El peso de la enemistad entre hermanos

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El peso de la enemistad

El trato interpersonal en la iglesia debe ser un factor que estimule y alivie el caminar de la vida cristiana, debe constituirse en uno de los pilares que más aporte al desarrollo y crecimiento individual y colectivo de los creyentes; hablaremos sobre el peso de la enemistad.

Es necesario que en las iglesias donde se predica a Jesús como salvador, se enseñe la necesidad de amar al prójimo y de demostrar ese amor, dando y perdonando a nuestros hermanos.

Se ha convertido en algo común, las enemistades entre creyentes, es tan común simplemente dejar de hablarle a un hijo de Dios que no hacemos nada por remediarlo.

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El problema de esto es que al vivir una vida de enemistad, la vida cristiana se torna pesada, se torna aplastante pues:

¿Cómo voy a orar si no me hablo con mi hermano?

¿Cómo voy a predicar si tengo raíz de amargura contra mi prójimo?

¿Cómo voy a adorar a Dios si tengo resentimiento en el corazón?

Cristo precisamente enseñó a los apóstoles respecto a este problema:

«Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas». Mateo 6:14-15.

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Jesús se preocupó por dejar claro el ejercicio de fe que cada creyente debe esforzarse en practicar.

Por eso es necesario sacar toda enemistad de nuestro corazón, quitar toda raíz de amargura perdonando y dejando en las manos de Dios las malas situaciones.

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Para que nuestro camino en la vida cristiana sea más ligero y no nos quedemos postrados tan cerca de la meta.

«No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados». Lucas 6:37.

Por: Eduardo Cuadros

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