La salvación comenzó en el calvario

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La salvación comenzó en el calvario

La salvación del hombre no comenzó en el trono de Dios, sino que Dios la comenzó en el calvario donde su humanidad tuvo que morir, pero su muerte fue a favor de nosotros. Hablaremos sobre el tema: «La salvación comenzó en el calvario».

«Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos».

«Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido».

«Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados».

«Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros».

«Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca». Isaías 53: 3-7.

La salvación del hombre no comenzó en el trono de Dios, comenzó en el calvario, donde su humanidad tuvo que morir.

Pero es importante recordar que su muerte fue a favor de nosotros.

No lo hizo para salir en las películas de semana santa, porque es dueño todo el poder y toda la gloria, sin necesidad de prestarse para actuar en esas series.

Quizás alguna persona pudo haberse ganado la lotería, el baloto o un carro último modelo, cualquier cosa de gran valor.

Pero al fin y al cabo el día que nos vayamos a la tumba, nada de eso nos llevaremos.

Ni siquiera el dinero que tengamos en el banco porque: “Del polvo eres y al polvo irás…” dice la Biblia.

Dice que estando él en el trono, le dio la oportunidad a un hombre llamado Juan y Juan estando en el espíritu vio un trono en el cielo y uno sentando en el trono.

Y alrededor de él había 24 ancianos con vestiduras blancas y 24 coronas de oro en sus cabezas.

De ese trono que vio Juan cuando estaba uno sentando, vio algo espectacular, vio relámpagos, voces que salían, truenos incandescentes.

Y al lado de ese trono había 4 seres semejantes uno a león, otro al becerro, otro al hombre y otro al águila.

De día y de noche no cesaban de alabar al que vive por los siglos de los siglos y esos 4 seres tenían una canción preciosa que decía:

“¡Santo, Santo, Santo el Señor Dios todo poderoso, él que es, el que era y el que ha de venir!”

Además de que los vio diciendo Santo, también vio que daban gloria, honra, alabanza y acción de gracias al que estaba sentando en el trono.

Dice la Biblia, que se postraban delante de él, que echaban sus coronas y lo adoraban y todos le decían.

“¡Digno eres Señor, Dios nuestro de recibir el poder porque tu creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas!”

Lo que estaba viendo Juan no era cualquier cosa.

Hubo algo importante y es que cuando miró a la tierra, su corazón palpitó porque vio a un ser que de pronto no era digno.

Pero se enamoró de él y no le importó bajarse de su trono y dejar la alabanza a un lado.

Dice la Biblia, “De tal manera amó Dios al mundo” que no podemos contener su amor, pero se fijó en nosotros.

Después de su poderío y su grandeza dice el salmista David:

“Oh Dios! pero quién es el hombre para que en él pienses”.

Él se enamoró de su creación y descendió de ese trono de gloria para venir a este lugar y morir en la cruz del calvario por amor a nosotros.

Y mientras estaba allá en esa cruz, pensaba en la gente por la que iba a entregar su vida e íbamos a tener un cambio, además, después de esto nos íbamos a enamorar plenamente de él.

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Aun estando en la cruz del calvario alguien lo desafió y le dijo: “¿Por qué no te bajas de allí y de paso sálvate y sálvanos a nosotros mismos?”.

Jesús si quería bajarse, pero ese no era su propósito, su propósito era morir en la cruz del calvario porque estaba enamorado de ti.

No le importó el trono de gloria, le importó nuestra condición, porque éramos polvo, pero él murió porque nos amó.

El apóstol Pedro dice: “Toda carne es como la hierba y toda la gloria del hombre como la flor de la hierba, la hierba se seca y la flor se cae, pero la palabra del Señor vive y permanece para siempre”.

¿Qué es la hierba y qué es la flor de la hierba?

La hierba está frustrada porque en la mañana se enorgullece de su flor y en 2 horas después se desilusiona de ella.

La flor llena de apariencias, pero no le alcanza el tiempo.

Porque a las 2 horas de estar hermosa, se marchita y comienza a lucir muy mal hasta que se desintegra.

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La hierba y la flor se frustran porque no pueden contener el sol, así compara el apóstol y el salmista a la humanidad, que no se puede contener, no pueden ponerse en pie solos.

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No tiene un camino trazado y no podrán nunca subsistir por sí solos, pero que bueno que nosotros gozamos de alguien precioso que dio su vida por nosotros y la Biblia dice que:

“Todo el que creyere en él tendrá salvación y vida eterna”.

No importa la hierba que seas, si estas marchito, si estas encorvado o enfermo, tenemos a alguien que cuando somos pequeños, hace que seamos grandes delante de él.

Que cuando somos débiles él nos hace fuertes, aunque a veces no queramos tener nada que ver con él, él se agradó de traer esa salvación para que la gozáramos y viviéramos felices.

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Esa muerte en la cruz del calvario trajo sanidad para ti, trajo milagros, trajo felicidad, la vida eterna.

Así te mueras él prometió que un día levantará a los muertos en Cristo y un día estaremos con él por toda y una eternidad, si él lo prometió lo cumplirá.

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Qué bueno saber que cuando estamos enfermos él nos sana, soluciona nuestros problemas y nos defiende a donde vayamos.

Toda su sangre derramó, pero la Biblia dice que de todos esos lugares por donde salió la sangre no fueron en vano.

Porque por esas llagas fuimos nosotros curados y gozamos de una eterna redención y del perdón de nuestros pecados.

Jesucristo se levantó de la tumba victorioso y está vivo, no tenemos un Dios muerto, tenemos el privilegio que ese Dios en su humanidad murió.

Pero se levantó al tercer día con gran poder y gloria.

Si algo nos agrada a nosotros es que el calvario llegó a nuestras vidas, porque la salvación comenzó precisamente ahí.

Por: Elías Mejía

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