Visión, unción y vestido de gala

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Visión, unción y vestido de gala

Cuando hablamos de visión, no hago referencia a una declaración de alguna visión o algún enunciado de algún propósito de una empresa o iglesia. Hablaremos sobre el tema: «Visión, unción y vestido de gala».

Uso la palabra visión en su forma más sencilla y básica, es la habilidad de ver.

Hay ciertas enfermedades en la visión, en la Biblia Jesús sanó a muchos ciegos.

A uno de ellos Jesús lo tocó, y le dijo: ¿Qué ves? Y este respondió: ‘’veo a los hombres que se mueven como árboles’’. ´

Él tenía la visión borrosa, y el Señor tuvo que tocarlo otra vez para darle una visión clara.

Jesús encontró a otro completamente ciego, a muchos que no podían ver absolutamente nada.

Uno de ellos se arrastraba en las calles polvosas de Palestina y decía: ¡Jesús, hijo de David ten misericordia de mí! Y el Señor lo sanó.

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Pero hay ocasiones cuando alguien puede estar enfermo de la vista, no tener visión y no saberlo, no entender su necesidad.

En el libro de los hechos allí está narrado en el capítulo 26 donde dice “estos tienen oídos, oyen, pero no entienden y viendo no perciben”.

Esto quiere decir que están oyendo, pero no están comprendiendo, y están viendo, pero no perciben, porque les falta profundidad para poder ver en las 3 dimensiones.

La razón de por qué tenemos 2 ojos, es para tener esa percepción de profundidad y diferencias de distancias, espacios.

Si pierdo la percepción de profundidad, veo poco, es como si solo pudiera hacerlo con un ojo.

En Zacarías en el capítulo 7, vienen unos al templo a implorar y hacerles ciertas preguntas a los sacerdotes.

Ellos acababan de llegar de Babilonia, duraron 70 años en cautividad, formaron unos ayunos y días ceremoniales.

Dios los estaba castigando, y necesitaban el perdón por los pecados de sus padres.

Ahora que están en su tierra, en Jerusalén, llegan y dicen ¿debemos seguir llorando, debemos de seguir con los ayunos que hacíamos allá en Babilonia?

Y Dios le dice al profeta Zacarías “dile al pueblo que me busque, que se torne a mí y yo me voy a tornar a ellos”.

Aquí, el Señor por boca de Zacarías les dice, ustedes tienen ayunando 70 años, pero yo no les pedí eso.

Lo que yo quiero es que juzguen conforme a la verdad, y hagan misericordia y piedad cada cual, con su hermano.

No opriman a la viuda, ni al huérfano, ni al extranjero, ni al pobre y ninguno piense mal en su corazón contra su hermano.

En este momento los hijos de Israel tenían un ojo cerrado, y podían ver, pero no podían percibir, y estaban muy inclinados a sus ceremonias y ayunos.

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El Señor les dice, está bien eso, pero quiero que abran el otro ojo, y que también hagan justicia y se amen los unos con los otros, y no piense ninguno mal en su corazón de su prójimo.

En el capítulo 58 de Isaías el Señor también les refiere esta situación.

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“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?’’

‘’ ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa?’’

‘’ ¿Que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?’’.

‘’Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de ti’’.

«Y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí’’.

«Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad’’.

«Y si dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía’’.

«Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma, y dará vigor a tus huesos’’.

«Y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan’’

«Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas; los cimientos de generación y generación levantarás’’.

«Y serás llamado reparador de portillos, restaurador de calzadas para habitar”. Isaías 58:7-12.

El Señor quiere que nos amemos los unos a los otros, Él quiere Espiritualidad y hermandad, quiere fuego, Espíritu Santo, cariño y amor.

Él ya nos ha dado el poder Espíritu Santo, lo que va a traer a la gente a nuestra iglesia es el amor de Dios.

“Porque esto conocerán que son mis discípulos en que os améis los unos a los otros”.

Piense en qué área de nuestra vida hemos estado perdiendo la visión, será el evangelismo, la consagración, la santidad, las horas de oración.

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Visión, unción y vestido de gala.

Recuerde cuando recién lo llamaron a predicar o recién se convirtió, usted tenía esa pasión.

Se hace todo rutinario, que comenzamos a ir en un ritmo, y estamos sirviendo al Señor, estamos viendo, pero no estamos percibiendo.

En el libro de primera Samuel, hay una historia en donde Israel está muy débil, Saúl todavía no toma las riendas del reino, no tiene victorias, no es probado, solamente lo habían ungido y era el más alto.

Amón se aprovecha, es amonita, y recuerde que los amonitas fueron producto de la relación entre Lot y sus hijas.

Cuando van saliendo de Sodoma y Gomorra, queda la esposa de Lot como una estatua de sal y las muchachas, que sin duda habían aprendido lo malo de Sodoma y Gomorra.

Piensan que se van a quedar sin descendientes, entonces embriagan a su padre y durmieron con él.

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Las dos quedaron embarazadas de su mismo padre, y de esa relación nació Moab y Amón, y el hijo de Amón siente la debilidad del reino.

Este acampa contra Jabes de Galaad, y los hombres le dijeron “haz alianza con nosotros y te serviremos”.

Estos muchachos no pusieron guerra, pero estos dijeron “Con esta condición haré alianza con vosotros, que a cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel”.

No podemos perder el Espíritu de guerreros, las naciones son nuestras.

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Visión, unción y vestido de gala.

Tenemos que abrir los ojos y no perder la vista, no deje que se le vaya apagando.

No pastoree sin orar, pienso que estoy bien evangelizando sin tener la presencia de Dios, y es que el Señor quiere restaurar esa vista.

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“Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía’’

«Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón, y baja hasta el borde de sus vestiduras”.

La barba es un símbolo de identidad, cuando el sacerdote era ungido, le caía el aceite por los ojos, restaurándole la visión y luego le caía en la barba para retener la unción y la fragancia.

Después que se lavaban y se quitaban el aceite que escurría, los sacerdotes salían con la fragancia en la barba.

Lo que Dios quiere para la iglesia es darle más visión, más unción, y vestirlos de gala, porque los que están bautizados de Cristo, de Cristo están vestidos.

Por: Samuel Valverde

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