El movimiento del Espíritu de Dios

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El movimiento del Espíritu de Dios

La Biblia habla que había un estanque llamado el estanque de Betesda, era muy famoso porque alrededor de él, iban enfermos, siempre yacían hombres con problemas físicos, con problemas espirituales y mentales. Hablaremos sobre «El movimiento del Espíritu de Dios».

Se escuchaba entre toda las aldeas de la tierra bíblica, que en el estanque de Betesda pasaba algo extraordinario.

Por eso las familias que tenían enfermos, los transportaban hasta el estanque, porque ellos querían ver a sus familiares restaurados.

¿A quien no le gustaría ver restauración en nuestras familias?

Ellos ponían su esperanza en un ángel que descendía de tiempo en tiempo, no se dice el tiempo exacto, pero la Biblia dice que bajaba esporádicamente.

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Imaginémonos esa escena, en que el ángel desciende, pensamos que el estanque estaba quieto.

Pero cuando empezaba a suceder movimiento, inmediatamente los enfermos salían corriendo y el primero que cayera dentro del estanque, ese podría tener lepra, pero esa sanado.

Pero el que menos tenia probabilidades, era alguien que tenía su cuerpo totalmente paralizado.

Su cerebro daba la orden, pero sus extremidades estaban quietas, las posibilidades eran remotas, pasaban años viendo como otros salían riéndose del estanque.

Pero él siempre tenía esa amargura en su alma de que nadie podía quitar de él su vergüenza.

Treinta y ocho años ese hombre postrado en esa camilla, pero él decía “Algún día tendré esperanza”.

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Lastimosamente hay un criterio en el mundo “Primero yo, segundo yo y tercero yo” pero surgen preguntas:

  • ¿Qué iba a hacer Jesús al estanque de Betesda?
  • ¿Por qué Jesús tenía que descender allá?

Y parece que entró como anónimo, vio al paralitico y le preguntó: ¿Tú qué quieres?

Respondiendo él dijo: «Ser sanado, pero la verdad es que no tengo quién me meta en el estanque cuando el ángel desciende y causa el movimiento de las aguas”.

Jesucristo le dio a entender que hay un movimiento más especial, y le dijo: ¡Si quieres puedo sanarte!, sí quiero, respondió.

«Párate, toma tu camilla y vete a tu casa”.

Pensemos que el paralítico de Bestesda fuese escritor:

Hubiese escrito: «Ese día me levanté pensando que depronto el ángel venia, pero no vino un ángel, el que me dijo que me levantara de esa camilla es el Dios manifestado en carne”.

El mismo Jesús que levantó al paralitico, hoy está presto para extenderle la mano a alguien.

Hay un movimiento diferente al del agua del estanque de Betesda, es el del Espíritu Santo, la ministración poderosa de Dios que va directamente a nuestro espíritu.

Pero para esto, debemos estar conectados, cuando cantamos, debemos cantar con el entendimiento, porque Dios habita en medio de la alabanza de un pueblo que sabe adorar.

Cuando comencemos a vivir en la dimensión del Espíritu de Dios, seremos personas llenas con el poder de Dios y saciados de su presencia.

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La Biblia dice que el hombre natural no puede percibir las cosas del Espíritu, porque el hombre natural está abajo y no comprende lo que pasa allá arriba.

Pero Dios le dijo a Juan “Sube acá y te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Nos cuestionan porque nos reunimos a adorar, porque nos vestimos de tal forma, porque pasamos hablando con Dios.

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Pero ellos no saben lo que tenemos nosotros, no saben lo que ocurre en nuestra alma y no comprenden esa experiencia que vivimos cuando nos arrodillamos a orar.

Más nosotros si lo entendemos porque la ministración del Espíritu de Dios purifica nuestras conciencias, convence al pecador de pecado, produce libertad.

Hoy somos diferentes por el movimiento del Espíritu de Dios en nuestras vidas.

Esperamos que esas cortas palabras, hagan un efecto en tu vida y puedan ser de mucha bendición para ti.

En la parte inferior te compartimos en una enseñanza, que fue la base para este artículo, si te interesa puede verla.

Pastor: Carlos Pérez

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