Un evangelista en nuestro tiempo

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Un evangelista en nuestro tiempo

La acción de ser evangelista se consideraba como una práctica que aplicaban los antiguos cuando exponían al pueblo una noticia nueva; muchas veces la llamaban bandos y era aplicado cuando un gobernante quería dar un decreto al público. Un evangelista en nuestro tiempo.

En la era cristiana esta práctica se llevaba a cabo con todos los predicadores del evangelio, tal como lo declara San Marcos 16:15 «Y les dijo: Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura».

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Es importante denotar que esta palabra “Evangelista” aparece pocas veces en las cartas apostólicas, por ejemplo: En 2 Timoteo 4:5, el apóstol San Pablo exhorta a su discípulo Timoteo, hacer obra de evangelista y cumplir su ministerio.

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En el tiempo del ministerio de San Pablo, se levantaron varias clases de evangelistas dentro de los cuales se destacan tres clases de predicadores:

  • Unos predicaban por envidia.
  • Otros por contienda.
  • Los de buena voluntad. Filipenses 1:15.

Como ser un evangelista en nuestro tiempo

Cada predicador debe imitar a su maestro Jesucristo, donde nos enseña que a cada individuo se debe tratar de acuerdo a la necesidad que éste tenga, sin lastimar ni lesionar sus creencias, culturas ni credo en general.

Uno de estos ejemplo lo vemos con la charla de la mujer samaritana y lo mismo con Nicodemo.

Además de ello, se define como predicador, alguno que quiere compartir un tema con alguien que no lo conoce o también tratar de profundizar un texto o un mensaje popular bien sea en términos personales, en familia o en grupos particulares.

Todo cristiano que practica la predicación debe saber y manejar bien los principios en los cuales se afirma su creencia; además, conocer la sagrada Biblia para que el mensaje que se vaya a trasmitir sea eficaz, categórico, claro y sencillo.

Claramente, el evangelio de Jesucristo es uno solo, y sus bases fundamentales se enfocan en la crucifixión, muerte, sepultura y resurrección de Jesús.

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Algunos expositores han subdividido la presentación del evangelio en tres fracciones, de los cuales cada uno de ellos contiene principios positivos y los veremos a continuación:

  • El evangelio teórico presenta una exposición tal como está escrito en los textos sagrados. Este evangelio está en San Juan 5:39. “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí”.

La persona que predica el evangelio teórico, tiene una orden efectiva la que el Señor le dio, San Marcos 16:15, «Id por todo el mundo y predicar el evangelio a toda criatura»; estas palabras aún están vigentes y tienen el mismo poder, nunca han perdido su efecto.
Por lo tanto, es nuestra responsabilidad esparcir esta semilla que el Señor ha depositado en nuestras manos. Esta clase de predicación la predicó Felipe al Eunuco en el desierto. Hechos 8:35 y es la más practicada en el mundo occidental.

  • El evangelio del testimonio Es el que es transmitido por personas que han tenido un encuentro personal con Cristo. Este evangelio lo recibió la familia del loco de Gadara, cuando él le contó a los suyos, todo lo que el Señor había hecho con él. Lo vemos también en Samaria, cómo los samaritanos habían creído por las palabras de una de sus ciudadana.
    Actualmente los predicadores exponen los testimonios de otras personas y éste se emociona por lo que han experimentado estas personas y ellos confirman que lo que se dice es verdad. Este evangelio no necesita tanto argumento, muchas veces se transmite solo.
  • El evangelio con experiencia personal esto es contar lo que Dios ha hecho directamente en la persona que lleva el mensaje; esta verdad va acompañada con una veracidad personal.
    Esta comisión lo predicó un ciego a los fariseos después que había sido sanado. San Juan 9:25. Entonces él les contestó: «Si es pecador, no lo sé; una cosa sé: que yo era ciego y ahora veo».
  • El evangelismo personal es la charla que hace un creyente al declarar a otra persona lo que Dios ha hecho en su vida y mostrarle que en la Biblia hay muchas promesas de parte de Dios que están lista para ser ejecutada en la vida de los mortales.
    Esta clase de predicación es muy efectiva porque a la gente no le interesa mucho lo que hablamos, sino más bien lo que ven en nosotros.
    Es decir, si predicamos que Dios cambia, lo primero, que tenemos que mostrarle a la gente el cambio que se ha operado en nosotros. Si le predicamos al público santidad, primero que nos la vean en nosotros, y así sucesivamente.

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Claro está, que cada predicador debe asociarse al reglamento Jesucristo, que primero debemos ser testigo en Jerusalén; Jerusalén, simboliza la iglesia donde la persona se convirtió; allí debe comenzar a dar los primeros frutos hasta perfeccionarlos a través del ministro que lo administra.

Recuerde que estamos hablando del tema: «Un evangelista en nuestro tiempo».

Si el creyente es sumiso a su maestro, llegará a ser como el, y tendrá éxito; y cuando pase a Judea y a Samaria, adquirirá nuevas experiencias exitosas.

Esta disciplina la practicaron los discípulos del Señor, inmediatamente de pentecostés. Primero, llenaron a Jerusalén, luego a samaria, Judea y a causa de las persecuciones pasaron a Jope, al Asia Menor, y Pablo se extendió llegando inclusive hasta los fines de Europa.

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Un evangelista en nuestro tiempo.

Los creyentes de hoy debemos continuar con el mismo perfil de seguir expandiendo el mismo mensaje del evangelio; pero si llegásemos a retroceder, muy pronto el fervor del evangelismo desaparecerá y lo que estaba en luz volverá a ser tinieblas.

Al estudiar esta lección, aprendemos nuevas fórmulas de presentar las buenas nuevas de salvación a los que nos rodean, sin importar clase social, color, raza y es nuestra responsabilidad llevarlas al mundo actual, ya que la palabra de Dios puede satisfacer todas las necesidades del hombre.

Todo predicador debe tener el respaldo de Dios tanto en su vida como en lo que predica; debe ser una persona llena de mansedumbre, ya que la humildad y la docilidad, son la fuerza que tiene todo bajo perfecto control.

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La humildad es el soporte de cada persona en Cristo, sin ella no se puede continuar en la vida cristiana, ni hallar descanso. San Mateo 11:29. “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas».

La mansedumbre y la humildad son el producto de una vida regenerada, las cuales no deben faltar en todo creyente, ya que estas prácticas se constituyen en una plataforma para nuestra predicación.

Observemos lo que aporta San Pedro en su primera epístola “Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” 1 Pedro 3:15.

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De igual manera el predicador debe saber conscientemente, que sólo Dios es el interesado en salvar las almas y el mensajero no es más que un enviado, pero el que hace la obra es Dios; porque sin Él nada podemos hacer.

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Estimado lector, la anterior exposición no es más que un certamen a manera directa y específica acorde con las peticiones solicitadas por algunos. Gracias por tenernos en cuenta en sus inquietudes y como siempre somos sus servidores.

Recuerde que estamos en el tiempo de la información y se debe tomar este escrito como tal, rechace lo que pueda y acepte lo que le sirva.

Un evangelista en nuestro tiempo.

Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Anthony Shalom

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