Correr sin dañar a los demás
Un día en clase de educación física, nos pusieron a correr alrededor del colegio que era de grande dos manzanas. Al dar el pitazo de salida mis compañeros salieron corriendo despavoridos, empujando, buscando tumbar a los demás, abriéndose paso para llegar de primeros. Hoy hablaremos de correr sin dañar a los demás.
Lo bueno del caso es que ellos se cansaron rápido y no dieron más. Yo que arranque de último (por los empujones) corrí con calma y llegué de primero.
La vida cristiana es una carrera, en la cual todos vamos rumbo a la meta final que es la salvación.
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Por lo tanto ten cuidado como corres, porque hay quienes por figurar empujan a otros para hacerlos caer o simplemente para retrasarlos, hay quienes quieren empezar con todas las revoluciones y se cansan rápido.
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Seamos sabios y corramos con paciencia esta carrera y de manera legítima, no busquemos figurar, no busquemos llamar la atención a costa de pasar por encima de nuestros hermanos.
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Dejemos que Dios por su gracia y a su tiempo, nos dé la ubicación en la que debemos estar y de seguro llegaremos a la Meta.
Debemos aprender a correr sin dañar a los demás.
«Así mismo, el atleta no recibe la corona de vencedor si no compite según el reglamento». 2 Timoteo 2:5.
Por: Eduardo Cuadros
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