Dar gracias es un acto de nobleza

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Dar gracias es un acto de nobleza

Dar gracias es un acto de nobleza, muchas veces no prestamos la atención debida a ciertas áreas de la vida, ser agradecido es uno de los pilares en el cristiano, es piedra fundamental del creyente.

  • Lo que somos
  • Lo que tenemos
  • La forma en que vivimos
  • Lo que éramos y dejemos de ser
  • Lo que esperamos ser

Todo lo anterior mencionado tiene que ver con la manera en que cada uno percibe las realidades y las agradece.

Muchos dirán que no deben nada a nadie: «Llegue aquí por mi esfuerzo«, otros expresarán: «Todo lo que tengo lo he ganado con el sudor de mi frente«.

El agradecimiento va a marcar la dirección de nuestra vida, si somos prepotentes, engreídos y pensamos que todo lo merecemos, viviremos creyendo que no le debemos nada a nadie y no es así, todo se lo debemos a Dios.

La creencia tiene como objetivo transformar al creyente y si esta no te ha transformado, no te ha servido de nada.

Hoy meditemos en nuestra vida, ¿cómo percibimos lo que somos?

Entendamos que al mundo le conviene que seamos verdaderos cristianos, entre mejores seamos, mayor será nuestro ejemplo y más se convertirá el mundo a Cristo.

“Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”. Romanos 1:21.

Este es el punto crítico del problema en el ser humano, sabiendo quien es Dios, conociendo sus mandatos, muchas veces no le glorifica como debe hacerlo.

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¿A quién se le debe atribuir cada beneficio que recibimos?, es una pregunta en la que debemos meditar, y recordar que dar gracias es un acto de nobleza.

La Biblia relata en el verso anterior que al no agradecer ni glorificar, conociendo quien era Dios, sus corazones se entenebrecieron.

Dios los entregó a una mente reprobada ya que los beneficios se los atribuyeron a otro; cuando un hombre no le da gracias a Dios, abre el corazón para que las tinieblas lo invadan.

Ser humilde es reconocer que sin Dios no somos capaces, que dependemos solo de él, agradecer y reconocer que él es el único a quien debemos glorificar refleja que estamos llenos de su presencia.

Él es el único merecedor de gloria y honra por siempre y siempre, nuestras capacidades y lo que tenemos se desvanecen al contemplar que tan bueno ha sido con nosotros, que nos da todo lo que tenemos.

Cada respirar se lo debemos a él.

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Cuando el hombre es desagradecido esta expuesto a cometer cualquier pecado, porque no reconoce a su Dios.

Cuidémonos de robar la gloria a quien nos ha dado todo, toda inmoralidad que hay en el mundo, es hija del desconocimiento que el hombre ha tenido de Dios.

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La adoración es una inclinación del alma ante la grandeza del Dios todo poderoso, lo que nos mantiene firme es la roca de la eternidad el cual se llama Jesús de Nazaret.

“Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre”. Romanos 1:25.

Dios primero

El hombre que no aprende aponer a Dios en primer lugar, no ha empezado el cristianismo.

El momento crucial de Jesucristo no fue en la cruz del calvario, fue un poco antes, el sudó gotas de sangres en el huerto de la oración dada la angustia.

Con una oración decidió el destino de la humanidad, “…padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. Mateo 26:39, esa oración fue la que selló el pacto.

El hombre muere el día que decide hacer su voluntad y no la del Señor, esa es la muerte verdadera del hombre.

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Juan el bautista tenía muy claro que primero era Dios, sabía que estaba preparando la iglesia para él.

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” Mateo 6:33. Tenemos que aprender a que Dios es el actor principal en este drama.

El paralítico pedía una moneda, pero Pedro tenía algo mucho mejor que una moneda, y de eso le dio.

Aquel paralítico se levantó y muchos lo conocían, al verlo en pie y sano, miraron a Pedro como poderoso.

Pero él aclaró que la gloria del milagro no era por él, sino por la fe en el nombre de Jesús de Nazaret.

Toda honra y gloria será siempre para el Dios de esta iglesia, el Dios vivo, quien es Jesucristo.

Dar gracia es un acto de nobleza, la gente hoy día vive muy de prisa y el problema de vivir así es que no se puede ver con detenimiento, se ora velozmente se canta velozmente.

Cuando entres a la presencia de Dios no ofrezcas el sacrificio de los necios, porque el necio multiplica palabras.

Aunque tus palabras sean pocas, que sean verdaderas. Dios nos invita a pararnos hoy para contemplarlo.

Cuando se entiende todo esto, se agrade.

Al reconocer quien es Dios y sentir su misericordia, no hay nada más que hacer, solo postrarnos en agradecimiento, porque si hoy esta iglesia esta en pie, es solo su bondad.

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Cuando el ser humano reflexiona sobre lo que sucedió en el calvario y medita que era él quien debía ser colgado, quien merecía recibir la ira de Dios y morir.

Pero que alguien decidido hacerlo en su lugar, colgarse por la humanidad y morir por todos los pecados.

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Es ahí donde reconoce semejante sacrificio y no se cansa de agradecer por tanto amor inmerecido.

Vivimos para dar la gloria a Dios, nosotros necesitamos estar agradecidos de él. “Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. Proverbios 3:6.

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Si tus caminos están torcidos, no los endereces tú, no luches por humanamente hacer algo; más bien reconócelo, él es el Señor tu Dios, si lo haces, toda tu vida él mismo la enderezará.

Todo lo que aceptamos de Dios es un acto de humildad, es un reconocimiento de nuestra incapacidad, dar gracias es un acto de nobleza, hoy seamos más nobles, más humildes y solo demos las gracias a quien engrandeció su misericordia.

Por: Alvaro Torres

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