Un llamado en tiempo de crisis

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Un llamado en tiempo de crisis

Estamos viviendo un tiempo de crisis y para nadie es extraño.

Hay crisis social, familiar, económica y espiritual, como usted lo quiera mirar.

La crisis ha abocado toda la sociedad, se ve en los niveles altos y en los bajos, se ve en el académico y en el no académico, se observa en la persona adinerada y en el no adinerado.

Es una crisis que impacta a todo el mundo.

Los sociólogos la han llamado la catarsis social, pero en medio de una crisis, Dios puede hacer cosas todavía muy grandes, pero para eso, se necesitan hombres de Dios.

Hombres que nos paremos en la brecha, que digamos no al pecado, hombres que renunciemos a la impiedad, y atentamos el llamado del Señor.

Dios puede cambiar la vida de alguien, de pronto alguien pensó que nació para ser un derrotado, pero no naciste para eso, estas aquí para ser más que vencedor.

A veces nos dormimos en los laureles, pero la oportunidad que tenemos hoy es demasiado grande.

Nunca la iglesia ha tenido la oportunidad tan linda como la que tiene hoy, porque la Biblia dice, que cuando abundó el pecado, sobreabundó la gracia y el poder de Dios.

Ahora que el hombre se siente impotente, que piensa que la solución es pegarse un tiro en la sien, y acabar con su vida, es la hora donde la iglesia va a demostrar el Poder de Dios

Nos parece extraño que Dios se mueva, pero esa es la naturaleza de Él, si Dios no se mueve, perdemos todo, lo que nos mantiene vivos es el Poder.

La historia nos data, que en todos los tiempos han existido crisis, hubo crisis en el tiempo de Elí, la lámpara de Dios se iba apagar ya, no había visión con frecuencia.

Una crisis total, sencillamente la gente se desbordó de los límites, y se fue a otras cosas, pero Dios siempre tiene sus reservas.

Esta iglesia no es de los hombres, porque si esta iglesia estuviese fundada en los hombres, hace rato que se hubiese acabado, pero esta iglesia todavía está en las manos de Dios.

Dios tiene sus reservas, aunque dormido, pero la tenía, Samuel estaba dormido en el templo.

Quizás haya jóvenes así en el templo, pero dormidos, si Dios te puso en ese colegio, en esa universidad, no creas que es porque eres demasiado inteligente.

Dios tiene un propósito contigo, jovencita.

Él no te trajo a la iglesia para ser una modelo, las modelos se quedan afuera, el Señor te trajo porque te va usar de una manera poderosa.

Samuel estaba dormido en medio de la crisis, y no sabía nada.

Tú no puedes seguir dormido, el Espíritu Santo te va a llamar, hay una convocatoria para alguien, que le quiera servir a Dios de verdad.

No hay visión con frecuencia, ahora nos parece todo normal, pero no es todo normal.

La sociedad perdió su rumbo, esto se llenó de emos, de bisexuales, lesbianas, la gente se está casando entre el mismo sexo.

El mundo perdió su punto de normalidad, todo está en crisis.

Ahora la gente se pone pirncing en la nariz, en la oreja, en la lengua, por todas partes.

Los lenguajes cambiaron, se perdió el norte, ahora la gente no le interesa, pero Dios va a despertar a alguien.

Hay un problema con Samuel y es que, aunque esté en el templo, no conoce al Señor, ni tampoco su voz, pero tranquilo que te vamos ayudar a conocerlo.

Él si ha estado en los cultos, pero nunca Dios le ha hablado, y una madrugada Dios lo llama.

¡Samuel!, Y Samuel si conoce bien la voz de Elí, del pastor, pero no la de Dios.

Samuel corre donde estaba acostado Elí y le dice ¿para qué me has llamado? Y Elí le dice: yo no te he llamado, ve y acuéstate.

Cuando Dios quiere algo con alguien, Él lo trabaja, hasta que lo conquista.

Si Dios quiere algo contigo, Dios te va a conquistar.

Y de nuevo Samuel despierta a Elí, entonces él pensó que podía ser Dios, Elí si conocía el proceso, pero Samuel no.

Hay gente que conoce los procesos, pero hay otras que no.

Elí le dice a Samuel: ve y acuéstate y si vuelves a oír la voz di “habla Jehová, que tu siervo oye”.

Dios persistió, llamó de nuevo a Samuel y él dijo: ‘’Heme aquí, habla que tu siervo oye’’, y se levantó Samuel, y fue tremendo hombre de Dios.

Dios le dio un mensaje contundente, y en medio de la crisis, Él levantó a un gran profeta.

En medio de la crisis que vive el mundo hoy, Dios va a levantar jóvenes poderosos en Él.

Hay gente que Dios ya viene tratando con ellos, que no están tranquilos en el colegio, ni en la universidad.

Dios hace rato viene diciéndoles: te voy a usar poderosamente, y ellos lo han entendido, pero esta vez Dios no te manda razones, te lo dice personalmente: ¡Te voy a usar poderosamente!

Necesitamos gente que todavía se le conmuevan las entrañas, que respire por Dios, que la visión y la pasión le corra por las venas.

Dios todavía tiene la reserva, hay gente que le busca en las madrugadas, que todavía come Biblia, come palabra, personas que se encierran con Dios días enteros.

En medio de una crisis en Israel, se levantó un hombre de una estatura muy importante.

Un hombre de guerra, fuerte, donde los hombres de Israel se quedaron chicos frente a él.

En medio de esa crisis, Dios toca a un joven, y no tocó al joven del palacio, tocó al joven del campo, el que mataba los leones, los osos, el que nadie conocía.

Lo importante no es quién te conoce, lo importante es quién te llama.

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Dios preparó al profeta y le dice: voy a levantar a un hombre, y está viviendo en la casa de Isaí.

El profeta llegó allá, esa casa era humilde, pero ahí es donde está el hombre que Dios va a llamar.

El profeta dice: «Dios me envió, aquí traigo el aceite para depositarlo sobre uno de tus hijos porque ese será un hombre grande en Dios’’.

Isaí comienza por presentarle el mejor de sus hijos, porque a Dios se le da lo mejor, pero Dios dijo: no es.

El que señala es Dios, no es el pastor. Y en ese orden le presentó todos sus hijos.

Hay gente que se ha soñado predicando, evangelizando, y se han levantado y han contado su historia, y los han tenido en poco, pero si Dios te llama, nadie podrá detener ese llamamiento.

Parece que el profeta perdió el tiempo.

Pregunta si hay algún hijo más, Isaí dice: si estos no han servido, mucho menos el peladito aquel que tengo cuidando ovejas, ni lo quería nombrar el papá.

De pronto dirás: es que desde pequeñito en la casa me han tratado mal, mis papás han sido duros, pero hay alguien que te ama con amor eterno.

Isaí dijo: tengo a uno en el campo, que me cuida las ovejas.

Entonces, mandó al hermano mayor a buscarlo.

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Ahora el que iba a ser servido, pasó a ser servidor, y se fue al campo y le dice: David, alguien te necesita en la casa.

De pronto David no era muy importante para nadie en este mundo, pero si para el Dios eterno.

David llega a la casa y Dios le dice al profeta: ese es, úngemelo porque con ese voy a trabajar en este tiempo.

Ese día David fue lleno del Espíritu Santo, y Dios empezó a usarle.

David con la unción fue distinto, ahora en la crisis, se paró en la raya.

Hoy todo el mundo tiene miedo, y desde muy pequeñitos nos enseñaron a tenerle medio al diablo.

Pero ya es hora que el diablo nos tenga miedo a nosotros, a los que hemos conocido el nombre de Jesús.

Todo el mundo tenía miedo de mayor a menor, nadie se escapaba, menos un joven que fue ungido.

Ese es el joven que Dios necesita, un llamamiento en tiempo de crisis, y le dice el hombre de guerra: dame un hombre que pelee conmigo, y David dice: yo soy ese hombre.

El rey le dice a David: tus intensiones soy muy bonitas, pero estas lleno de vida, tienes un futuro, lo que el rey no sabía era que el futuro de David estaba era en Cristo.

Y el rey lo desilusiona y le dice: ese gigante te mata en un instante, pero David dice: yo lo voy a enfrentar.

Le dice: Mire rey, yo he matado osos y leones, usted nunca me ha visto, pero yo lo he hecho, y me voy a enfrentar al gigante, el rey le dice; bueno, al menos colócate la vestidura de los soldados.

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Un llamado en tiempo de crisis.

David no es un hombre de guerra, él es un hombre de campo, y cuando da un paso con la armadura dice:

Yo no puedo con esto, pero tengo dentro de mi algo más grande.

“Las armas de nuestra milicia no son carnales sino poderosas en Dios, para la destrucción de fortalezas”

Se levantó David, y tumbó al gigante, y Dios, le dio victoria al pueblo.

La historia de la iglesia, registra que por aquí han pasado hombres usados en su tiempo.

Pero hoy Dios está buscando hombres dispuestos, que ya hayan matado leones y osos.

Dios busca hombres que han vencido la tentación, cuando han estado solos, y por eso Dios los está buscando.

El caso de Isaías, un momento difícil que vive el pueblo, un año de soledad espiritual, desde que murió el rey Usías no volvió a pasar nada en la iglesia.

Dios sigue siendo Dios, y llama a Isaías.

Isaías no fue a un día de ayuno, ni a una convocatoria especial, ese día se fue al templo, hacer reminiscencia y comienza a recordar cómo Dios se movía allí.

De repente viene la gloria de Dios, y esa es la gloria que necesitamos, le hemos puesto trabas a Dios, tapas a esto, hemos argumentado nuestras propias cosas.

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Un llamado en tiempo de crisis.

Hemos montando unos paradigmas muy humanos, y hemos impedido que Dios se glorifique como se tiene que glorificar.

Cuando de repente Isaías ve el destello de la gloria de Dios, que quería salir corriendo, pero no corrió porque el Señor lo buscaba para algo especial.

Dios lo buscaba porque lo iba a usar en ese tiempo de crisis, y Jesús, hizo todo el proceso.

Y dice Dios; «¿A quién enviaré?’’  Y dice Isaías; «Heme aquí, envíame a mí’’.

Hoy la gente se quiere enamorar, pero no se quiere comprometer.

Quiere trabajo, pero no salir a buscarlo, quiere plata, pero no trabajar, tener coronas, pero no luchar por ellas.

Quiere Espíritu Santo, pero no quiere alabar, la gente quiere que Dios le dé cosas.

Pero no orar, quiere que Dios le use, pero no se quieren gastar.

Quieren brillar, pero no quieren arder, quiere corbata y saco, pero no quiere buscar la unción.

Quiere púlpito, pero no quiere ir a tocar puertas, en medio de la crisis que vivimos, necesitamos hombres comprometidos con el anhelo de Dios. Un llamado en tiempo de crisis.

Por: Jhon Fabio García

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