La duda

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La duda

La duda se corrige solo con un encuentro con Dios y si no lo corriges a tiempo, ese pecado de la incredulidad te va a sacar de la iglesia y vas a terminar perdiéndote.

Es una vacilación, es un momento de inseguridad, desconfianza y eso no es bueno para un cristiano.

Porque si el cristiano no corrige eso se convierte en un cristiano inconstante, de doble ánimo.

Y dice el apóstol Santiago, que este tipo de cristianos desea muchas cosas y nada alcanza, porque todo lo inicia y lo deja sin terminar.

Necesitamos la fe dentro del proceso de la salvación.

¿Qué es la fe?

La fe es una creación especial de Dios puesta al alcance del hombre para que este logre, primero agradar a Dios y luego alcanzar las promesas que él le da.

Antes que el hombre pecara la fe no existía, sino que el ser humano tenía una perfecta obediencia a su creador.

La fe viene como necesidad del hombre en su pecado al oír el evangelio y en ese proceso alcanza la fe:

“Porque la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios”

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

El primer enemigo de la fe es la duda.

¿El enemigo por qué ataca la fe del cristiano?

Porque la fe le es dada al cristiano, en primer lugar, para que alcance por medio de ella la salvación que es en Cristo.

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Y si logra el enemigo permear la fe del cristiano y hacerlo dudar, entonces la salvación se pone en riesgo.

Porque la salvación es por medio de la fe y todo en el Señor se consigue es por la fe.

En segundo lugar, la fe para el cristiano es la posibilidad de agradar a su Dios, “Porque sin fe es imposible agradar a Dios”.

Entonces, cuando usted hace las cosas obedientemente y conforme a lo que el Señor dice por la fe, usted agrada a Dios, pero el enemigo quiere buscar que usted desagrade a Dios.

“Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿con que Dios os ha dicho: no comáis de todo árbol del huerto?”.

En ese dialogo mal intencionado de la serpiente llevaba un veneno y era la duda, usted nunca espere al diablo con cacho y rabo, ese es el diablo corroncho.

El diablo moderno no es así y aparece con preguntas suaves que pareciera que no fuesen peligrosas.

¿Cuáles fueron las consecuencias de la duda?

Pecado contra Dios. Y eso nos pasó a nosotros, todos fuimos constituidos pecadores.

¿Qué intentó hacer satanás con el segundo Adán?

“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre”.

Allí se le presentó el mismo que se le presentó a Eva y empieza a lanzarle la duda.

“Y vino a él el tentador, y le dijo: si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: escrito está: no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

La duda se corrige es con la palabra. Con el Señor Jesús no tuvo éxito porque él es el autor de la fe, es la roca inconmovible de los siglos.

La persona que logra dejar que el enemigo le siembre la duda, puede estar frente al mismo Señor Jesús.

Que le esté predicando en persona, pero la duda no deja que la palabra le baje al corazón.

Y todo lo cuestiona, porque no tiene la capacidad de creer.

“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”.

Hay creyentes que viven secos, aburridos.

El creyente que le cree al Señor no cuestiona de dónde ni cómo, sencillamente le cree porque el Señor lo dijo.

Otra razón por la cual el enemigo trata de introducir la duda en la iglesia, es porque la duda detiene el crecimiento de la obra del Señor.

En el sentido de que muchas veces el predicador, pasa por momentos difíciles y aunque haya vivido experiencias especiales con el Señor, la duda lo va a visitar.

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A Juan el Bautista le atacó la duda:

“Y al oír Juan, en la cárcel, los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?”.

Si usted está en esa condición, Dios no reprochó a Juan, sino que dice la Biblia que en ese momento sanó una cantidad de enfermos.

La duda es el primer enemigo que viene tratando tu fe para que tú te desanimes.

Para que no camines en el Señor, para que dejes de caminar hacia tu salvador. Llega en el caminar del cristiano así sea un apóstol, un líder, un miembro de la junta.

Cuando el cristiano naufraga como Pedro, el único que lo puede sacar del naufragio es el autor de la fe, ahí no vale experiencia, ni cargo, porque esta lucha no es contra carne ni sangre.

Lo único que soluciona este problema de la duda es reconocer que tú no puedes salir solo de ella, reconocer sinceramente que dudaste.

“El que reconoce su pecado y se aparta, alcanza la misericordia de Dios”.

Después de la duda viene algo que se llama incredulidad, no es otra cosa sino la incapacidad de creer.

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Por eso es que muchos enfermos no reciben sanidad, porque no creen la palabra que el Señor declara, no creen la orden.

Dice el apóstol: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”, entonces creer en su palabra encierra algo tan maravilloso.

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El no creer puede llevarte a la perdición: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.

“Como está escrito: he aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; y el que creyere en él, no será avergonzado”

La incredulidad es tan fatal que detiene la manifestación de la obra del Señor.

Si no oye la palabra de Dios y no se corrige a tiempo, va a terminar perdiéndose.

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“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo”.

Cuando la incredulidad daña el corazón, el creyente termina apartándose, no oye, no obedece la palabra y espera un pretexto para irse.

Es que él se dejó dañar el corazón, el propósito del enemigo es apartarlo del Señor.

El incrédulo decide si cree o no cree, la incredulidad no la tolera, la reprocha.

El pecado de la incredulidad se corrige solo con un encuentro con el Señor Jesús, si no hay un encuentro personal y verdadero.

Ese pecado no se va a corregir y ese pecado te va a sacar del evangelio.

Por ende, vas a terminar perdiéndote, pero el Señor es tan bueno que nos habla a tiempo y antes de que las cosas sucedan. ¡Saca toda la duda que quiera atormentarte!

«Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios». Efesios 2:8.

Por: Libardo Figueroa

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