Mujer eres libre Jesucristo te liberó

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Mujer eres libre

Dice la Biblia que enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo, y había allí una mujer que desde hacía 18 años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, de ninguna manera se podía enderezar. Hablaremos sobre el tema: «Mujer eres libre».

Hoy vamos hablar de una declaración que viene de lo alto: ¡Mujer, eres libre!

La Biblia menciona que había una mujer que andaba enferma, pero no era una enfermedad física, dice que tenía un espíritu de enfermedad.

Si nosotros miramos la cultura de ese entonces, en el oriente, la mujer no tenía las garantías que ahora tenemos.

En nuestra cultura occidental, donde las mujeres tenemos muchas garantías, se nos mira con gran respeto, se nos permite hacer muchas cosas, y a veces igualar las actividades que hace un hombre.

Pero a diferencia, en la cultura oriental a la mujer no se les permitían muchas cosas.

En algunos países, aún no se le permite a la mujer tener las libertades que podemos disfrutar nosotras en Colombia, que entre otras cosas si algo tenemos que agradecerle a Dios es haber nacido en este lindo país.

De pronto para muchas cuando oran, no ven la bendición tan grande de haber nacido en Colombia, pero este país con todo lo que le quieran agregar es una bendición.

Vemos que esta mujer se encontraba en medio de una cultura donde no se le permitía a una mujer enferma entrar a una sinagoga.

Además, es bueno saber que dentro de la sinagoga había un espacio aparte para la mujer, este se separaba por con unas cortinas.

Se creía que la mujer era entretenimiento para los hombres, no los dejaban concentrar, no se permitía a una mujer sana, mucho menos a una enferma tomar parte en el recinto.

Vea también: La posición que Dios le ha dado a la mujer

Las mujeres no podían estar como nosotras en estos tiempos, en medio de los hombres.

La mujer en ese entonces caminaba detrás del hombre con la cabeza abajo.

Un maestro de la ley o un sacerdote, no podía detenerse hablar con una mujer en la calle, las mujeres estaban apartadas.

Jesús enseñaba en una sinagoga, y allí estaba una mujer, aparte de eso enferma y la clase de enfermedad que tenía era vergonzosa, andaba encorvada, una mujer acostumbrada siempre a mirar hacia el suelo.

¿Cuántas veces deseó esa mujer mirar las estrellas en la noche como lo hacemos tu y yo? ¿Cuántas veces deseó observar la belleza de los cielos y no pudo?

Tenía un impedimento llamado joroba, que por mucho que quisiera mirar hacia arriba, no podía, porque ese impedimento la obligaba mirar hacia abajo.

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Eran 18 años en esa situación, es de admirar lo que hizo esa mujer, como sabemos no estaba permitido que entrara en esa condición a la sinagoga, la tradición se lo prohibía, le costaba la muerte.

Tal vez lo que le dio la valentía a esta mujer de llegar allá, fue el enterarse que estaba Jesús, eso es: aprovechar las oportunidades, lo que no hemos aprendido hacer nosotros en esta época.

¿Cuántas veces escuchamos nosotros ¡aquí está Jesús!? Y se ha convertido en algo tan natural, ya no sucede nada en nuestro corazón al saber que allí está el Señor.

Esta mujer escuchó que Jesús estaba en la sinagoga, y tomó la decisión que tomó Ester ¡si perezco, que perezca!

Ella se metió dentro de la multitud, se sentó y cuando Jesús la vio, se conmovió.

Jesús es capaz de invalidar cualquier costumbre, por hacer algo en alguien necesitado.

Cuando Jesús la vio, la llamó.

Era prohibido para una mujer pasar al lugar donde estaban los hombres, pero mire todo lo que Jesús hace para darle altura al que está en el polvo.

No le bastó verla. Pudo haberle dicho desde donde estaba que fuera sana, pero no, quiso darle importancia a una mujer despreciada por el pueblo.

Quiso demostrarle su amor; 18 años humillada, te han tenido amedrentada, nadie te ha visto, pero hoy pongo mi mirada en ti y no solamente te voy a hablar, también te voy a llamar, para que vengas hasta donde estoy yo.

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Mujer eres libre.

Hay personas que el enemigo las tiene humilladas, encorvadas, que no les deja levantar su cabeza, porque todavía tienen un sentimiento de culpabilidad.

Hay creyentes que no se sienten perdonados, liberados, porque han cometido pecado, han ofendido a Dios, y aunque le han pedido perdón, por momentos hacen como esta mujer, intentaban levantar su cabeza, pero su impedimento se la bajaba.

Así hay creyentes, en los cultos reciben bendición, se sienten liberados, pero al instante el enemigo les recuerda la joroba que tienen y bajan la cabeza.

Todavía tenemos creyentes que pasaron por momentos difíciles en su niñez, algunos fueron violados, no han podido ser felices, no han podido disfrutar de esta gracia, porque el enemigo los tiene mirando para el suelo.

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Creyentes que cometieron el pecado de un aborto, se arrepintieron, y por momentos se sienten libres pero el enemigo al instante les recuerda su joroba.

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Tenemos matrimonios que no han podido recuperarse por un error que cometieron, no han podido seguir adelante, intentan hacerlo, pero el enemigo les recuerda y bajan su cabeza.

Hermanos que cuando se les pide que hagan algo en la congregación se sienten indignos.

Y por mucho que quieran servir al Señor no pueden, porque hay un enemigo que les ha puesto una joroba espiritual.

¡Te llegó la hora!

Cuando Jesús vio a la mujer la llamó, y le dijo: mujer, eres libre de tu enfermedad.

Pero algo más pasó; si no le era permitido hablar con una mujer en público.

Porque era un maestro, mucho menos llamarla y traerla al sitio donde Él estaba, pero eso no le bastó, porque Jesús la tocó.

No era permitido tocar a ninguna mujer en público, así fuera el esposo, ahora mucho menos un maestro.

Jesús se la juega hasta hacer lo imposible cuando ve fe y necesidad en alguien.

Tú lo único que necesitas es: lograr que el maestro te vea.

Por: Olga Piña

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