El mundo al que Cristo nos mandó a predicar

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El mundo al que Cristo nos mandó a predicar

Nos corresponde ir a predicar a un mundo que se niega aceptar a Dios, hombres entregados a sus razonamientos. Hablaremos sobre el tema: » El mundo al que Cristo nos mandó a predicar.

Alejados de Dios y a su palabra, hombres que responden por medio de la ciencia, de la filosofía y de la psicología, e ignoran algo muy fundamental y es que sin Dios no se puede avanzar; a este es el mundo al que Cristo nos mando a predicar.

Sin una ley externa mas allá de este basurero en que vivimos, sin la revelación de Dios el hombre irá errabundo aceptando todas las alternativas.

Probando todos los caminos, esclavo de su libertad, defendiendo lo indefendible.

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Esa libertad absoluta que caracteriza al hombre a quien hay que llevarle el mensaje de Cristo, lo ha condenado a la incertidumbre por cientos de años.

Vivimos en un mundo tan perverso que ahora la biología no determina el sexo de las personas, sino una cultura y unos pocos, este mundo a venido avanzando, pero de mal en peor y vendrán cosas peores.

Pero a este mundo pervertido y corrompido, fue al que Cristo nos mando a predicar.

Hay que cruzar estas barreras que el hombre a construido a través de los años, porque Jesucristo dijo:

«Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo ultimo de la tierra».

El hombre actual no sabe de donde viene ni para donde va, para él no existe un comienzo y mucho menos un fin, pero para nosotros si existe un comienzo y un fin y ese fin está cerca.

Nosotros como iglesia debemos sacudirnos porque nos las pasamos todo el tiempo en bobadas y tanta gente perdiéndose allá fuera.

Hace muchísimos años un hombre pegó un grito de positivismo intentando acabar con las creencias hacia lo divino y aunque muchos de ustedes no lo crean.

Este fue el mundo al que Cristo nos mandó a predicar.

Frederick Nietzsche un pensador alemán que habló de la transmutación de todos los valores enfrentándose al cristianismo en su famosa frase.

Dios ha muerto, quería significar que la civilización tenía que dejar de sustentarse ideales.

Tenía que dejar de estar pensado para allá arriba y que había alguien allá.

Comenzó allí el camino hacia el súper hombre y súper vivencia del más fuerte y quería destruir lo absoluto y eterno, quería destruir la creencia en el más allá.

Esa creencia para él era lastres al desarrollo de la humanidad, para él debían desaparecer los débiles morales, los ineptos, los pusilánimes, como él mismo decía que no saben combatir en la vida.

Sobrevivían los más aptos de la raza de los súper hombres.

Y todavía la humanidad no cree en Dios, este fue el pensamiento que adoptó Adolfo Hitler.

Las masacres, las matanzas, la persecución, la guerra, la intención de eliminar a los disminuidos físicos y mentales, esta es la brutal consumación del siglo pasado.

Todo ese pensamiento se fue transmitiendo por las escuelas y las universidades y llegaron hasta nuestras aulas escolares más remotas de nuestro país.

Cuando el desastre llegó, Nietzsche tuvo la sagacidad de percibir la dimensión de la catástrofe que se produce por quitar a Dios su lugar.

Así que se comenzó a ver el impacto de dejar a Dios de un lado, la confusión y el desamparo comenzó a reinar en la humanidad y ahora se preguntaban ¿qué ocurre? ¿a dónde se ha ido Dios?

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Comenzaban a preguntarse y buscar a Dios.

Dios no se fue a ningún lugar, el hombre fue el único que lo sacó del escenario de la vida y mire lo que pasó, si el hombre sigue sacando a Dios de su vida no tendrá un feliz final.

El hombre quedó influenciado por la primera escuela, un ejemplo es Europa y los países que colonizaron, el hombre no cree en algo más allá que el mismo.

Este es el mundo actual al que Cristo nos mandó a predicar con todos estos pensamientos.

¿Cómo vamos a predicar? A un mundo que se niega aceptar a Dios, cómo vamos hacer si cerraron las puertas.

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El hombre asegura tener respuestas sólidas para su problemática, entregado a su razonamiento alejado de Dios y su palabra.

Ahora el hombre intenta responder por medio de la ciencia, por medio de la filosofía.

También por medio de la psicología busca responder sus interrogantes, ¿por qué el hombre olvida la historia?, sin Dios no se puede avanzar.

No puede olvidar la historia, este mensaje lo tiene que escuchar mucha gente, sin Dios no se puede avanzar.

Sin la revelación de Dios el mundo irá errabundo intentando todas las alternativas, probando todos los caminos, esclavo de su propia libertad, defendiendo lo indefendible.

Cuando los filósofos buscaban la verdad tratando de entender el universo, el origen del hombre y su fin, buscando la verdad y Jesucristo dijo “Yo soy”.

Los emperadores mandaban a que los embalsamaran para que su carne no se corrompiera y los encerraban en tumbas donde aire no entrara para ver si encontraban la medicina para resucitarlos.

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Esto lo hacían para asegurarse de que no se pudrirían en la tumba, porque a ellos les dolía que teniendo tanto poder sus fuerzas iban degradándose.

Esa libertad absoluta que caracteriza al hombre, a quien hay que llevarle el mensaje, el mensaje de Cristo, lo ha condenado a la incertidumbre.

Pero insiste obstinadamente con una terquedad asombrosa, le falta Dios.

Esta es la sociedad a la que nos toca predicarles, a esta es la sociedad que nos dijo “Id” y hay que ir, así nos tiren la puerta en la cara hay que ir, así veamos lenta la hora hay que ir.

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Cómo se pueden derribar muros que han sido construidos por cientos de años, hay que volver a los principios bíblicos, Jesucristo dijo:

“Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos”.

Los grandes filósofos humanistas han penetrado con su pensamiento en comunicadores sociales, quedaron bajo la influencia de los humanistas y transmitieron a nuestros pueblos.

También adaptaron nuestro lenguaje y nuestras ideas a sus ideales.

Este es el mundo actual al que Cristo nos mandó a predicar, los medios de difusión masiva no son vehículos del pensamiento cristiano.

Ahora el hombre no se declara ateo sino agnóstico, no puede llegar a saber si Dios existe o no.

Del Dios ha muerto se pasó al Dios no existe.

El hombre inicia su propio camino independizándose de Dios y elaborando sus propios caminos, su propio código.

La segunda guerra mundial tuvo un horror mayor que la primera guerra por su poder destructivo.

Como resultado de que el hombre puso a Dios a un lado, de ahí en adelante el hombre comenzó a preguntarse ¿esto para dónde irá?

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Así que nadie podía sentirse seguro en este mundo, pero es que nadie está seguro, nosotros estamos seguros porque estamos en Cristo.

Pero este mundo tiene una inseguridad absoluta.

Así que el hombre comienza a vivir a la intemperie, en este estado el hombre no posee principios ni valores absolutos, los valores son relativos.

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Por la tanto está abierto a cualquier posibilidad, todas las conductas son legítimas.

Ahora la biología no determina el sexo sino una cultura y vendrán cosas peores, la iglesia tiene que estar agarrada.

No somos una iglesia que discrimina, no somos una iglesia que ataca, cada quien que crea y piense, lo que quiere.

Pero esta iglesia ha sido enseñada con unos principios de la palabra de Dios que no van a cambiar.

Este mundo esta patas arriba “A lo malo le llaman bueno y a lo bueno le llaman malo”.

No importa que aprueben los parlamentos del mundo nosotros creemos que hay un Dios.

También que hay unos principios y los vamos a seguir predicado, la iglesia tiene que sacudirse, nos las pasamos arreglando problemas domésticos y la gente perdiéndose.

Pareciera que se nos estuviese olvidando que este es el mundo al que Cristo nos mandó a predicar.

Por: José Luis Argote

 

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