de ahí surgen unas preguntas.

¿Cómo es que nos trata Dios, y cómo es que nosotros nos sujetamos a Dios?

Dios no agarra algo para castigarnos, no nos da cachetadas, tampoco nos da puntapié, teniendo en cuenta que hay maridos que la mujer es como un balón.

También reina el maltrato psicológico, verbal e incluso la trata como a una cualquiera.

Fijémonos bien que nosotros nos sujetamos a Dios, y Dios no nos golpea, entonces ¿será que ese sí es un amor conyugal sano?

¿Cuándo hemos visto que el Señor le da un puntapié a un hijo de él? nunca, entonces, la palabra sujetar y sometimiento, quiere decir casi lo mismo, es decir, someterse a la voluntad de otro.

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En el matrimonio, la mujer se sujeta a su esposo, y ese sometimiento es pacíficamente, es voluntariamente, el hombre la enamora, le hace buenas ofertas, le abre su corazón y le propone grandes cosas.

Pero, ¿cuántas de esas cosas que se dicen, se cumplen?

Entonces la muchacha dice “claro, este es mi príncipe azul” aunque sea negrito.

Voluntariamente se somete ella a la voluntad de su esposo, pero ella está esperando algo que hace Cristo por la iglesia.

La iglesia está comparada como la esposa, Cristo es el esposo, Cristo como esposo es la cabeza.

La mujer se somete voluntariamente, pero ella se somete a cambio de algo, y es lo que hace el Señor con nosotros, con la iglesia.

El Señor dice en su palabra “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia”.

Entonces la cabeza de nosotros es Cristo, que es una cabeza excelente, sabia, inteligente.

Es una cabeza que su sabiduría es tan inmensa que no ha podido llegar al corazón de ninguna persona.

Ya hemos dicho que ese sometimiento de la iglesia a Cristo es algo amable, el día que no lo sentimos en nuestros corazones, estamos mal, deseamos que él nos toque.

Todo porque nosotros estamos acostumbrados a buscarle, escucharle y recibir buenos tratos, así debe ser el amor conyugal.

La Biblia habla del sometimiento de la esposa, pero a cambio de algo, el marido debe amar a su mujer, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella, es igual.

Nosotros como creyentes debemos pararnos a observar cómo Cristo nos trata, cómo me trata el Señor, si en la mañana cuando nos levantamos, estamos mal y lloramos a sus pies, nos consuela.

Entonces, la mujer se somete al hombre voluntariamente, y si no tiene las condiciones económicas para tener empleado.

La mujer en su sometimiento hace todo, y ese sometimiento a cambio de que el hombre la ame como Cristo amó a la iglesia.

¡Aprendamos a vivir el amor conyugal como debe ser!

Esperamos que estas cortas líneas aporten a tu vida cristiana. En la parte inferior dejaremos una enseñanza, que fue la base para este artículo.

Pastor: José Manuel Castro

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