El nombre propio de Dios

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El nombre propio de Dios

Esto del Nombre, no es un tema nuevo, pero es una doctrina que la necesitan las nuevas generaciones, para poder dar el fruto de hoy en la raíz de ayer. Hablaremos sobre: «El nombre propio de Dios».

Dijimos que el evangelio es la doctrina del cristianismo, que el evangelio es un conjunto de doctrinas, y que la doctrina es la que endereza y direcciona nuestros pasos, para no ser un religioso cualquiera, sino andar por los caminos rectos.

La persona se entrega al Señor entusiasmada en la primera infancia espiritual, alegre, pero si no hay quien lo instruya, coge para otro lado.

En este tiempo que vivimos hay mucha gente confundida, que no sabe cual es la verdad, y hay unos que creen que todas las religiones son igual de buenas.

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Ambas posturas son sumamente peligrosas, porque así el pecador anda sin rumbo, como la hoja que lleva el viento a caer donde sea.

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Hay gente que lo mismo le da una cosa que la otra, y como ahora hay religiones para todos los gustos, hay doctrinas a la carta, la tendencia contemporánea es que todas las religiones son buenas, y eso se llama «holística».

Holística quiere decir, el evangelio de todos y para todos, cualquier evangelio es bueno.

El ecumenismo mundial es el movimiento que promueve la unidad entre todas las religiones cristianas.

Hoy en día vemos al papa que va de un reino a otro, supuestamente pidiéndole perdón a los que fueron ofendidos siglos atrás.

De manera que la idea es que haya una iglesia global, como en este tiempo en que vivimos todo es global, la economía, las políticas y muchas cosas mas.

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Eso de unir todas las doctrinas suena muy bonito, pero pervierte la verdad, como en los días del emperador Constantino, que con su famoso decreto de tolerancia, mezcló el paganismo con el cristianismo, generándose así en el planeta una iglesia mundana.

Ahí nacimos muchos de nosotros, y el día que nos entregamos y entendimos el evangelio, lloramos porque nos dimos cuenta que estábamos engañados.

Que nos hubiéramos perdido si hubiésemos seguido allá, pero solo la mano del Señor, poderosa, nos arrancó de allá, y nos hizo conocer la verdad.

¿Pensemos por qué la Biblia hace tanto énfasis en el Nombre de Jesús?

Siempre que lo menciona, lo coloca en un lugar de prominencia, un lugar alto, por eso en Hechos dice:

“Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Está dicho, no lo busquemos por otro lado, que en ningún otro hay salvación, sino en el Nombre de Jesús.

El ángel de Jehová que a menudo se aparecía en el Antiguo Testamento, era una teofanía de Dios, que a la vez era prototipo de Jesús que iba a venir.

Teofanía es una aparición de Dios y cada vez que habla de este nombre, lo pone en altura.

En el Antiguo Testamento, el nombre propio de Dios fue desconocido, era un misterio.

Porque Dios no es nombre propio, Espíritu Santo no es nombre propio, Hijo no es nombre propio.

Tengamos en cuenta eso, una cosa es el nombre propio y otra cosa es el común.

La palabra «hombre» es un nombre común, porque todos los de ese género son hombres; la palabra «mujer» es un nombre común, todas las damas del género femenino; pero el nombre propio es diferente.

Nosotros respondemos a nuestros nombres propios, eso te ayudará a entender.

A Dios lo llamaron de muchas maneras, pero el nombre propio fue escondido, era un misterio, Jacob lo preguntó, Moisés lo preguntó, Manoas lo preguntó, y no se les dio a conocer.

El nombre de Dios estaba reservado para ser revelado cuando viniera el cumplimiento de los tiempos, estaba escondido.

A los antiguos les fue oculta la revelación del nombre propio de Dios, lo nombraron con muchos títulos, por eso Isaías dice:

“Llamarás su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.

Todos esos son nombres comunes, no nombres propios que diga “Se llama fulano”.

Caso contrario sucedió cuando se le reveló a José “Llamarás su nombre Jesús” ese sí es, fue un misterio, hasta que vino Jesús y dio a conocer ese nombre admirable, que había estado oculto por muchos siglos.

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Jesús fue el que trajo la revelación del nombre, y es el más grande que hay.

Que le fue dado un nombre sobre todo principado y potestad, y sobre todo que se nombra no solo en este siglo, sino también allá en el venidero.

El nombre que Jesús trajo, ese es el propio de Dios, el personal, todo los demás fueron títulos, lo llaman Jehová, el Yo Soy, Padre Eterno, lo llamaron de diferentes maneras.

Por eso dice la Biblia que «Dios en los tiempos pasados, habiendo hablado a los padres por los profetas de muchas maneras, ahora, hoy nos ha hablado por su hijo, y ese hijo es el que lleva el nombre de su padre».

Jehová en Hebreo significa Jesús en griego, que quiere decir salvador.

Según la hermenéutica Jesús viene de una voz griega traducida del hebreo que se pronuncia Jeshua, que quiere decir “Jehová salva”.

Por eso el ángel dijo “Llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

También Hechos dice “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”.

Pastor: Clodomiro Lobo

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