Rompiendo los límites

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Rompiendo los límites

Si hay algo que podemos decir de Dios es que es detallista, no se le pasa por alto ni el más mínimo detalle. Hablaremos sobre el tema: «Rompiendo los límites».

Los detallistas siempre están manifestándose con un presente, un gran regalo, y Dios te tiene un regalo “Arrepentíos y bautícese cada de vosotros en el nombre de Jesús y recibiréis el don del Espíritu Santo”, es decir, un regalo.

Si crees verás la gloria de Dios, muchas cosas nos limitan, todos nos enfrentamos a diario con una palabra que tiene 7 letras “límites”.

Esos límites nos alejan de lo que queremos, de las cosas que deseamos, son como enemigos que te dicen al oído “no puedes, nuca llegaras, nunca lo tendrás” pero tenemos que ir rompiendo los límites.

Dios quiere que su iglesia tenga los ojos abiertos, para que pueda contemplar la gloria del Todopoderoso, con razón Moisés en la cumbre le decía: ‘’Señor, muestra tu gloria’’.

la Biblia dice que: “es necesario que el que se acerca a Dios crea”, el Espíritu Santo se recibe por fe, no por método, ni por palabras repetitivas, se recibe es por fe.

Hubo un hombre que tenía una lepra llamado Naamán, él que se vestía de general, y aparentaba ante otros llevar una vida feliz, pero en realidad, escondía dentro de sí una penosa enfermedad llamada lepra.

La Biblia dice, que este hombre era muy hermoso, alto, un general sirio, pero solo algunas personas conocían que este hombre era leproso, pero había una mujer allá en la casa de él que conocía al profeta Eliseo.

Esta mujer le dice que allá en Israel hay un hombre que puede orar por él.

Este hombre estaba acostumbrado a recibir honores y flores, pero cuando llegó a la casa de Eliseo, él ni siquiera salió.

Esto es un acto que quizás en nuestra cultura pasa por alto, pero para los generales el no recibirlos tal persona era digna de muerte.

Entonces Eliseo dijo, bueno si este hombre viene enfermo, díganle que se meta al Jordán 7 veces.

Hay que pagar el precio para recibir, todo lo que deseemos tiene un precio.

El poder adquisitivo del dinero, mueve nuestro sistema, sin dinero no se puede obtener lo que se desea, hay que pagar el precio.

Las cosas Espirituales también tienen un precio, Naamán de pronto tuvo herido su orgullo.

Este hombre comenzó a zambullirse 7 veces en el Jordán y la última vez salió sano.

Para un hombre como él, tan honrado socialmente, no estaba acostumbrado a bañarse en ríos donde hubiera suciedad, para los generales siempre era lo mejor.

Pero Dios no se interesó en el cargo que humanamente tenía, cuando nos acercamos al Señor el rompe los límites, y todo se hace a su forma.

Dios hace un proceso, el Espíritu Santo convence al hombre de pecado a través de la palabra de Dios, y hace sentir al hombre la necesidad de llenarse con el Espíritu Santo.

Sí se puede, no podemos limitarnos, hay gente que tiene muy baja autoestima, y es uno de los peores enemigos para muchos cristianos, ven a otros prosperar, ven a otros obtener bendiciones, pero ellos no la reciben, y están pendientes de los otros.

Cambia ese pensamiento y dile al Señor: ‘’si se lo diste a él, dámelo a mí también’’.

Dios quiere que en este tiempo comencemos a ver grandes riquezas, pero hay que saber pedir a Dios.

Al Señor no hay que llegarle con arrogancias, el que quiera ser grandecito tiene que estar abajo, porque el que se humilla es el que es exaltado.

Hay que humillarse ante Dios, reconocer que él es perfecto, y que siempre vamos a cometer errores, que él es infinito y nosotros mortales.

Cuando tú le das la posición a Dios como dice su palabra:

“Amaras pues al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”.

Había otro hombre que se atrevió a romper los límites, un hombre llamado Bartimeo, ciego de nacimiento, no podía ver las gentes, el sol, las estrellas.

Él vivía en una densa oscuridad todos los días de su vida.

Pero escuchó una vez que iba a aparecer un tal Jesús por ahí, que hace milagros y señales.

La Biblia dice que Bartimeo se puso a la orilla del camino con su capa, la ley decía que todos aquellos que tenían limitaciones físicas lo sacaban de la ciudad.

Y esa capa representaba su vergüenza, su enfermedad, su limitación.

Él estaba a la orilla del camino y escuchó que estaba Jesús cerca, y comenzó a gritar “Jesús, hijo de David ten misericordia de mí”.

Algunos por allí lo mandaban a callar, pero a Bartimeo no le importó esas voces, y cada vez levantaba más su voz.

No escuches esa voz que te dice que no vas a poder, porque Dios dice “Sí se puede”.

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” ese versículo debe ser el motivador para conquistar las cosas sobrenaturales de Dios, no renuncies.

El reino de los cielos sufre los días de Juan Bautista, pero solo una clase de personas son los que lo arrebatan, los valientes.

Al Señor no le gusta la gente cobarde, esos que retroceden, a él les gustan esos que dice la Biblia:

“Él que venciere hasta el fin este será salvo”.

Había una mujer llamada Ana, que tenía una enemiga, porque antiguamente los hombres podían tener varias mujeres.

Este hombre tenía a Ana y a Penina.

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Penina se burlaba de Ana porque ella sí podía tener hijos, y las mujeres que no podían tener hijos eran llamadas malditas.

Ana se amargaba en espíritu porque ella no podía dar a luz.

Ella se metió un día en el altar con lágrimas y comenzó a decirle a Dios, si me das un hijo varón, te lo entrego, y a Dios le gusta esa clase de pactos.

Israel estaba pasando por una de las peores épocas y crisis Espirituales.

La Biblia dice que cuando murió Josué la generación que se levantó no conocía a Jehová, al Dios de sus padres.

Había un sacerdote, y no tenía una gran visión, era un hombre que permitía los pecados de sus hijos, y la Biblia dice: “En aquellos días la palabra de Dios escaseaba”.

En esos días apareció Ana, pidiendo un milagro, quería romper los límites.

Esta mujer dio a luz a un gran ministerio, el profeta Samuel, el hombre que apareció diciendo que, si escaseaba la palabra ahora ya no, si se estaba apagando la lámpara, ya no.

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Rompiendo los límites.

Había llegado un hombre que tenía avivamiento, un hombre que estaba dispuesto a que la palabra de Dios fuera predicada.

A Dios le gusta que nosotros conquistemos esos lugares.

Dios no pone marcas, él pone un sello, el del Espíritu Santo, cada uno de los que hemos tenido la experiencia de recibirlo.

Dios nos da la oportunidad cada vez más de acercarnos, de conocerle.

Ahora todo viene como en un paquete, el recibir el Espíritu Santo viene con una lista de recibir grandes beneficios, dones y como recibes don entonces Dios te da el ministerio.

Hay muchas personas que se desgastan las pestañas, buscando ministerios.

Pero no busques ministerios, mejor busca el don, el ministerio es consecuencia del don.

Hay una consigna en nuestra vida “somos más que vencedores” Dios desde el día en que naciste estableció un propósito “Jehová cumplirá su propósito en mi”.

El día que naciste, Dios inició un propósito con tu vida, y el hecho de que hayan pasado muchos años desde aquel día, no has sido ignorado por Dios.

Puedes leer: Tú tranquilo

Cuando uno quiere alcanzar ese escalón en Dios, muchas veces se te van acercar persecuciones, gigantes.

Pero entre más grande sea la prueba, mayor será tu victoria.

No hay que pensar en el qué dirán, hay muchos que no reciben.

Porque están pensando en lo que dice el de al lado, pero libérate de eso, rompe el límite.

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Rompiendo los límites.

Jesús se le acercó a Bartimeo y le preguntó qué quería y dijo: Señor, dame la vista y Jesús le dijo, “tu fe te ha salvado”.

Cuando creemos Dios se manifiesta, la Biblia dice que:

“La fe es la certeza de los que espera y la convicción de lo que no se ve”.

El Espíritu Santo está haciendo una obra de extremo a extremo, y aunque usted diga que no lo siente, él está ahí, él tiene el control de todo.

Dios usa el quebrantamiento para darnos grandes victorias.

Si crees que se te han cerrado las puertas no dudes en que estas por tener una gran victoria.

Uno siempre está a la expectativa cuando alguien es detallista, tú eres hijo de Dios, algo tiene en el bolsillo para ti.

Rompe el límite para poder ver milagros, hay que romper los límites, esa palabra hay que desaparecerla de nuestras vidas.

Fuera los límites y llénate del poder del Espíritu Santo. Rompiendo los límites.

Por: Carlos Pérez

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