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Cómo ver al Dios invisible

Cómo ver al Dios invisible

¿Cómo hacer visible lo invisible? Para responder este interrogante hablaremos un poco sobre la vida de aquel personaje bíblico llamado Elías. Hablaremos sobre el tema: «Cómo ver al Dios invisible».

En un tiempo vino la palabra de Dios a este hombre y le dijo: “Ve, muéstrate a Acab, y yo haré llover sobre la faz de la tierra” 1 Reyes 18:1.

Vemos que Elías obedeció a la voz de Dios y se dirigió a Acab y el hambre era muy grabe en Samaria.

Vemos pues, que la situación en Samaria era cada vez más grabe, abundaba la sequía y la situación no podía ser peor.

Pero llegó el momento en que Dios, el mismo que le había dicho a Elías un día escóndete, ahora le dice: ¡Ve y muéstrate!

Es que los hombres de Dios escondidos no funcionan, a menos de que estén escondidos en intimidad con Dios.

Pero al terminar esa intimidad con Dios ya no podemos seguir escondidos, debemos ser visibles.

La obra de la iglesia del Señor, no la hace la hace una iglesia invisible, el Dios que nosotros tenemos es posible verlo obrar.

Y es allí donde el Dios invisible se puede hacer visible y el cristiano invisible, debe ser visible.

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Hay cantidad de cosas que la iglesia del Señor debe hacer que no se deberían hacer de una manera virtual, a distancia o de lejos como ahora se acostumbra hacerse.

Pero la labor de la iglesia no se debería hacer virtualmente, en la iglesia no debe haber actores invisibles ni siquiera por delegación.

La gran comisión no se puede delegar, o la hace la iglesia o no la podría hacer más nadie y una iglesia que no lo haga no tendría razón de ser, porque su razón es ser es id y predicad.

Debemos reflexionar en qué pasaría cuando el Dios invisible se vuelva visible, y cuando esos creyentes que están acostumbrado a ser invisibles de un momento a otro entran en escena y se vuelven visibles; seguramente viviéramos otra realidad.

¿Cómo hacemos visible a un Dios invisible? Estamos tan acostumbrados a que Dios esté tan cerquita que a veces se nos olvida que Dios está ahí.

Muchas personas han tenido a Jesús tan cerca, pero no se han percatado de su presencia.

La gente muchas veces no logra percibir lo que Dios es, como ejemplo podemos mirar la ceguera que tenían aquellos gadarenos.

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Que podían ver los cerdos tirados en el mar, ahogado y lo que hacían era pedirle a Dios que se fuera lejos de su entorno.

Es todo lo contrario, en ese momento era un Dios visible, que nosotros quisiéramos verlos, pero ellos lo ven y lo vuelven invisible.

No es posible que la iglesia de Señor no tenga visible a su Dios invisible, no tendría esa iglesia sentido si tiene a Jesús afuera, no tendría presentación.

La mejor manera de hacer visible a Dios es permitiéndole que obre en nuestras vidas.

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Cómo ver al Dios invisible.

Cada creyente tiene a su lado a un Dios visible, es decir, que obre, que lo sentimos cerca, que esté a nuestro cuidado y que nos extiende su mano cuando le necesitamos.

Nosotros vemos a Dios en sus obras, la palabra de Dios nos dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos” Salmos 19:1.

No podemos tener a Jesús tan cerca y no sentirlo, tan cerca y no ver sus obras porque no tendría sentido.

Es por esa razón, que el cristiano no puede impedir que Dios use nuestras vidas como un instrumento en donde él se pueda mover.

Pero no pretendamos que Dios se manifieste en nosotros si nuestra vida a veces es tan cerrada que ni el mismo Dios puede entrar.

¿Cómo pretendemos que él nos use en esa manera? No podríamos hablar de un Dios visible si no le permitimos que actúe y obre en nuestras vidas.

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La palabra de Dios nos confirma en Romanos 1:20: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”.

A Dios debemos dejarlos que se muestre, que actúe a través de nuestras vidas; así como nosotros no podemos ver el viento.

Pero si vemos el impacto que causa moviendo los árboles, así podríamos ver a Dios moviéndose a nuestro alrededor.

¿Cuándo una iglesia se vuelve visible? Claramente cuando actúa, cuando hay acciones y se cumple la gran comisión, esa es nuestra gran meta.

Nuestra vitrina no son los templos, ni los que los adornan; lo que le da a esta iglesia notoriedad ante la sociedad y el mundo es la gran comisión y su cumplimiento.

Por eso el Señor nos dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” Marcos 16:15.

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Cómo ver al Dios invisible.

La iglesia no está llamada a otra cosa más importante que la ya nombrada, es la única manera en que podemos hacer visible la iglesia del Señor.

No puede ser visible una iglesia en donde no haya derramamiento del Espíritu Santo; si el poder del Espíritu Santo no desciende, nuestras iglesias estarían en el más grande anonimato.

Un creyente se hará visible con su pasión por las almas se mantiene viva.

Si Jesús no está en medio de nosotros, no nos conocerá nadie porque la presencia de Jesús es indiscutible, es innegable.

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No puede faltar Jesús en nuestras vidas, él es el que le da sentido a nuestra iglesia.

Podemos tener los recursos que queramos terrenalmente, pero si no tenemos unción del Espíritu Santo, seremos anónimos y desconocidos ante el mundo.

A la iglesia la debe conocer el mundo, por la unción que el Señor ha depositado en nosotros y porque diariamente se predica el poderoso mensaje de salvación.

Dejemos de vivir en el anonimato, es momento de que dejemos que nuestro Dios visible haga una obra especial en nuestra vida.

Y podamos ser visibles como él es y a través de su obra en nuestra vida podamos ganar muchas almas para su gloria.

Por: Héctor Betancur

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