¿Quién me conoce?

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¿Quién me conoce?

Cuando hablamos del Señor Jesús se levantan muchas conjeturas, hay muchos pensamientos que se atraviesan por cada una de las personas. Hablaremos sobre «¿Quién me conoce?».

En los días de él hubo muchos pensadores, algunos lo miraron como un sabio maestro, a otros les encantaba escucharlo.

Sus palabras eran tan bellas que comprometían los corazones de las personas.

Otros lo miraron como un poderoso sanador y sí que lo es, también lo miraron con escepticismo y ni se acercaban.

No querían saber nada de él y bien que la profecía habló de él diciendo.

“Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin atractivo para que le deseemos”.

Algo hay en Cristo, que son millones de seres humanos hasta nuestros días que lo siguen.

Algo hay en el Señor, no podemos mirarlo dudosamente, tampoco podemos interpretarlo como una persona natural, porque muchos en sus días lo interpretaron así.

De alguna manera ellos eran admiradores del Señor, pero no seguidores.

Porque el que no conoce a Dios no puede ver lo que hay en él, no lo ve atractivo para seguirlo, lo ve como una raíz de tierra seca.

Pero si lo conoces, tendrás la capacidad para reconocerlo en toda su plenitud.

Podemos ver como los científicos estudian el universo y contemplan astros, planetas distantes a nosotros.

Le dedican años consecutivos en la búsqueda, pero de Cristo no se interesa nadie.

Muchos se avergonzaron de él, no quisieron ir en su pos.

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Cuando Jesús comenzó sus predicaciones, muchos dijeron “dura es esta palabra y quien puede oírla’’.

Es decir, ni quien pueda oírla, porque es que a la gente le gusta escuchar doctrinas facilistas.

Que compartan con ellos el pecado, parece atractivo ser cristiano y ser pecador.

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Vale la pena que reconozcamos que sin él no somos nada, dejemos el orgullo de un lado.

Porque a veces nos ufanamos de lo que somos y nos olvidamos del Señor Jesús.

Hay muchos que se cansan de seguir al Señor y no se cansan del pecado, pero Jesucristo dijo “mi yugo es fácil y ligera mi carga”.

El evangelio es recio, pero salva, no perdamos el riesgo buscando doctrinas facilistas.

Cristo dijo que se levantarían falsos maestros, manejando falsas doctrinas, pero el evangelio del reino permanece intacto.

Jesucristo dijo que nadie le puede servir a dos señores, prefiramos servirle al Señor Jesucristo porque él paga muy bien, con vida eterna y te puede dar el premio del Espíritu Santo.

Es doloroso cuando sabemos que alguien fue cristiano y ya no lo es, cómo es posible que alguien que haya tenido el privilegio de haber sido bautizado y sellado con el poder del Espíritu Santo se aparte del Señor.

Muchos de sus discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él, no lo pierdas de vista.

Porque te puedes quedar sin nada en esta vida, sin esperanza y sin Dios en el mundo como antes vivías.

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¿Quién me conoce?

La palabra de Dios incomoda, a ellos los incomodó y se fueron, se perdieron del gran privilegio de ser salvos, un privilegio que no se encuentra en esta vida terrenal.

El espíritu de Cristo es el mismo Espíritu Santo, no hay 3 espíritus en Dios, solo hay uno y maravilloso es cuando lo podemos comprender, y donde está el espíritu de Dios allí hay libertad.

El que se une al Señor un espíritu es con él, por eso la iglesia es santa, porque no nos hemos unido a un espíritu inmundo.

Nos hemos unido al espíritu de Cristo y ese espíritu es santificación.

Ahora los cristianos pentecostales quieren ser cristianos facilistas también, a Cristo le costó la vida para que tú y yo fuéramos salvos, no lo menosprecies.

Tienen que haber corazones agradecidos, porque ese corazón es el que sigue a Cristo sin límite de tiempo, lo sigue con plata y sin plata, con amistades o sin amistades.

“amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con tu mente y con todas tus fuerzas”.

No importa lo que pase en nuestros días, no se turbe vuestro corazón, en la casa de mi padre muchas moradas hay.

Él vino a este mundo no a perder el tiempo, vino a cumplir una función salvadora que está desarrollando desde los días de él hasta nuestros días, y estos no se ha podido detener.

«¿Quién dicen los hombres que es el hijo del hombre?’’ El Señor hace una pregunta muy delicada.

Cuando se refería al hijo del hombre, relata a su manifestación de carne.

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¿Quién me conoce?

“Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará’’

«Éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación”.

Lo asociaron con hombres naturales, no se puede pensar de Cristo como se piensa de hombres idiosincráticos.

Porque los hombres naturales estamos sometidos a un cuerpo, y vamos a morir.

Una cosa es los hombres y otra cosa es la iglesia:

“Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto”.

Una cosa es mirarlo a él en su estructura física redentora, y otra cosa es verlo en el espíritu.

Él es el bendito Dios, Todopoderoso, cuando él actúa los espíritus del mal tienen que retroceder.

Y la iglesia sabe que mayor es el que está con nosotros que el que está en el mundo.

Tú y yo tenemos una revelación muy poderosa de él, tan grande como la que tuvo Pablo, los hombres estábamos cautivos en incredulidad.

Pero él llevó cautiva la cautividad, todo está bajo su dominio, su poder y su grandeza.

Por: Pablo Flórez

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