La integridad

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La integridad

La integridad tiene que ver con absolutamente todo nuestro ser, no es como creíamos antes, que solamente tenía que ver con quiénes somos nosotros o hacia dónde vamos o con las cosas que hacemos en público.

Esto quiere decir, que el concepto de la integridad cambió, y que, esto tiene que ver con cómo nos comportamos en público y en privado, cuando nos ven y cuando nadie nos ve.

Entonces hace referencia a todo lo que somos, tenemos y hacemos, en base a los criterios que hemos aprendido en su palabra.

La Biblia es el manual que nos brinda las pautas para comportarnos y para las decisiones tomamos.

La palabra del Señor nos enseña, que en la medida que nosotros empezamos a cambiar nuestra manera de pensar, del mismo modo cambiará la forma de obrar.

Y esto sucede porque empezamos a entender las cosas y a partir de allí el patrón conductual también cambiará.

Si usted va a una cita médica y el doctor se da cuenta que usted consume frituras, le dice que no coma más, porque aunque sea deliciosa, esa comida de paquete va alterar niveles de colesterol y se puede enfermar.

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Entonces, en la medida que tenemos el conocimiento cambiamos nuestra manera de obrar, aunque puede pasar también, que no entendamos de manera total el conocimiento, pero si las consecuencias, y por ello, lo evitamos.

Así mismo pasa en nuestra vida cristiana, es muy probable que tu pastor en algún momento te haya orientado.

Entonces vas a la Biblia y constatas lo que él te dijo, porque encontraste una respuesta.

Siempre vamos a buscar lo mejor para poder evitar el pecado, pero ahora, ¿Qué es el pecado?, la respuesta es, toda conducta, pensamiento que nos aleja de Dios.

Pero Dios a través de la Biblia nos ha dejado unos mandamientos, para evitar el pecado y los malos comportamientos que nos hacen estar lejos del Señor Jesús.

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Los mandamientos del Señor son transculturales y atraviesan el tiempo, no están inscritos a un espacio de tiempo o a determinada cultura.

En la medida en que nosotros comenzamos a descubrir que a Dios le agrada algo, nuestro comportamiento empieza a dirigirse a ello.

Porque nuestra meta debe ser agradarlo por encima de todo, aunque incluso, no entendamos.

Por ejemplo, si a Dios le agrada que yo me congregue, y no deje de hacerlo como algunos lo tienen por costumbre, aunque no entienda absolutamente todo, yo debo empezar a congregarme.

A partir de la obediencia y la búsqueda en agradar a Dios, vamos encontrándole valor y sentido a las cosas, porque nos trae bendiciones.

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La buena voluntad de Dios es agradable y es perfecta, pero si usted se va a parar en un escenario convencido de que el Señor lo puso allí, entonces verá el respaldo de Dios.

Si ustedes van a lo que el Señor les envió hacer, entonces la consecuencia traerá bendiciones que sobreabundan en tu vida.

Así que, donde el Señor no lo mande, yo le recomiendo que no se atreva, no meta la cabeza allí.

Dios promete bendecirnos en la medida que nosotros le obedezcamos, y nos vamos a dar cuenta de cosas que el Señor quiere que hagamos y dejemos de hacer algunas cosas.

Pero resulta, que vamos caminando y nos topamos con algo que no somos capaces, y entonces empieza la lucha, y nos empezamos a preguntar muchas cosas.

¿Señor, será que tu si estás conmigo? ¿Tu me abandonaste? Señor si tu me diste este talento ¿Por qué tanta debilidad?

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Dios tiene todo el poder para ayudarnos, pero nosotros debemos poner de nuestra parte.

No nos hagamos historias irreales en nuestra mente, usted tiene debilidades y yo también, nadie es perfecto.

La perfección no es integridad, pero lo que nos puede hacer diferente al que constantemente peca, es el dominio propio, nuestro músculo mental.

Cuando el Señor dice en su palabra «el que ande en el camino de la perfección, este me servirá’’.

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No quiere decir, que seas perfecto o que debas de serlo, Dios solamente busca fidelidad en sus hijos.

La palabra del Señor dice: «Mis ojos pondré sobre los fieles de la tierra’’, el fiel, no es perfecto.

Al fiel se entregó algo, se le confió algo muy valioso y especial, por lo cual, debe dar cuentas de lo que se le otorgó.

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Si el Señor te puso a tocar maracas, y tuviste una discusión con tu esposa antes del servicio, no es que seas un pecador.

En ese caso, lo que mas te conviene, es que arregles los problemas que tienes, para que puedas servir a Dios libremente, sin cargo en tu consciencia.

Pero si usted nota que tiene una debilidad, aun así, usted puede llegar a ser fiel, porque la fidelidad es lo que el Señor le mandó hacer, a pesar de usted mismo.

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De todas formas, es bien visto, y es responsable, que una persona que no se sienta bien o digno.

Porque consideró que pecó y no debe hacer las cosas que el Señor le envió hacer, de esa manera, es sensato.

Pero a veces nos cohibimos de lo que el Señor nos mandó hacer, solamente porque nos sentimos mal, y le damos más valor a lo que sentimos, que a lo que creemos.

Entonces que bueno, que reconozcamos nuestras faltas ante Dios y queramos ser mejores para él, viviendo así una vida santa y en completa integridad.

Que nuestro comportar sea una dulce melodía armónica que el Señor reciba desde los cielos.

Por: Juan Carlos Pérez

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