Doctrinas para la salvación

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Doctrinas para la salvación

El término doctrina según los antiguos, procede del hebreo, cuyo significado sería: “enseñanza e instrucciones”. Hoy hablaremos sobre el tema: «Doctrinas para la salvación».

En el Nuevo testamento se inclina a la enseñanza, a la información que se trasfiere de una idea fundamentaria.

Según nuestro diccionario, doctrina puede ser un conjunto de principios, enseñanzas o instrucciones.

Que se consideran como válidas y que pertenecen a una academia de carácter literaria, filosófica, política, militar o de una alineación teológica procedida por un ente de una organización establecida.

Se considera las doctrinas de Jesucristo un conjunto de principios, de enseñanzas individuales precedente de él y su vez, ser trasmitidas pedagógicamente a todos sus seguidores como una nueva instrucción, erudición de un nuevo reino e iglesia.

Una doctrina puede ser una enseñanza individual, pero con un cuerpo de operaciones que unidas entre sí hace un trabajo limitado.

Por ello, se necesita formar un conjunto de doctrinas para que se efectué una obra completa.

Hablaremos de varias doctrinas que se consideran importantes para la salvación en Cristo.

La redención en Cristo

Esta es una enseñanza que procede un poco más allá de la historia pero que al presente se está realizando como un producto recientemente puesto al mercado.

Esto quiere decir, que cada persona en el tiempo presente tiene la oportunidad de recibir el sacrificio de Cristo por la fe, ya que está al alcance de todos.

La palabra «redimir» en hebreo, enfoca varios aspectos:

  • Rescatar algo que se perdió.
  • Comprar de nuevo, un producto con el valor original.
  • Librar o sacar de un mercado una prenda de alto valor para que no se siga comercializando.

San Pablo, en Efesios 1:7 hace una observación: “En quien tenemos redención por su sangre”.

Según algunos intérpretes apostillan, que el apóstol San Pablo para darle importancia a lo que Jesucristo hizo en el calvario para nuestro favor, usó el término “redención”, el cual, su significado en latín reflejaba varias cosas:

a) Salvar o darle liberación a alguien que estaba confinado por una ley;
b) Librar y sacar a alguien que estaba en el mercado de los esclavos.

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Con esto San Pablo, esclarece que la redención nos indica, que toda persona es un esclavo del pecado, del diablo y es liberada a través de la sangre de Jesucristo, dada como el pago completo de lo que valía el rescate.

Los contrastes de la ley del Sinaí

Pablo, plasma sus ideas con aquellos que se relacionan con la esfera de la ley dada por Moisés.

Por ello, son colocados las contrapartes de los decretos en acción, por ejemplo:

La redención trabaja en llave con la justificación.

La doctrina de la “justificación” en hebreo, se utilizaba como término judicial para declarar inocente o justificar a un culpable a través de un conjunto de evidencias justificables.

En la lengua latina, la justificación, es una locución que presenta una serie de argumentos positivos para sustentar una idea de descargo en un conflicto determinado.

Por ello, el argumento de San Pablo a los Romanos fue el siguiente.

Romanos 3:24. «Siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús”.

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La justificación nos concientiza, que todos los pecados de la humanidad se encuentran delante del creador.

El hombre se halla como un culpable, como un reo, sentado en la silla del juicio pero por la fe en el sacrificio de Jesucristo, es declarado “justificado”. Romanos 8:1.

La “redención y la justificación”, se ensamblan con la “reconciliación” para continuar elaborando una obra más amplia.

La palabra “reconciliación” es procedente del latín, su idea es la acción y el efecto de volver a unirse el presente con lo que se venía haciendo atrás.

En las leyes antes de llegar a un litigio mayor, se llama a las partes a una reconciliación.

También se entiende como “reconciliación” olvidar una enemistad que proviene del pasado, es decir, unir un vínculo interrumpido en el pasado, con el futuro.

La reconciliación según la teología Paulina, es un don de Dios. «Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación«. 2 Corintios 5:18.

Esto tiene dos connotaciones:

  • Nos reconcilió consigo mismo
  • Y nos entregó a nosotros el misterio de la reconciliación.

Aquí, se ve un paralelismo analógico: Dios desciende hacia el hombre para perdonarle y el hombre asciende hacia Dios para amarle y agradecerle.

Por ello, la reconciliación es una alianza, un convenio de paz, el cual libera la aversión de los enemistados, operando en ellos una esfera de cordial voluntad, con principios renovados para disfrutar de una vida agradable y perdurable.

«Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida«. Romanos 5:10.

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La “redención, la justificación y la reconciliación” se asocian con la “adopción”, para complementar una obra extraordinaria.

La doctrina de la adopción se ha considerado una doctrina muy especial, ya que fue un plan de Dios desde la eternidad. Pero llevado a cabo durante el tiempo de su gracia.

La adopción es una idea que se estableció en la vida diaria para aquellas personas de bien, que quisieran tener hijos adoptivos fuera del vínculo biológico de la familia; este programa se estudió y se canalizó formando leyes que amparan este proceso.

Las nuevas familias adoptantes, quedan comprometidas a adoptar personas ajenas a su vínculo familiar y a su vez, protegiéndolos y dándoles los mismos derechos, los efectos requeridos y las obligaciones que tienen los hijos biológicos.

La disciplina de la adopción en Israel, no se hacía diferencia, entre los hijos legítimo y a los adoptados; ambos podían tener los mismos derechos.

La diferencia radicaba en que el hijo legítimo se creía que se lo merecía todo, mientras que el adoptivo reflejaba agradecimiento por el favor recibido.

Dios, en su presciencia anticipada, tuvo a bien tener en su corte divina seres terrestres y humanos, que también participaran de todos los bienes celestiales de una forma exclusiva, y para ello, utilizó el derecho de la adopción.

San Pablo, habló que la adopción, era un propósito que Dios tenía desde la eternidad.

Efesios 1:4-5. “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad”.

Pareciera que esto lo entendió el rey David, cuando dijo: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, Y el hijo del hombre, ¿para que lo visites?”. Salmos 8:3-4.

Se nota que ya Dios se fabricó un programa desde antes de la fundación del mundo; pero ahora en el tiempo presente, en el cual vivimos, es la oportunidad de hacernos a este propósito divino.

San Juan en su evangelio, nos da la clave para hacernos a este programa.

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San Juan 1:12. “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Recordemos, que en la creación terrestre, Dios tiene tres clases de gente:

  • Los que pertenecen a su creación adámica. Estos son “creaturas”, pero no son “hijos”.
  • Dios, tiene un solo hijo legítimo, se llama: “Jesucristo hombre”, es “hijo de Dios”, porque fue engendrado por él. San Mateo 1:20; San Juan 3:16.
  • Y los hijos adoptivos, los cuales se están adoptando hoy día. Efesios 1:4-5.

Estimado lector, si leemos la Biblia, lo entenderemos mejor.

San Juan 1:10-13. “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

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(Dios en Cristo vino al mundo, pero el mundo no lo conoció) preguntamos, ¿Cuál mundo? Pues, el mundo adámico, donde dependemos todos los seres humanos.

«A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron«.

¿Quién era estos suyos? La nación de Israel, los procedentes de Abraham; tampoco lo recibieron.

Ahora, como la gente que procedía de Adán y los que provenían de Abraham, no lo conocieron ni lo aceptaron, entonces, Dios abrió otra alternativa de adoptar hijos, dándonos una formula nueva.

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Doctrinas para la salvación.

San Juan 1:12. «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos “hijos de Dios”; “los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

Esta clase de hijo es la que Pablo hace mención en Efesios 1:4-5. «Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad«.

Aquí hay un proceso:

  • Nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo.
  • Para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.

En el segundo punto tenemos dos cosas que arreglar primero, para luego ser “hijo”.

Primero: Para ser santos y sin mancha, se necesita que el ser humano se aparte del pecado porque donde hay pecado no hay santidad. Este proceso en teología, se llama: el “arrepentimiento”.

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Segundo: Hay que buscar la solución para sacar o acabar con los pecados que cometimos antes de ser creyentes.

Porque si ellos están en la persona, aunque fue en el pasado, todavía están vigentes y por esta causa no puede haber santidad y las manchas permanecen todavía. Para eso es el “bautismo en el nombre de Jesucristo” para perdón de pecados. Hechos 2:38.

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Doctrinas para la salvación.

Recuerde la clave para llegar a ser hijos adoptivos. “Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos “hijos de Dios”.

  • Se necesita recibir a Cristo como tu único y suficiente salvador, yo creo que ya lo recibiste.
  • Creer en su nombre, yo creo que en parte has creído porque cuando vas a orar, siempre lo haces en el nombre de Jesús.

Lo único que te hace falta es “el bautismo en el nombre de Jesús para el perdón de tus pecados” y para mi es lo más importante y a su vez, entrarás en el terreno de la santidad y quedará sin mancha alguna porque de una vez operará la sangre de Jesucristo a fluir en usted.

Amigo lector, pensar en esto es mejor que pensar en el “coronavirus”, el coronavirus trae muerte pero pensar en el “bautismo en el nombre de Jesús”, trae perdón de pecados y vida eterna.

Ruego a Dios que este estudio «Doctrinas para la salvación», te haya sido de bendición.

Leyente, me perdonas no estamos en el tiempo de predicar prosperidad terrenal, el “coronavirus se está llevando todo”, es tiempo de arreglar nuestra vida con Dios, será lo único que nos llevaremos para la eternidad.

Si lo lees antes de criticar, ¡medítalo! Espero saber de qué parte del mundo haya llegado este mensaje. Toda crítica, comentario a favor o en contra, sea comentado en el correo electrónico, Jorgesalomserpa@hotmail.com

Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológica
Jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Anthony Shalom

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