La resurrección de Jesús es la garantía para nosotros

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La resurrección de Jesús es la garantía para nosotros

Es evidente que la resurrección de Jesús se convierte en piedra angular del cristianismo. En otras palabras la resurrección de Jesús es la garantía para nosotros.

A lo largo de la historia ha habido personas quienes han estado interesados en mostrar que Jesús no resucitó, hasta dicen que tienen evidencias que éste no resucitó.

Sin embargo, el apóstol Pablo atacó la posición de aquellos que aun estando en la iglesia, pensaban y enseñaban que no había resurrección de los muertos.

Por tal razón el apóstol hace un planteamiento frente a un auditorio.

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La resurrección de Jesús es la garantía para nosotros.

Y empieza planteando un supuesto y sobre ese supuesto plantea su tesis, y dice «Si Cristo resucitó ¿cómo dicen algunos que no hay resurrección de los muertos?».

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Ahora Pablo hace el planteamiento «Si Cristo no resucitó, entonces los muertos no resucitan, vuestra fe es vana», es un panorama triste, de muerte, de desesperanza.

Pero qué alivio cuando la palabra de Dios dice «Más ahora, Cristo ha resucitado» y eso es la garantía para nosotros, es el respaldo más grande que tenemos, que nuestro Cristo haya resucitado.

La muerte que se apoderaba de todos los seres humanos, la muerte ante la cual todos guardaban silencio.

Recibió una sentencia «¡Oh muerte, Yo seré tu muerte, y seré tu destrucción, oh seol!».

La muerte sentenciada a muerte, pero sucedió algo extraordinario, algo maravilloso, fue que la vida se metió en el imperio de la muerte, por eso la Biblia dice «En él estaba la vida».

Jesús apareció para destruir la muerte, al imperio de la muerte le llegó su fin, porque Jesús es el autor de la vida y por eso hoy nosotros tenemos vida.

La vida sin Cristo es triste, no tiene sabor, no tiene esperanza, no tiene un horizonte, no tiene sentido.

Por eso lo más grande que le pueda suceder a alguien, es encontrarse con el dador de la vida.

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Jesús hace un planteamiento y dice «Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá».

Hoy en día se sigue a las personas porque tienen algún atractivo y muchos tienen un sin numero de seguidores en las redes sociales porque es cantante, porque es deportista, porque es el más bonito o porque es adinerado.

Pero Jesús no tenía seguidores por su apariencia física, de modo que lo vieron sin atractivo, fue despreciado entre los hombres y rescató a toda la humanidad.

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«¿De Nazaret puede salir algo bueno? ¿Ese no es el hijo del carpintero? Sí, es el hijo del carpintero, pero también es la vida».

Allí en la cruz del calvario, muchos quizás escondieron el rostro y no quisieron verlo allí, pero su muerte fue algo extraordinario, fue una victoria nunca antes vista.

Porque en una victoria el que vence es el que queda vivo, pero el que muere es el que pierde; Jesucristo invirtió el orden de las cosas.

Jesús fue tan despreciado, que su gente le apostó a Barrabas, un delincuente de la época; le colocaron una corona de espinas en son de burla.

Le pusieron un letrero burlesco «Este es el rey de los judíos» pero hoy nosotros lo coronamos de honra y de gloria.

Mientas ellos se burlaron de él, nosotros lo adoramos, lo exaltamos, lo glorificamos, porque no hay otro como él; cuando ellos lo injuriaban, nosotros hoy lo reconocemos como el rey de nuestras vidas.

Fue colgado en el madero, pero ya él había dicho «Yo me les levanto al tercer día, yo mismo pongo mi vida y la vuelvo a tomar».

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Lo colgaron, el sol no quiso mirar a su creador en tal situación, así que hubo tinieblas.

Cuando la sangre cayó en la tierra, la tierra se estremeció porque era su formador el que estaba allí derramando su sangre.

Allí estaba el Dios del cielo, el Dios de la gloria derramando todo, por amor a nosotros.

El velo del templo se rasgó de arriba abajo y los sepulcros se abrieron.

Custodiaron la tumba de Jesús, como nunca se ha visto custodiar la tumba de un muerto, se custodia una persona viva.

Pero como él es la vida, había dicho «Yo me levantó» y le pusieron la mejor guardia que había en ese entonces.

Todo lo que nuestro Dios promete lo cumple, nada queda por si acaso, al tercer día, se levantó de entre los muertos.

La muerte tuvo que soltarlo y la misma tumba tuvo que abrirse, porque salía a luz la vida.

Pastor: Anilio Moreno

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