Por tanto id y predicad, fue la orden

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Por tanto id y predicad, fue la orden

Por tanto id y predicad, es una orden nada menos y nada menos que del Señor Jesucristo el autor y el actor de la salvación.

La orden «Id» es porque hay un mensaje que proclamarle a la humanidad, algo que la gente no sabe y que necesitan oír para entender y creer en esta salvación, pero el mensaje es resultado de un hecho.

La palabra “evangelio” significa “buena noticia” las noticias siempre son anuncios de hechos, si los hechos son malos.

Las noticias son malas y producen tristeza, dolor, lágrimas y si los hechos son buenos producen alegría, gozo y bendición.

Entonces el mensaje del evangelio que Jesús mandó a predicar, es la proclama del acontecimiento más grande y más transcendental que ha sucedido en toda la historia humana.

Ese hecho fue ordenado antes de la fundación del mundo, fue prometido en el comienzo del mundo.

Fue legislado a lo largo de la historia, el mismo que había planeado, ordenado, prometido y que legisló la salvación, vino a protagonizarla hace dos mil años.

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Por eso una vez que la salvación fue hecha y el Señor resucitó de entre los muertos, su orden fue.

“Id y predicad este evangelio a toda criatura en todo el mundo y el que creyere y fuere bautizado será salvo”.

Jesús se acercó a los discípulos y les dijo; toda potestad me es dada, «Por tanto, Id y predicad evangelio a toda criatura”.

Entonces para que esto siga sucediendo tenemos que realizar el “Por tanto”.

¿Por qué se dio esta orden? ¿Por qué se dio esta proclama? Sencillamente, cuando el hombre cayó, Dios no lo dejó a su suerte, Dios había previsto y provisto un redentor.

Un salvador para que el hombre que es imagen y gloria de Dios, aunque caído, tuviera una esperanza de salvación.

Hoy tenemos que irnos al calvario porque allí es donde se hizo la salvación.

Hay una diferencia muy grande entre el mensaje que produce frutos de salvación y el mensaje que produce solamente lo que la gente quiere tener en esta vida.

La Biblia nos habla del evangelio del reino de Dios y también nos habla del evangelio de la gracia de Dios.

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El evangelio del reino de Dios

Es el que predicó Juan el Bautista “Yo soy la voz que clama en el desierto, como está escrito en Isaías, arrepentíos y convertíos porque el reino de Dios se ha acercado, todo lo alto se baje, todo lo áspero se allane, todo lo torcido se enderece, porque tras mi viene el que era primero que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias, el los bautizara con el Espíritu Santo y fuego”.

El mensaje de Juan el Bautista era anunciar que el rey venía y el profeta Isaías había profetizado que cuando él viniera los mudos hablarían.

Los sordos oirían, los ciegos verían, los cojos andarían, a los pobres sería predicado el evangelio y la libertad a los cautivos.

Juan anunció que eso venia… «Y luego que Juan fue encarcelado Jesús vino a Galilea y les dijo: mi tiempo se ha cumplido, el reino de Dios se ha acercado, arrepentíos y creed en el evangelio”. San Marcos 1:14.

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Ya el rey estaba ahí, ya había llegado porque no hay reino sin rey, reino es una nación, un pueblo gobernado por un rey.

Ya el rey llegó y comenzó a predicar el evangelio del reino y a él le preguntaron: ¿El reino de Dios vendrá con advertencia?

Y él le respondió; el reino de Dios no vendrá con advertencia porque el reino de Dios entre vosotros está.

Él no solo predicó, sino que escogió a doce y les dio potestad sobre las serpientes, los escorpiones y los espíritus malos.

Los mandó a predicar y después mandó a otros 70 con la misma comisión, pero esa comisión estaba limitada a las fronteras de Israel y no solo las fronteras de Israel.

Sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel, porque en Israel había muchos gentiles; Galilea era llamada “Galilea de los gentiles”.

La comisión era: “Id a las ovejas perdidas de la casa de Israel y decidles el reino de Dios ha llegado a vosotros, no vayáis por el camino de los gentiles, ni entréis en la casa de los samaritanos, sino id a las ovejas perdidas y decidles el reino de Dios ha llegado a vosotros; sanad los enfermos, resucitad los muertos, echad fuera demonios, limpiad leprosos pero la palabra salvación no estaba ahí porque la salvación no se había hecho, la salvación se hizo en la cruz” ese es el evangelio del reino.

Los discípulos volvieron gozosos, de que los demonios se sujetaban en su nombre pero Jesús les dijo:

No se gocen de eso muchachos, “Gozaos de que vuestro nombres están escritos en el libro de la vida”.

Pero la parte “Id y predicad” fue dicha 40 días después que el Señor resucitó de los muertos, por eso hay que mirar el siguiente orden.

  1. La salvación
  2. Los enfermos sanos
  3. Los demonios sacados
  4. Luego todo

En la primera comisión era «Id y echad fuera demonios, sanad enfermos, limpiad leprosos y resucitad los muertos».

Pero ahora es “Id y predicad el evangelio a toda criatura y el que creyere el evangelio y fuere bautizado será salvo y estas señales le acontecerán, les sucederán, les seguirán al que cree este evangelio”.

Recibirán el Espíritu Santo hablando en otras lenguas, si te dieren cosa mortífera para matarte (porque no te quieren), no te hará daño.

Eso ha sucedido en muchas partes, si tienes que ir al campo y se le enreda una culebra en la mano, no te hará daño y sobre los enfermos pondrán sus manos y sanarán.

O sea que el Señor puso la salvación primero y es en esto que tenemos que diferenciar el mensaje que salva y el mensaje que muchos oyen pero no pasa nada.

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Por esto se llama “La gran comisión”, porque hubo una comisión anterior que fue una comisión nacional y limitada a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Pero ésta es una comisión universal, a todas las naciones, a toda criatura en todo el mundo y lo más importante es su contenido.

Durante el ministerio público, el Señor dijo:

  • Yo he venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.
  • El hijo del hombre no vino a ser servido, sino a dar su vida en rescate por vosotros.
  • Yo soy el buen pastor y el buen pastor su vida da por las ovejas.

Todas sus parábolas estaban dirigidas a ese hecho, de que él vino a salvar porque el mundo era provincia perdida en el concierto del universo.

Desde que el Señor puso los astros en sus órbitas, ahí han estado funcionando perfectamente a los largo de milenios, la mar está en su cuenca porque el Señor le dijo; «Hasta aquí llegarás y no pasarás».

Pero el hombre fue el único que levantó el puño para decir: yo voy hacer mi voluntad y esto se volvió una provincia perdida.

El hombre que Dios había creado a su imagen, que lo puso como príncipe de su creación le dijo:

«Señorea sobre los animales del campo, los peces del mar, las aves del cielo».

Adán no era un cavernícola como algunos lo pintan, era un hombre a la imagen de Dios.

Además dice la Biblia que él era la figura o el retrato del que había de venir, o sea que Adán era como Jesucristo en los días de su carne.

El salmista David en el Salmo 8 admirado dice; «Oh, Señor nuestro, cuán grande es tu nombre en toda la tierra, que has puesto tu gloria sobre los cielos, que de la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza y fundaste la fortaleza a causa del enemigo y del vengativo, que hiciste al hombre un poco menor que los ángeles pero lo coronaste de gloria y de honra, poniéndolo sobre las obra de sus manos, nada dejaste, ovejas, bueyes todo lo que anda por los senderos de la tierra y de la mar, todo lo pusiste bajo su mano».

O sea que Adán era un príncipe de Dios sobre la creación, pero él oyó una voz extraña, la voz del diablo, del enemigo de Dios y por oír esa voz, cayó de su principado y se volvió una presa y un botín del que lo venció.

La palabra de Dios dice en Romanos 6, que uno es esclavo de quien obedece y al Adán haber obedecido eso, cayó de ese principado y se sentó en el principado del mundo, (Satanás).

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Pero con todo eso el Señor, cuando maldice la serpiente deja salir de su boca su primera promesa diciendo:

«Por cuando esto hiciste maldita serán entre todos los animales del campo, sobre tu pecho andarás y polvo comerás y enemistad pobre en tu simiente y la simiente de la mujer y la simiente de la mujer te herirá la cabeza y tú le herirás el calcañar», esa la primera promesa de salvación. Génesis 3:15.

Esa promesa después fue ratificada a Abraham “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra”.

Y posteriormente fue dada también a Judá uno de los hijos de Jacob cuando su padre los bendecía dijo:

«No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Silo; y los pueblos se congregaran a él».

Silo es el descanso, el reposo, aquel que vino y nos dijo:

“Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados que yo os haré descansar”.

Entonces esa promesa siguió siendo ratificada a lo largo de los siglos y en los días del profeta Isaías.

600 o 700 años antes del pesebre, el profeta se preguntó ¿Será libertado el cautivo de un tirano? ¿Será arrebatada la presa al valiente?

Y el Señor le respondió:

«Cierto, el cautivo será libertado del tirano y la presa será arrebatada al valiente y tu pleito yo lo pleitearé y yo os salvaré a tus hijos».

Y 600 o más años más tarde, nace en Belén de Judea el Silo que se le dijo a Judá, él nos dio descanso, él quebró el yugo que había sobre nosotros.

Él rompió las cadenas, él abrió las puertas de la cárcel y nos trajo a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Cuando Jesús crecía en estatura, en sabiduría y en gracia delante de Dios y de los hombres.

A los 30 años fue bautizado y fue tentado por el diablo, pero después de esto regresó a Nazaret donde se había criado.

Entró en la sinagoga conforme a su costumbre, se levantó a leer y se leyó el libro del profeta Isaías y halló el lugar donde estaba escrito:

“El Espíritu del Señor está sobre mí que me ha ungido, me ha enviado a dar buenas nuevas a los pobres, a liberar a los cautivos, a sanar los quebrantados de corazón, a abrir los ojos de los ciegos, a predicar el año agradable del Señor, el año de la buena voluntad de Dios para con el hombre”.

Enrollando el libro lo dio al ministro y se sentó, y los ojos de todos estaban fijos en él y dijo; «Hoy se ha cumplido ésta escritura delante de vosotros».

Allí fue donde Dios envió a su hijo, allí fue donde él comenzó su ministerio público.

Durante 3 años estuvo predicando el evangelio del reino.

Sanando todo achaque en el pueblo y todos los que vinieron a él, encontraron lo que la escritura había prometido.

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Pero ahí no termina, Juan 12:31 Jesús dijo; «Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será echado fuera, destronado, derribado, vencido y yo si fuere levantado de la tierra a todos atraeré a mí mismo» y esto dijo dando a entender su muerte.

O sea que allí en el calvario es donde Jesucristo derrotó de una vez y para siempre al diablo y lo destronó del principado de este mundo, es algo que tiene que tener claro todo cristiano.

Ciertamente él fue el príncipe de este mundo desde el Edén hasta el calvario.

Pero del calvario para acá es un príncipe caído, destronado, derrotado, vencido y por lo mismo usted no tiene que tener temor del enemigo.

Sino por el contrario la Biblia dice “Resistid al diablo en la fe y de vosotros huirá” porque ya no tiene ninguna autoridad.

Jesús en el calvario lo despojó de toda autoridad y dominio, ahora él tiene todo el derecho, el principado, la potestad, por eso cuando subió al cielo se cumplió el Salmo 24.

“Alzad os puertas eternas y entrará el rey de gloria, ¿quien es este rey de gloria?, Jehová de los ejércitos, él es el rey de la gloria”.

Por eso del calvario para acá, hay millones que hemos recibido la libertad, hay millones que hemos recibido el bautismo del Espíritu Santo.

Hay millones que hemos visto las maravillas de Jesucristo.

Porque sencillamente allí en el calvario y en la resurrección, él logró rescatar la provincia perdida.

Ahora es que la provincia es suya, nos mandó a «Ir por todo el mundo», por todas las naciones sin temores.

Porque hay uno que ganó con su muerte la provincia perdida y resucitó para nunca más morir y vive eternamente para salvar a todos los que le invocan.

Entonces este es “El evangelio de la gracia” la gracia es el gesto o la manifestación de Dios para salvar al hombre.

No confunda la gracia con la misericordia, la misericordia de Dios es para todos, Dios da mantenimiento a toda carne porque para siempre es su misericordia.

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La Biblia dice; «De la misericordia de Jehová está llena la tierra».

Hay gente que no ve sino el pecado y el diablo por todas partes pero de su misericordia está llena la tierra.

La salvación es otra cosa mucho más grande.

La gracia es que Dios se acerca al hombre, se le cruza en el camino para salvarlo, para tratar con él personalmente.

Él no solamente vino a multiplicar panes y sanar enfermos, vino a dar su vida por su pueblo, por su iglesia y ese es el evangelio de la iglesia.

  • El evangelio del reino: Es que el rey vino.
  • El evangelio de la gracia: Es que el rey murió por los pecadores para salvarlos.

Por eso el sol se eclipso, porque allí estaba el sol de justicia, que estaba derramando su vida y su vida era la luz de los hombres, esto es lo único que conmoverá al hombre para volver a Dios.

Aquel día las piedras se rompieron, el sepulcro que había ensanchado su boca para tragar a todos a causa del pecado.

Ese sepulcro tuvo que vomitar los muertos y el hombre más rudo, el centurión cuando vio todo esto tuvo que decir:

«Verdaderamente éste es el hijo de Dios, verdaderamente este hombre era justo».

Usted no puede recibir el Espíritu Santo sin primero estar frente al calvario, no hay pentecostés sin pascua, no hay bautismo del Espíritu Santo sin calvario.

“Bienaventurado aquel cuyas iniquidades son perdonadas y cubiertos sus pecados”.

El perdón de Dios en el antiguo testamento se basaba en que la sangre de los animales cubría el propiciatorio y debajo del propiciatorio estaba la ley quebrantada.

Entonces Dios perdonaba en base a que el pecado estaba cubierto, pero no quitado.

Sin la muerte del testador el testamento es invalido, era necesario que él quitara las transgresiones que habían bajo el primer pacto.

Por eso el bautismo del Espíritu Santo es una promesa para después del calvario, no para antes.

“En los postreros días dice Dios; derramare de mi Espíritu y vuestros hijos y vuestras hijas profetizaran y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas derramare mi Espíritu en aquellos días”.

Y los postreros días comenzaron con la venida de Jesucristo al mundo.

Hay muchos que solo predican el evangelio del reino.

Mayormente lo que la gente quiere solucionar son sus cosas temporales, su trabajo.

Su casa, todas las cosas de esta vida, pero recuerde que aun al mismo Señor, esa gente se le fue.

Cuando Pablo se despidió de los ancianos de la iglesia de Éfeso, la ciudad de Mileto dijo:

«Yo no estimo mi vida para mí, sino que acabe con gozo mi carrera, ministerio que recibí del Señor Jesús para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios».

La gracia es que él murió por nosotros, llevó nuestros pecados, nuestras enfermedades, sufrió nuestro castigo y por su herida nos curó.

Esto es lo que les dijo a sus primero discípulos:

“Id a todas las naciones, id a todo el mundo y a toda criatura y predíquele éste evangelio y el que lo crea se salvará y ese le seguirán estas señales”

Y el Señor después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas y ellos saliendo predicaron en todas partes y el Señor confirmaba la palabra.

Ahora hay pentecostales que se han inventado su propio avivamiento, que no es avivamiento sino emocionamiento.

No hay que inventarse el Pentecostés, la promesa es para el que cree el evangelio de la salvación.

Lo que trae la promesa es la fe de lo que sucedió en el calvario.

El problema del pecado fue resuelto una vez para siempre en el calvario y ahora lo que usted tiene que hacer es mirar por la fe a ese hecho, creer en ésta gran salvación.

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Así que tenemos libertad de entrar al lugar santísimo por la sangre de Jesucristo por el camino nuevo y vivo que él nos abrió.

Este evangelio también está acompañado de la cruz de Cristo, no es un evangelio social ni de conveniencia, ni del aplauso del mundo.

¡Ay De vosotros cuando todos hablen bien de vosotros! porque es un mensaje controversial, un mensaje que rompe las tinieblas, que quiebra la dureza de los corazones petrificado.

Lo loco de Dios es más sabio que todo lo que el hombre ha hecho. Toda la sabiduría, toda la filosofía.

Toda la ciencia que a lo largo de los años desde Adán hasta nosotros, se ha desplegado en este mundo, no ha servido para salvar a una persona.

Pero esa locura de Dios, de entregar a su hijo por nosotros, ha salvado millones del pecado, de la condenación y de la esclavitud.

La diferencia entre el cristianismo genuino y todo lo demás, es que todo lo demás son difuntos y Jesucristo es el único que vive para siempre.

Pastor: Eliseo Duarte

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