La integridad del adorador

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La integridad del adorador

Una de las problemáticas que tenemos es nuestra conciencia, nos acusa y condena cuando nosotros hemos hecho mal y cuando esto sucede, no tenemos esa libertad para adorar a Dios, por eso es importante la integridad del adorador.

Una persona que no sea íntegra, para Dios su alabanza es desagradable, fea y horrible.

Pero debemos pensar en las problemáticas que como creyentes tenemos o como cualquier otra persona que quiere caminar con Dios.

La integridad del Antiguo Testamento no es la integridad del Nuevo Testamento, porque la base del antiguo pacto es “El que haga estas cosas vivirá por ellas”.

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Pero en este pacto nosotros hemos sido justificados por su gracia y Juan dice “Nosotros le amamos porque él nos amó primero”.

Jesús tomó a un niño como referencia para los discípulos, Jesús cargó a un niño en su muslo y dijo a los que estaban ahí: «Si no fuereis como este niño, no entrareis en el reino de los cielos”.

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Si miramos las cartas de Pablo, dicen que nosotros tenemos que ser como niños en la malicia y maduros en el modo de pensar.

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¿Qué pretendemos cuando adoramos a Dios?

Cuando pasamos a cantar muchas veces hemos llorado y la gente de pronto llora, porque si vemos a alguien llorar, también hacemos lo mismo.

La mujer samaritana decía “es que ustedes dicen que es en Jerusalén el lugar donde se tiene que adorar, y a nosotros nos han enseñado que es en este monte”

Y Jesús le dice “Mira mujer, ni en este monte, ni en Jerusalén”.

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Algunos que quieren imitar a los judíos, ellos no adoraban a Dios como nosotros los latinos, los judíos decían “Jesús es bueno, grande, maravilloso y hacedor de maravillas” como letanías, pero nosotros no.

La gente dice “yo quiero cantar como David” pero David no cantaba como nosotros, nosotros no adoramos a Dios como ellos.

El problema de nosotros no es cuando estamos solos, es cuando estamos en grupo, porque solos somos originales, pero cuando estamos con alguien somos diferentes.

Nosotros adoramos a Dios porque él ha hecho con nosotros cosas grandes; procuremos no ser manipuladores, ni tampoco manipulemos nuestros propios sentimientos, vamos a adorar a Dios, en eso consiste la integridad del adorador.

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El centro de un culto no son los enfermos; llevan un paralitico al culto “hermano aquí hay un paralitico que quiere caminar” y todos emocionados ponen la mirada en el paralitico y se olvidan del dueño de esta iglesia.

Un culto no es grande porque los paralíticos se levanten, un culto es grande cuando un adorador le da a Dios la honra y el honor que se merece, con esto Dios es feliz.

Un culto no es maravilloso por la experiencia que vivimos en ese momento, es Dios, claro que Dios es tan bueno que él no se queda sin bendecirnos.

Nosotros proclamamos que amamos a Dios, pero no podemos adorarlo con nuestras cosas humanas, sino que, si él no nos sana, estamos de pelea con él; si no nos resuelve, estamos de pelea con él.

Nosotros debemos aprende a adorar

Dios está buscando adoradores que le adoren en espíritu y en verdad.

Adoradores, pero no como Dios quiere

Uno busca lo que no tiene a la mano, Dios no tiene muchos adoradores como él quiere, todos somos adoradores, pero no todos son como él quiere.

Podríamos llegar al culto “Señor no tengo plata, estoy esperando que me quiten la casa, pero yo te voy a adorar porque tú te lo mereces” no esperamos que nos llamen, nos impulsen a adorar a Dios, eso es espontáneo.

Tampoco es necesario pasar al altar, podemos hacerlo en el sitio donde estemos, seamos espontáneos, Dios se merece que lo adoremos.

En los íntegros (la gente íntegra es alegre) es hermosa la alabanza.

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Pastor: Jesús Villa
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