Lo hemos vivido y por eso lo testificamos
Lo hemos visto y oído, pero también podemos decir que lo hemos vivido y por eso lo testificamos.
Difícil uno sostener lo que vio en otro, vivir por el testimonio de otro, eso no transforma a nadie.
Encontramos en la Biblia muchos pasajes que nos ayudan a alimentar nuestra fe, y a conocer de los grandes, hechos portentosos de nuestro Dios.
Pero para que haya un cambio en la vida de nosotros o en la vida de cualquier ser humano, se necesita tener una experiencia personal con Jesucristo.
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¿Quién puede discutir los grandes hechos que nos muestra la Biblia?
Por ejemplo:
- Moisés abrió el mar rojo.
- Josué detuvo el sol, también detuvo el Jordán, conquistó muchas naciones.
- David mató un gigante, por la mano de Dios hizo proezas en favor del pueblo.
- Daniel tapó bocas de leones, estuvo en hornos de fuego y fue librado.
Todo eso son verdades que dice la Biblia, pero no cambian nuestras vidas.
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Lo que verdaderamente cambia nuestra vida, es el encuentro que tenemos con el Señor, eso sí puede cambiar la vida de alguien para siempre.
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Lo hemos visto, lo hemos oído, pero también lo hemos vivido y como lo hemos vivido, testificamos que Jesucristo:
- Hace maravillas.
- Hace milagros.
- Sana enfermedades incurables.
- Transforma hogares.
Conclusión, Cristo hace las cosas diferentes a lo que hace el mundo común, Cristo si sabe hacer las cosas bien hechas.
Juan cuando escribe su carta universal, viene hablando y dice: “Lo que hemos oído”.
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La salvación es producto de que alguien algún día la escuchamos, escuchamos el plan de salvación; he aquí la importancia de lo que hemos oído.
Por ejemplo, el escritor a los Hebreos dice: “Por tanto, hermanos, es necesario que con más diligencia, atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos».
«Porque si la palabra dicha por los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución ¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual fue anunciada primeramente por el Señor, y también ha sido predicada por los que la oyeron”.
Cuando uno habla de una vivencia, lo habla con una seguridad absoluta, aunque los demás quieran contradecir y decir que es falso lo que se está diciendo, quien lo vive, lo habla con seguridad.
«Lo que hemos visto, lo que hemos oído, lo que contemplaron, lo que palparon nuestras manos, tocante al verbo de vida».
Y eso no solamente fue Juan, nosotros también hemos sentido la gloria, la presencia, el cambio que hace el Dios todopoderoso.
Pero hay que tener la experiencia con él, además de saberlo hay que vivirlo.
La Biblia cuenta cómo el apóstol Pablo sanó a algunos enfermos a través del poder de Dios, echó fuera a algunos demonios.
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Cuando predicamos el mensaje que transforma, que cambia vidas, Dios nos usa, porque estamos hablando de algo que vivimos personalmente.
Esto que Cristo ha hecho en nuestras vidas, para que alguien lo testifique, tiene que vivirlo en carne propia; si no lo vive, no tiene autoridad, no tiene el respaldo, no tiene el poder que Dios otorga.
Porque el respaldo que Dios da, para que se predique, lo da después que el hombre se haya encontrado con Dios.
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Por: Jesús Ricardo
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