Manual de homilética formación ministerial

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Manual de homilética

Los académicos glosan que la palabra homilética no se encuentra en algunos diccionarios de la lengua española, sino que es un término que implantaron los primeros misioneros en los seminarios establecidos por ellos mismos en América Latina. (Ese término lo introdujeron sin traducir). Hoy les traeré un manual de homilética.

Por su parte, en las enciclopedias que representan estas áreas, apostillan que en los manuales escritos por ingleses, sí se encuentra este vocablo, por ello, en el diccionario de Webster traduce el término que viene del griego “homiletikos”, que significa platicar, por tal motivo, la homilética es el “arte de predicar”.

En el libro «compendio para predicadores» especifica el doctor A. P. SYMES que la palabra “homilia”, tiene también en su raíz etimológica relación con la palabra homilética.

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Manual de homilética.

El diccionario etimológico por Joan Corominas, nos lleva hasta el año 1584 D.C. donde se empezó a utilizar el término «homilía», que significa originalmente “reunión o conversación familiar”.

Por otro lado un diccionario español define la palabra homilía como “plática” que se hace para explicar al pueblo la materia de religión. Por tal motivo, el presente estudio es muy importante para ampliar los conocimientos en cuanto a la homilética.

Esta investigación de carácter pedagógico ha sido realizada con el fin de acrecentar nuestros conocimientos como personas neófitas acerca de la predicación, de la homilía y de la enseñanza en público, la cual se ajusta en varias áreas respectivas tales como la homilética, la ética, la hermenéutica, la exégesis, la teología, la historia y la geografía que son las partes de las pláticas de la educación teológica.

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Tales fragmentaciones han sido enfocadas desde su perfil o punto de vista adecuado, las cuales, forman un cuerpo metódico apto para exponerlo frente al público.

En primera instancia la homilética es considerada como la ciencia que se encarga de regular el fluido del locutor hacia el interlocutor, es decir, es la que transmite el mensaje para satisfacer la necesidad apremiante del vocablo en el cual nos desenvolvemos en pleno medio.

En adición, la homilética se constituye en el vehículo transportador del mensaje al oído del receptor donde queremos llegar.

La homilía contiene las pautas metódicas y el material adecuado para formar las bases, la estructura y el cuerpo de sus discursos, tal como el famoso arquitecto que con una bodega de materiales construye un bello edificio.

De modo que la palabra homilética en su forma más breve y sencilla, se puede definir como «El arte de preparar y presentar un sermón».

Los eruditos opinan que la homilética es el arte que debe ser estudiado por todo predicador sincero del evangelio, puesto que apunta a todo aquello que le puede ayudar a dignificar su sermón y hermosearlo, de modo que fructifique para la honra y gloria del divino maestro.

El Dr. A. P. Symes, enseña que todo predicador es semejante a un arquitecto, que con un plano y un montón de materiales puede edificar un bello edificio útil para la humanidad.

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El cuerpo de la homilía

Manual de homilética, todo programa académico se ajusta a un pénsum, el cual se divide en áreas y éstas a su vez se subdividen en temas; y tales temas se fraccionan en varias series o partes divididas entre sí.

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Ahora bien, para que el predicador forme un mensaje debe leer un texto y de de esa misma lectura forme un mensaje; además, se escoge la escritura de varios libros uniéndolas cada una en su lugar, hasta formar un cuerpo que la homilía le llama sermón o enseñanza.

Manual de homilética

Divisiones del sermón

Cada exposición efectiva debe tener varias divisiones y sin ellas sería un cuerpo carente de cabeza, de tronco y de extremidades, es decir: sin cabeza, sin brazos o sin piernas. A continuación le asignamos la estructura pertinente de un mensaje:

  1. Tema principal
  2. Texto
  3. Introducción
  4. Temas secundarios
  5. Ilustraciones
  6. Aplicación
  7. Conclusión

1. Tema principal

Éste se refiere al asunto o enseñanza que vamos a desarrollar a través de un material que se ha seleccionado previamente y con anterioridad.

Es la enseñanza que pasa por todo el discurso desde el principio hasta el fin, sin salirse de su contexto, haciendo un desenlace de la enseñanza y a partir de éste hecho, tenemos como resultado un título el cual se denomina tema principal.

2. Texto

Es la lectura bíblica que se toma como base fundamental, en la cual se afirma el tema principal, además es el pasaje que refleja luz amplia, que se puede distinguir el objetivo del sermón sin dificultad.

3. Introducción

Este es el preámbulo o prólogo de todo asunto; ya sea conversación, discurso, homilía, la cual conviene ser agradable, interesante, breve y sometida al tema principal, además, debe ser el puente transitorio al primer tema secundario, que debe tener los siguientes parámetros.

  • Declarar a los oyentes el significado del tema.
  • Despertar el interés del auditorio.
  • Preparar los ánimos del mensaje.

4. Temas secundarios

También se le considera el cuerpo y sus divisiones, es decir, los temas secundarios son las diferentes partes del cuerpo del sermón. Es la parte principal del discurso o enseñanza y también es el camino que lleva al blanco, el objetivo deseado, el cual es el tema principal. (Los temas secundarios desarrollan o desenvuelven al tema principal).

5. Aplicación

Es valerse de una verdad o verdades durante el desarrollo del sermón, o sea en los temas secundarios, en los puntos, o en la conclusión. El predicador debe ir aplicando la verdad cuando vea la oportunidad.

6. Ilustración

Sirve para ilustrar a una verdad o una aplicación, la cual debe tener simetría o coherencia con lo que se venía diciendo; una ilustración bien afín, puede ser útil para que el oyente reciba una luz bien clara de comprensión de la verdad dicha, a demás, una ilustración es una historia, un incidente o hecho con que se puede enseñar una verdad espiritual. «Las ilustraciones se parecen a las ventanas de una casa» (Dr. A. P. SYMES).

7. Conclusión

Es un breve resumen de los que se dijo y por lo general debe ser corta y estar acorde con el desarrollo que se venía dando. Ésta se lleva a cabo para terminar el sermón.

Términos de la homilética

  • Tópico: Que guarda relación entre otras cosas, es relativo o determinado y se usa en los discursos porque guarda concordancia una cosa con otra.
  • Texto áureo: La expresión áureo, significa relativo al oro, texto de oro, punto central, algo de valor; ésta es denominada el texto rey, porque en la monarquía el rey dirige y domina todo. El texto áureo, es el texto central donde se afirma y tiene la base el sermón, puede ser uno o dos de los tantos versículos leídos en el párrafo o puede estar fuera de ellos. En síntesis el texto áureo tiene el dominio de todo el tema durante el discurso.
  • Simetría: Es la armonía adecuada de las partes de un todo entre sí y con el todo mismo, es decir, que tenga correspondencia lo indivisible con lo inherente. Es la armonía que guardan entre sí, todas las partes del sermón y que ayuda a darle belleza y gusto al mensaje.
  • Unidad: Todas las enseñanzas o mensajes deben ir unidas las partes unas con las otras, de tal manera que el texto, la introducción, los temas secundarios, los puntos, las ilustraciones y la conclusión enseñen lo que es, el tema principal del sermón.
  • Orden: Es la colocación y la distribución del material colectado, ocupando el lugar que le corresponde en las distintas partes del sermón.
  • Proporción: Es la debida conformidad o correspondencia que una parte del sermón tiene con el todo. El orador al usar un plano (ontológico) construye con su material una homilía que comparte ideas, reflexiones, enseñanzas a los asistentes.

Consejos homiléticos

Todo orador bíblico debe tener claro los siguientes puntos y tener presente este Manual de homilética

  • Bien definido el tema principal.
  • Definido los temas secundarios.
  • Clasificado los puntos.
  • Tener en cuenta que el texto principal sea acorde al tema principal. (Recuerde que el texto principal, es el texto áureo).
  • Bien claro que las escrituras citadas en los temas secundarios tengan simetría con el tema principal.
  • Las ilustraciones son anécdotas, historias de lo pasado y las del diario vivir, que se anexan a los temas secundarios para dar mayor luz al tema principal.
  • Debe tener reunido con anterioridad el material que se va a usar.
  • Tener a menudo las citas bíblicas bien organizadas.
  • Saber dónde aplicar las verdades y también las ilustraciones.
  • Debe escasear por completo la palabra “yo”, (ego).
  • Debe analizar el pasaje leído con su contexto. Cuando se habla del contexto, es analizar el texto anterior y el posterior.
  • Debe utilizar el léxico acorde al lugar y al personal oyente. No utilizar términos sofisticados que los visitantes tengan que dejar el culto para ser trasladados a buscar diccionarios.

Preparación académica

Una de las características que debe tener un pedagogo es la preparación hacia el conocimiento que va a proporcionar en el proceso de la enseñanza, para ello, es importante tener en cuenta que tanto el predicador o conferencista de la palabra de Dios, debe conocer y empaparse de la palabra de Dios como el ente principal de la plataforma ideológica a impartir.

Ahora bien, es menester recalcar que cada mensaje debe ser bien impartido para que éste cause efecto en el ser humano, basado en los textos principales de las sagradas escrituras y las doctrinas fundamentales, ésta se debe llevar a cabo de manera lúdica o didáctica, para conservar su contexto histórico y gramático.

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Consecuentemente es indispensable leer y estudiar la palabra de Dios para sí mismo, haciendo de ella una maestría como persona estudiosa de los libros sagrados; además, tal persona debe estar capacitada para hacer del contenido las interrogaciones, las interpretaciones, las observaciones, las aplicaciones requeridas del caso.

El individuo que expone la palabra de Dios debe disponerse con las siete áreas respectivas que demanda la homilía y una vez que conozca la Biblia, es indispensable que sepa cómo comunicarla, y es en este punto donde se cumple el propósito de la pedagogía evangelística, por ello, San Pedro glosa en su primera carta que:

“Debemos estar siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón”. 1 Pedro 3:15.

Cada predicador debe estar persuadido de dos entes opuestos:

  • San Pablo diserta lo siguiente: “nuestra competencia viene de Dios”. 2 Corintios 3:5-12, es decir, debe confiar en Dios como si todo dependiese de Él.
  • La persona que comunica el mensaje de Dios, debe prepararlo como si todo dependiese de su preparación, por tal motivo es importante que cada día nos preocupemos en mejorar nuestros conocimientos y que Dios los incorpore poco a poco a nuestro ministerio para tener muchos resultados para lo gloria de su nombre.

Recuerde que estamos hablando del tema «Manual de homilética»

El abecedario de la Homilética

A…, QUÉ…, CÓMO…, PARA…

La homilética es considerada como el arte de “preparar y presentar” el sermón con éxito, por ello, en el momento cuando alguien te extiende una invitación a exponer la palabra de Dios, principia a trabajar la homilética.

A… ¿A quién le voy a prediar? (Sujeto del aprendizaje)

A los jóvenes, a las damas, a personas no cristianas, reunión de novios, entre otros. De una vez sea informado a quien se le va a predicar, el predicador sigue a la segunda fase.

Qué… ¿Qué tema voy a predicar? (El contenido)

Esta pregunta nos hace acercarnos al altar y en oración le preguntamos al Señor ¿qué quiere que predique en este culto que me invitaron? El Señor nos responderá dándonos el tema, lo que Él quiere que prediquemos, ya sea arrepentimiento, amor, fe, llamamiento, sanidad, etc.

De una vez que el Señor nos suministre el tema, la homilética nos lleva al tercer punto, “que es la parte humana”.

Cómo… ¿Cómo les voy a predicar? (Forma o método)

Más adelante veremos los cinco sentidos de la enseñanza, que nos dará la forma y los métodos que podremos utilizar.

Para… ¿Para qué les voy a predicar?

¿Con qué finalidad? ¿con qué objetivo? ¿cuál es el propósito? ¿qué ando buscando? ¿qué blanco me propongo a buscar con este tema?.

Algunas respuestas: para que sean salvos, para que sean verdaderamente cristianos, para formarlos a la imagen de Dios, para que sean libres y tengan un futuro feliz, entre otros.

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Manual de homilética

Usando los sentidos en la enseñanza

¿”A” quién voy a enseñar? A los asistentes.
¿”Qué” voy a enseñar? Puede ser una doctrina.
¿”Cómo” voy a enseñar?
¿”Para” qué voy a enseñar? Para que tengan mayor y mejor conocimiento.

Uno de los umbrales de la metodología académica, es que «el maestro, debe considerar que el educando está dotado de sentidos, que se consideran las puertas por las cuales el conocimiento llega a la mente, y luego pasa al corazón»Eliseo Duarte.

Ahora bien, los órganos de los sentidos captan impresiones las cuales son transmitidas al cerebro y éste las convierte en sensaciones.

Por ejemplo, con la vista notamos lo que pasa a nuestro alrededor; con el gusto reconocemos los sabores; el olfato olemos lo que está en el entorno; el oído sentimos todos los sonidos y con el tacto reconocemos las cosas cuando las tocamos.

Todo lo que podamos ver, oír, sentir, tocar, oler o probar, puede convertirse en un mundo de imágenes para nuestra mente, y cada imagen representa una expresión verbal que personifica su significado oportuno, ya que el ser humano se relaciona con el mundo de la realidad por medio de los sentidos que poseemos y nos sirven para conocer y relacionarnos con nuestro entorno.

Si el predicador hace caso omiso en todas estas verdades, será un enseñador sin éxito; pero si él llegase a dominar el auditorio y hacer que el discipulado ponga en acción los cinco sentidos pertinentes.

La enseñanza penetrará por cada una de estas entradas y llegará muy pronto a su destino y se reflejará en el oyente la felicidad de la instrucción dada, como lo dijera el profeta Isaías 55:10-11. “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía….»

Hicimos una recopilación general de algunos consejos prácticos, que todo predicador debe tener en cuenta, y le colocamos la frase “Las bienaventuranzas el predicador” como sentido de humor a nuestra charla de hoy.

El predicador y los gestos 

En el medio en que vivimos todos usamos gestos al saludar, al despedirnos, cuando hablamos. Con un movimiento en las manos logramos expresar muchas cosas.

Muchas veces nos comunicamos a través de nuestro cuerpo y los movimientos que hacemos, la manera de mirar, la forma de pararse, movimiento de ojos, de manos, de cabeza, con todas estas pausas nos comunicamos y queremos expresar algo.

El predicador le sería bueno usar los gestos que sirvan para ilustrar y darle vida al mensaje, ya que los oyentes desean ver acción en el predicador, evitando ser una estatua inmóvil que sólo habla, eso no interesa mucho al oyente.

Los gestos se usan para dar énfasis a ciertas palabras y pensamientos. Por ejemplo: El puño cerrado indica énfasis de violencia, el dedo apuntador indica acusación o advertencia, los brazos extendidos indican apelación e invitación.

Cuando se vayan a usar los gestos deben ser naturales, claros y sencillos, no repetitivos.

Es importante que todo predicador aprendiz conozca el Manual de homilética y lo tenga en cuenta al momento de exponer sus sermones.

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Algunos ademanes que distraen

Hay ademanes que algunos predicadores tienen los cuales distraen al público, hasta el punto que no pueden prestarle atención a la conferencia, sino en su apariencia extraña, entre los cuales miramos algunas:

  • Fisonomía facial: Poner la cara horrible, como fruncir la frente demasiado, movimientos de la nariz, muecas, expresiones raras del léxico.
  • Nerviosismo: Frotándose las manos, moviéndose constantemente, nervioso en su manera de hablar y en otros movimientos.
  • Gestos: Movimientos extraños o maneras de pararse, como ser frotándose la nariz, manos en los bolsillos, arreglándose la corbata o el cabello continuamente, balanceándose sobre los tacones, quitar y ponerse los lentes a cada momento, mirar su reloj de continuo, entre otros.
  • Al apoyarse perezosamente sobre el púlpito, en la mesa con los codos o con los brazos como si se fuera a caer, ignorando que está en el púlpito.
  • El estar mal vestido: El traje descosido, la corbata mal puesta, un botón que esté por caerse, la bota o manga subida, el cuello de la camisa levantado.

Todas estas cosas distraen mucho al público oyente y quitan fuerza y efectividad a la enseñanza.

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El vocabulario del predicador

El vocabulario que usa el predicador debe ser sencillo y directo.

No debemos confundir los pensamientos de los oyentes usando palabras desconocidas de otros léxicos para impresionar que sabe mucho.

Como comentó en cierta ocasión una anciana al salir de un templo, “debería traer mi diccionario en vez de mi Biblia, porque el predicador solo usa palabras difíciles”.

El buen predicador usa el lenguaje adecuado hacia los asistentes, para que capten el mensaje divino de Dios sin problemas.

Si necesita usar palabras técnicas y sofisticadas, deberá “explicarla”, pero es posible perder la razón de ser del mensaje, porque se tomará su lugar.

El tono de voz del predicador

En el Antiguo Testamento tenemos el ejemplo del escriba Esdras, quien usó un púlpito de madera para poder dirigirse mejor a la multitud de personas al leer la ley al pueblo. Nehemías 8:4.

En el versículo 8 dice. “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente y ponían el sentido de modo que entendían la lectura”.

Algunas personas tienen el mal hábito de hablar entre los dientes o con la boca medio cerrada, como resultado lo que dicen no es claro, por consiguiente las personas oyentes no pueden entender bien lo que se dice.

El volumen debe ser controlado según el tamaño del auditorio (si se usa micrófono), asegúrese que los que están adelante no queden sordos por mucho volumen, ni los que quedan en la parte de atrás no oigan porque está muy bajo el volumen, todos merecen oír bien.

La pronunciación debe ser clara para que cada consonante y cada vocal se oiga. Si la palabra de Dios tiene importancia debe ser entregada con claridad.

Si el predicador tiene problemas en esta área, sería bueno que practique en un servicio de prueba, leyendo la palabra de Dios en voz alta y dejar que otras personas le den recomendaciones.

Además de claridad debe haber una inflexión agradable de la voz, que no sea la voz chillona ni monótona.

La calidad de la voz debe variar según el contenido emocional del mensaje, porque la calidad de la voz puede indicar solemnidad, tristeza, compasión, etc.

La voz deberá tener también una velocidad adecuada, la cual varía según el tema. Cuando se habla rápidamente indica suspenso y entusiasmo. La velocidad lenta indica tristeza, solemnidad o énfasis.

No se deberá hablar tan rápidamente, que los oyentes no capten los pensamientos, ni tan despacio que se fastidian y se distraen.

Se debe hablar en una forma natural, de tipo conversacional, con inflexiones naturales y no artificiales. La oratoria formal y artificial no apela a las congregaciones de hoy.

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Conclusión del manual de homilética

Manual de homilética, todo predicador debe tener un conocimiento bien definido de lo que piensa compartir con el auditorio; es decir, debe apropiarse del tema para luego compartirlo y buscar la mejor manera que su discurso sea agradable, claro, conciso y preciso para que la predicación y la enseñanza tenga su aplicabilidad en el oyente.

Por otro lado, es necesario que tanto el locutor como los interlocutores pongan a funcionar los cinco sentidos, para que el mensaje sea captado en un 90% o más.

Pero ante todo, lo más importante es que el predicador lleve una vida consagrada, buscando siempre la presencia de Dios en ayuno, oración, lectura de la Biblia, pláticas con otros ministros capacitados, libros cristianos, de superación personal, de sociología, entre otros.

Siendo así, tendrá éxito en los sermones, ya que van ungidos del Poder de lo alto y adornados por el léxico cultivado; de tal manera que suple la necesidad en el oyente, además, presentando sus conocimientos como un vehículo transportador de las verdades eternas hacia la mente del interlocutor.

Esperamos que este Manual de homilética lo tengas en cuenta al momento de enseñar la palabra, y que se de ayuda para tu crecimiento ministerial.

Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Anthony Shalom

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