La importancia de las almas

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La importancia de las almas

Dios ama mucho a la gente, si alguien hay importante aquí es la gente, el mundo no tendría sentido si no tuviera gente, así maldigan, así tomen trago, así hablen mal, así pequen, para Dios es muy importante la gente. Hablaremos sobre la importancia de las almas.

Si algo movió a Dios de su trono de gloria, y lo impulsó a venir a este mundo fue la gente.

Algunos predicadores dicen que Jonás fue rebelde porque no quería ir a Nínive a predicar, como ya sabemos.

Los ninivitas eran gente mala, pecadora, habían hecho mal a Israel, habían ofendido a Israel, habían llevado cautivos a sus hijos, habían hecho cosas malas.

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Y Dios llama a Jonás, un israelita, un profeta, y le dice “Jonás, vaya y predique a Nínive, y dígale que dentro de cuarenta días Nínive será destruida”.

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La importancia de las almas.

Jonás no quería ir para allá, no por rebeldía, sino por conocimiento, porque Jonás conocía quien es Dios.

Jonás decía “Yo me los conozco y si esa gente mala, pecadora se arrepiente, Dios los perdona” porque ese es el Dios que predicamos.

Un Dios que perdona al pecador, él no quiere la muerte del pecador, sino que este se arrepienta y viva.

A Dios no le cuesta perdonar como lo hacemos nosotros, todo lo contrario, a él le fascina perdonar, es el pan de cada día.

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Dios no tiene problema para perdonar, su misericordia es desde la eternidad y hasta la eternidad.

Jonás dijo “Yo no voy para allá a predicar, si esos ninivitas son tan malos” de pronto le habían matado un sobrino a Jonás, o quizás le habían matado un tío, no sabemos.

A veces nosotros tendemos a condenar a la gente, y no está bien, en lo absoluto, porque Dios no envió a su hijo al mundo, para condenar al mundo, sino para salvarlo.

Hay hermanos que se la pasan hablando más del diablo que de Dios, y diciéndole a la gente.

“El diablo se lo va a llevar para el infierno, y el diablo esto y aquello” no hablemos tanto del diablo, no le de tanta importancia.

Lo que debemos hacer es hablarle a la gente de lo bueno que es Jesucristo de Nazaret.

Estamos hablando sobre la importancia de las almas.

Digámosle a la gente que Jesucristo sana, restaura, levanta y perdona.

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No hagamos que la gente vaya a la iglesia por el miedo al diablo o al infierno, que la gente vaya a la iglesia por amor a Cristo, para conocer su plan de salvación y saber que a él le importan las almas.

Jonás dijo “Yo no voy” pero como Dios le insistía, se fue para una ciudad llamada Tarsis, porque no quería predicarle a los ninivitas.

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A veces no queremos hablarle de Dios a esos borrachos y vemos a la gente tomando, bailando, y hasta decimos:

“Ojalá se abriera un hueco en la tierra y se los tragara para que conozcan a Dios”, y cuando éramos borrachos, ¿quién nos decía algo?

Si Cristo tuvo misericordia de nosotros, también puede tener misericordia de las demás personas; porque a él le importan muchísimo las almas, le costaron sangre.

Jonás dijo ¡No voy! pero cuando Dios manda, manda; se montó en un barco que iba para Tarsis.

Nosotros conocemos la historia, el mar se enojó, echaron suertes para ver por qué el mar se había enojado y la suerte cayó sobre Jonás.

Entonces Jonás dijo “échenme al mar y verán cómo se calma” y lo echaron al mar, pero ya Dios tenía preparado un gran pez.

Y sabemos que allá llegó Jonás, no se quiso ir en barco, llego en un gran pez, y qué curiosidad, los ninivitas creían en el dios pez.

Ellos creían en un dios que era cuerpo de hombre y cara de pez, y Jonás les llegó en un gran pez, creyeron porque creyeron que venía de parte de Dios, porque Dios todo lo sabe hacer.

Pero predicó enojado, como diciendo “ésta gente no merece”, a veces nosotros pensamos que la demás gente no merece la salvación.

Aun cuando el evangelio es para todos, para los negros, para los blancos, para el maldiciente, para el que vive bien.

También para el que vive mal, para el sano, para el enfermo; el evangelio de salvación es para todo el que quiera recibirlo en su corazón.

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Nosotros no vemos a Dios diciendo: “Los evangélicos háganse a un lado, voy a hacer caer lluvia solamente para ustedes”.

No, él hace llover sobre buenos y malos, pone el sol sobre justos y pecadores, tan bueno y grande que es nuestro Dios.

Enojado Jonás, bravísimo llegó allá, y fue tan directo “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida, malos, pecadores”

Pero ese pueblo se arrepintió y si hay algo que no desprecia Dios es un corazón contrito y humillado.

Una persona puede ser muy pecadora, pero después que se arrepienta, Dios es amplio para perdonar, porque a él sí le importan las almas.

Pastor: Juan Carlos Soto

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