Yo amo a los que me aman

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Yo amo a los que me aman

Preocúpese por las cosas de Dios, y Dios se preocupa por las cosas suyas. Hablaremos sobre el tema: «Yo amo a los que me aman».

Hay gente que no se ha tomado esto en serio y cree que la iglesia es un club social y no lo es, esta es la iglesia del Señor Jesucristo de Nazaret.

Hay hermanos que creen que, porque no están en la iglesia o frente al pastor, pueden jugar con las cosas de Dios.

Las cosas de Dios tienen una importancia, una altura, porque son del más alto, del más sublime.

Hay quienes no son detallistas con Dios porque creen que tienen años, ya son maduros.

Usted los ve y no hablan en lengua en un devocional, ni en un culto de barrio, usted los ve hablando en lengua es en la convención.

Todos somos necesitados de Dios, porque su palabra es Espíritu y vida.

David dijo que, «¿Cómo era que él vivía en un palacio de cedro y la casa de Dios entre cortinas?’’.

Dios por el detalle, le mandó a decir un con profeta: dígale a David mi siervo, que él no me va hacer casa a mi dónde yo more.

Pero dígale que, por el gesto, por ese detalle, yo le voy hacer casa a él perpetuamente y para siempre, dígale que yo lo voy a bendecir solo por el gesto que tuvo.

Los detalles agradan a Dios, y nosotros éramos tan detallistas cuando éramos nuevos.

Se acuerda que éramos los primeros que llegábamos al culto, una semana que no hablara en lenguas, ya estábamos preocupados, se acuerda que llorábamos en la presencia de Dios, preguntándole en qué habíamos pecado.

Ahora toca hasta ponerles humo y luces, los pentecostales no eran así.

Se va apagando esa devoción, andábamos con biblias grandes y la estudiábamos todo el día, ahora solo lo hacen en el devocional.

Encorvatados llegábamos a la iglesia con los zapatos bien embetunados.

Había un anhelo por ir a la casa de Dios, ahora son las 6:00pm y ¨tu voz estéreo¨ no nos deja ir al culto.

Si su necesidad de Dios es grande, la bendición va a ser grande también.

Que gozo nos daba cuando nos mandaban a recoger la ofrenda por primera vez.

Hay hermanos que ya se creen el último chito de paquete, la última coca cola del desierto, hay quienes empiezan a pensar que ellos merecen.

Algunos dicen ¿usted sabe con quién está hablando?

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El evangelio es locura para los que se pierden, pero para nosotros es poder de Dios.

Hay hermanos que uno va por la calle y les dice «Dios te bendiga» y ellos como que se avergüenzan, y responden «quiubo».

Pero ellos no saben la dicha que es ser evangélico, que cosa tan grande es ser hijo de Dios.

Hay cristianos tristes, atribulados, quejándose, cabizbajos viviendo con el ¡Ay! ¡Ay!

Para Dios no hay nada imposible «diga el débil, fuerte soy», levante la cabeza, usted no tiene cualquier Dios, usted tiene el Dios todo poderoso, que se llama Jesucristo de Nazaret.

Hay hermanos nerviosos, que las deudas, que la enfermedad, que la angustia y andan temblando, porque ya no se acuerdan de arrodillarse, ni de ayunar.

Para algunos, el ayuno ya pasó de moda, pero la Biblia dice: «clama a mí y yo te responderé y te mostrare cosas grandes y ocultas que tú no conoces’’.

Da tristeza ver hermanos con tantas deudas, hogares destruidos, no a todos, pero se nos ha olvidado ir al santuario, ir a la presencia de Dios.

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Yo amo a los que me aman.

Hay hermanos en la iglesia que ya no creen ni en los milagros, incrédulos, y si algo le agrada a Dios es que le creamos, a Dios le fascina un pueblo que le crea.

A veces ese que más habla es el que menos da, siempre está diciendo que en la iglesia piden y piden plata.

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«Yo honro a los que me honran’’ «Al que mucho se le perdona, mucho ama’’.

Que no se nos acabe la pasión por esto, que el Señor nos perdone, pero hay que reconocer que en el transcurso de la vida cristiana vamos perdiendo devoción.

Hermano valore esto, ame la iglesia, no se olvide que es la amada del Señor, es mejor que usted le haga reclamos al Señor y no a la iglesia.

La iglesia es la amada del cordero de Dios, hay hermanos inconformes viéndole defectos a la iglesia, pero este pueblo es santo, redimido por Dios.

Honre a Dios, lo mejor para Dios.

Hermanos que se jactan que porque tienen dinero, que tienen tal cosa ¡no! Él merece lo mejor.

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Yo amo a los que me aman.

Vamos a volver hacer el devocional con nuestros hijos, vamos a orar, a volver ayunar, a aplaudir en el culto, a decir amén, gloria a Dios porque ‘’cuando el pueblo del señor alaba Dios suceden cosas maravillosas’’.

Volvamos a esa humildad, sencillez, cuando creíamos a todos los hermanos santos.

Considere a los demás como superiores, cuando salude a un hermano, hágalo con gozo, con alegría, respete a los hermanos.

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¡Vamos a dar lo mejor para Dios!  

Sabe ¿porque a veces no tenemos éxito? Porque hemos quitado a Dios de su lugar.

Dígale al señor que quieres volver a la devoción, habla con Dios y levanta tu voz, llora como al principio, como cuando no te daba penar llorar, hablar en lenguas y tirarte al piso.

Vamos a volver a la devoción «porque la gloria postrera será mayor que la primera’’.

Por: Juan Carlos Soto

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