Idolatría evangélica
Un día llegó a la congregación una joven quién manifestó ser hija de creyentes de la iglesia, al preguntarle dónde vivía nos llevamos la sorpresa que vivía a cuadra y media del templo. Hablaremos sobre: «Idolatría evangélica».
Comenzamos a visitarla y a llevar un proceso de donde nos pareció natural involucrar a los padres. Pero al hablar con ellos nos enteramos que cada uno asistía a congregaciones de la misma denominación pero en diferentes lugares.
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El papá asistía a una que a distancia de la casa el tiempo de desplazamiento era como de veinticinco minutos a pié y la mamá a una distancia como a media hora en bus.
La joven comenzó muy animada e insistió a sus padres que ella quería seguir a Cristo pero que necesitaba la unión y el acompañamiento de papá y mamá pero la respuestas de ellos fue: «NO, a mí me gusta ir donde estoy si usted quiere buscar a Dios HÁGALO DONDE QUIERA».
Ella desilusionada y decepcionada trató de seguir adelante pero al no encontrar apoyo en su casa desmayó.
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Este caso me dejó con la boca abierta porque ¿hasta que punto nos convertimos en idólatras de templos y hombres como para ponerlos por encima de la salvación y el bienestar de nuestros hijos o esposa? o ¿hasta dónde prima mi gusto o simpatía por un lugar o cargo o persona por encima de la unión familiar?
Creo que como cristianos debemos ser seguidores de Cristo y no de hombres o de templos.
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Debemos pedir sabiduría a Dios para poder fortalecer la unión de la familia en Cristo y sacar toda división, idolatría e individualismo (beneficio personal) que no nos permita llegar junto con nuestra familia a la gloria de Dios.
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«Por tanto, mis queridos hermanos, huyan de la idolatría. Me dirijo a personas sensatas; juzguen ustedes mismos lo que digo». 1 Coríntios 10:14-15.
Por: Eduardo Cuadros