Debemos tener amor por el perdido

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Debemos tener amor por el perdido

Un pasaje de la palabra de Dios nos muestra que Jesús salió de la barca y vio una gran multitud, pero no solo vio a las multitudes, sino que también vio su estado y nos enseña de cómo tener amor por el perdido.

Así que cuando una iglesia se proyecta a la evangelización, quien evangeliza debe conocer el estado de la gente, el estado del pecador.

Jesús vio la condición de ellos y dice “Los vio que estaban desamparados, como ovejas que no tienen pastor”.

¿Qué sintió Jesús al ver la condición?

La palabra dice que sintió compasión de ellos.

La compasión surge de la necesidad que uno ve en el otro, nosotros no podemos tener compasión donde no hay necesidad.

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Debemos tener amor por el perdido.

La necesidad siempre es el caldo de cultivo de la compasión, entonces, debemos ver la necesidad de la gente allá afuera, cuantos hay y cuán grande es la multitud.

¿Qué hizo Jesús para suplir la necesidad?

No es solo ver la necesidad y tener compasión, la compasión nos debe llevar a la acción, y eso es lo que notamos en Jesús.

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Jesús ve la multitud desamparada y dispersa, tiene compasión de ellos, inmediatamente emplea un plan de acción.

Y encontramos que la palabra de Dios dice “Empezó a enseñarles” eso de que empezó a enseñarles, Jesús entendió que era el mecanismo para suplir la necesidad del pecador.

Porque la enseñanza es transmitir conocimiento, y el conocimiento es el que lleva al ser humano a liberarse de todos los perjuicios que el pecado ha dejado en su vida.

Por eso él dice “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” entonces, es transmitir el conocimiento para que las personas que oyen la palabra, puedan ser libres del pecado.

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También dice la Biblia que no solo empezó a enseñarles, sino que sanó a muchos, empezó a suplir la necesidad de la gente.

La iglesia está dotada con todas las herramientas para suplir la necesidad del pecador, pero hay que tener compasión y un plan de acción, eso es lo que necesitamos en este tiempo.

Jesús sanó enfermos, limpió leprosos, resucitó muertos, les dio vista a los ciegos, y la gente se fue regocijada al recibir de Dios lo que realmente necesitaban.

En este pasaje vemos cómo los discípulos hablan a Jesús, y ellos le dan, parece que un consejo a Jesús, diciéndoles:

“El lugar es desierto, y la hora ya pasada, despide a la multitud”.

Es decir, ya hemos trabajado el tiempo necesario, ya hemos hecho lo que nos correspondía hacer, esta gente que se vayan.

Es como si estuviéramos en culto, y ya sean las doce de la noche, y alguien diga: «Ya hicimos lo que teníamos que hacer, despidamos el culto.”

Pero llama la atención algo, y es que Jesús es el trabajador incansable, el que no escatimó el tiempo de lo que cada uno debería hacer y ya.

Sino que siempre estaba dispuesto a ir mas allá de la capacidad o del tiempo que era necesario trabajar.

Para él no fue importante el que de pronto otros se fueran a buscar comidas, cuando él tenía hambre sentado junto al pozo de Jacob.

La comida llegó, y encontramos que Jesús en vez de salir a recibir la comida, siguió hablando con la mujer samaritana.

Para él era más importante la necesidad de la mujer samaritana, que la de él mismo, y eso se llama ponerse en los zapatos de otro.

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Eso se llama tener compasión, es ver al borracho y decir “Ese pudiera ser yo”.

Es ver aquella trabajadora sexual y decir “Pudiera haber sido yo, la que estuviera en esa condición”.

Pero ella necesita de Dios, y que bueno que aunque ella tiene ese trabajo que no es como muy simpatizante, se pudiera llegarle y hablarle de Jesús, porque ahí hay un alma preciosa para Cristo.

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Para entender mejor este mensaje, es necesario entender el sentir de Dios para con el hombre, la iglesia debe tener el sentir de Dios.

¿Qué es el sentir de Dios?

Es permitir en nosotros, el palpitar del corazón de Dios por el pecador, sentir lo que él sintió por los pecadores.

Necesitamos tener el sentir de Dios, que la iglesia sienta lo que Jesús sintió por el pecador; a veces hacemos énfasis en lo que ya tenemos, pero nos olvidamos a los que no lo tienen.

Somos una iglesia grande, pero no somos tan grandes como parece.

La visión de la iglesia no debe ser tanto hacia adentro, sino hacia afuera, porque el Señor dice en su palabra que de cien ovejas, dejo las noventa y se fue a buscar una sola.

Cualquiera podría decir que tiene más valor las noventa y nueve, porque son más, pero para él una sola tiene valor, una sola significa mucho.

Necesitamos proyectarnos, despertar esa visión por los que están allá afuera sin Cristo Jesús.

Si quieres ampliar más tu conocimiento en las cosas Señor, te ofrecemos la siguiente enseñanza, que será de mucha ayuda para tu vida espiritual. Debemos tener amor por el perdido.

Pastor: Miguel Cantillo

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