El cielo es tan grande que todos cabemos

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El cielo es tan grande que todos cabemos

A algunos de nosotros nos gustan las casas grandes, pero a Dios le gustan más grandes, así que el cielo no es pequeño, el cielo es tan grande que todos cabemos.

De pronto nosotros recibamos una visita, pero el Señor espera recibir millones de millones de visitas. Por eso él dijo:

«En la casa de mi Padre muchas moradas hay, voy pues a preparar lugar para que todos quepan».

Dios empezó un trato con un pueblo hace muchos años, es lo que la Biblia llama el pueblo de Israel.

Ese pueblo empezó con un hombre llamado Abraham, ellos se hicieron la idea que Dios era solamente para ellos.

Que Dios era exclusivo, pero la verdad es que Dios siempre pensó diferente.

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El amor de Dios es sobrenatural

Dios le dijo a Abraham que lo iba a bendecir a él y a sus hijos, pero que también a través de él iba a bendecir a todas las familias de la tierra.

Así que si pertenecemos a una familia, también Dios nos quiere bendecir.

Dios nunca fue exclusivo de Israel, en una época Dios envió un profeta que se llamaba Jonás, y lo mandó a una ciudad pagana, una ciudad que no temía a Dios, que no amaba a Dios, estaba perdida en la idolatría.

Pero Dios que ama a todos los hombres, viendo que en esa ciudad habían miles de personas perdidas, decidió darles una oportunidad y envió al profeta Jonás.

Pero a Jonás no le gustó, no quería ir, se fue en un barco para otra parte.

Dios estaba interesado en que Nínive oyera su mensaje, igual que está interesado que nosotros escuchemos su mensaje.

Porque en esta casa grande todos cabemos; Dios siempre ha estado interesado en ayudarnos.

Hubo una fiesta que se llamaba Pentecostés, se celebraba todos los años en Israel, y ya después de la muerte de Jesucristo.

Se celebró el día de pentecostés y muchos fueron a un lugar que se llamaba el Aposento Alto, para esperar el derramamiento del Espíritu Santo.

Creo que es muy significativo, y tiene un mensaje para nosotros, el hecho de que Dios haya escogido precisamente ese día para derramar su Espíritu Santo.

Hubiera podido ser otro día, pero Dios escogió ese, porque en ese día la Biblia dice «Que moraban en Jerusalén varones piadosos de todas las naciones, debajo del cielo».

Y mientras toda la gente de todas partes estaban allí reunidos.

«De repente vino un estruendo de los cielos y un viento recio que llenó toda la casa, y empezaron a hablar otras lenguas, como el Espíritu Santo les daba que hablasen, y fueron todos llenos del Espíritu Santo».

Esa gente que vivía por todas partes, vio el milagro, oyó el estruendo y escuchó a la gente hablar en su propio idioma, quedaron impactados, devolviéndose a sus tierras de regreso.

Pero cuando llegaron a sus casas, empezaron a contarle a todo el mundo que la fiesta ese año, había sido diferente.

Que estaban reunidos como siempre, pero que de pronto vino un estruendo de los cielos, y de forma extraña, hombres galileos estaban hablando en otros idiomas como ellos hablaban.

Dios estaba pensando en la humanidad, el día que derramó el bautismo del Espíritu Santo.

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Todos los que regresaron se convirtieron en misioneros, en mensajeros de un mensaje poderoso que llega hasta nuestros días, con el mismo poder.

Un estruendo del cielo que llena a la gente de poder y del Espíritu Santo, lo hace ser diferente, lo hace hablar diferente, lo transforma y lo hace un pueblo diferente.

Dios nunca ha pensado en una sola persona, cuando él nos mira, mira todas las casas, todos los que pasan por aquí.

Todos los que viven allá, todos los que nacen sin importar la estatura, sin importar el color, sin importar la política, sin importar la educación, por el solo hecho de ser humanos, Dios piensa en nosotros.

La Biblia dice: «Tú eres Dios, tú oyes la oración, a ti vendrá toda carne».

Todos pueden venir a él, Dios no le pide la cédula de identidad a nadie, Dios no le pregunta a nadie de qué familia es.

Dios no mira cómo se viste, él tiene sus oídos abiertos, y sus ojos abiertos para que clamen las personas, les escucha y les responde.

Hay un rayo de luz alumbrando a cada persona, cada uno es alumbrado, estamos siendo iluminados por la luz de Dios.

No le tenemos que robar la luz a nadie, Dios alumbra nuestras vidas para que no andemos en tinieblas.

Las luces siempre vienen de alguna fuente, si seguimos la fuente de ese rayito de luz, vamos a encontrar que esa luz viene de arriba.

La Biblia dice: «El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»; así que Dios está alumbrando a todo hombre que viene a este mundo.

Recuerda que el cielo es tan grande que todos cabemos.

Si deseas aplicar más sobre este tema, te invitamos a que veas el siguiente vídeo. El cielo es tan grande que todos cabemos

Pastor: Álvaro Torres

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