Mi vida en las manos de Dios

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Mi vida en las manos de Dios

Cuando mi vida en las manos de Dios está, él obra de una manera extraordinaria. De generación en generación, Dios ha venido enseñándonos que el mayor tesoro de la vida es amarle y servirle a él.

Hay quienes se han levantado y proclamado la palabra de Dios, pero también ha habido generaciones perversas, que no conocieron a Jehová ni sus obras.

El mundo de hoy, necesita jóvenes que se resuelvan a buscar a Dios y dar a conocer sus obras.

Por muy difícil que sean los tiempo, Dios siempre ha encontrado quien atienda su llamado.

En tiempo en que la palabra de Dios escaseaba y no había visión con frecuencia, Dios levantó profeta, tan grade fue éste, que ninguna de sus palabras cayeron a tierra.

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En tiempo de guerra y cobardía del pueblo, Dios levantó un caudillo valiente, que no hizo caso a las amenazas del enemigo, es recordado como el mejor rey de Israel.

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En tiempo de aflicción Dios encontró jóvenes que le obedecieron, estos fueron hallados diez veces mejor que todos los demás, eran diferentes y distintos porque amaban a Dios.

Pero cuando llegó el momento de la dificultad no negaron su fe; ellos pasarán a la historia como héroes de la fe.

En tiempos de nuestro Señor, en los inicios del evangelio, Dios se provee de hombres humildes, pero que atendieron su llamado, tal fue su convicción que lo dieron todo y fueron fieles hasta la muerte.

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Luego del conformismo y oscuridad espiritual, Dios usó hombres como Charles Fox, William Seymour, Evan Roberts, quienes lideraron grandes avivamientos, avivamientos de tal trascendencias, que quienes fueron testigos de ellos, no anhelaban otra cosa más, que la presencia de Dios, dando inicio así, al movimiento pentecostal de nuestra era.

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En muchos lugares se cerraban billares, teatros, cines, lugares sociales, lugares de encuentros deportivos, porque la gente no quería otra cosa, que no fuera escuchar el poderoso mensaje de la palabra de Dios.

¿Qué hay de eso hoy?

La respuesta es: Poco, ya que se levantaron generaciones que no les importaba tener el fuego de Dios.

Siempre recordaremos hombres como: A. Verner Larsen, Bill Drost, quienes nos trajeron el evangelio de salvación. Y nuestros hermanos: Domingo Zuñiga, Alvaro Torres, Reinel Galvis y otros que han dado todo en su vida por amor a la obra de Jesús.

Mucho de ellos, hoy no están, el tiempo ha pasado y ésta hermosa obra ¿Quién la seguirá?

Joven, ven, pon tu vida en las manos del Señor, que en tu corazón siempre esté la frase «Mi vida en las manos de Dios»

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