Los momentos solos con el Señor

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Los momentos solos con el Señor

Los momentos solos con el Señor puede cambiar el rumbo de nuestras vidas, en ese tiempo solo con el Señor, puede suceder el milagro que mucho tiempo hemos esperado.

En ese tiempo solos con el Señor, cuando ya los demás se han ido, puede venir esa revelación que va a cambiar la manera de entender la vida cristiana.

La manera de ver las cosas y traer al corazón tanta gratitud, porque cuando Dios nos revela su palabra, nos enamoramos más de él.

En las escrituras encontramos que en cierta ocasión, Jesús despide a sus discípulos y decide quedarse con la multitud y atender la multitud.

Él pudo haber sido el primero en subir a la barca, pero no, le dijo a los discípulos “Adelántense ustedes”.

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Los momentos solos con el Señor.

A Jesús le pareció importante atender de manera personal a la gente, a la cual ya le había provisto alimento, se quedó atendiéndoles y despidiéndolos.

Que hermosa oportunidad tuvieron aquellos, después de haber participado del milagro de haber comido tanta abundancia de alimento, de despedirse del Señor.

Si alguno estaba enfermo, es lógico que no lo dejó irse igual, porque él sanaba a los enfermos.

Dice la Biblia que después de despedida la multitud, subió al monte a orar, que confianza trae eso al corazón nuestro.

Qué tremenda seguridad nos debe proporcionar saber, que siempre en algún lugar habrá alguien que dobla sus rodillas por ti.

Jesús mismo un día le dijo al apóstol Pedro “Simón, sabes que satanás te ha pedido para zarandearte como a trigo, pero no temas, porque yo he rogado para que no falte tu fe”.

Le da estas tremendas palabras de esperanza “Va a venir la prueba, pero Simón ten seguridad, ten confianza que una vez hayas pasado la prueba y vuelvas, confirma la fe de tus hermanos”.

Todo cristiano, todo hijo de Dios ha de enfrentar pruebas en su vida, ha de enfrentar circunstancias difíciles, ha de enfrentar momentos cruciales, momentos duros.

Pero hemos de saber que tenemos a Jesús, que es fiel y justo, para socorrer a todo aquel que en él espera.

Debemos saber que hay un mediador entre Dios y los hombres llamado Jesucristo hombre, al cual le interesa lo que nos pasa en nuestra vida, y quiere brindarnos de una manera personal la atención que nosotros tanto necesitamos.

¿Por qué oraba Jesús?

Jesús subió al monte a orar, pero no estaba solamente pidiendo por él, estaba clamando por aquellos que acababan de emprender un viaje.

La oración no ha pasado de moda, aunque poco se hable de ella en los púlpitos.

  • La oración es la respiración del alma.
  • Es ese medio por el cual hablamos directamente con el que está sentado en el trono del universo.
  • Es el medio por el cual le contamos como estamos, qué sentimos, qué deseamos, y esperamos que él nos hable.

Jesús se quedó allí orando, pero mientras oraba, dice la Biblia que llegó la noche, empezó a oscurecer, y entre tanto que estaba en el monte solo orando, allá en la superficie del agua se estaba llevando a cabo un suceso muy espantoso.

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Es de saber que la mayoría que iban en el barco, en la nave, eran de profesión pescadores, gran parte de ellos conocían muy bien el agua, sabían nadar, habían pasado muchas noches pescando y esos lugares se los conocían bien.

Pero el escritor nos dice que cuando estaban allá en alta mar, se les levantó un viento contrario.

Esa palabra “contrario” es la misma que se traduce como adversario, y la iglesia del Señor tiene un adversario, un opositor que no quiere que se diga que Jesucristo salva.

Pero cómo hacemos con él, si el dueño de nuestra vida mandó que se predicare en su nombre el arrepentimiento y perdón de pecados en todas las naciones.

Estrategias del adversario

Ese adversario es el que se nos opone:

  • Para que no vayamos a culto.
  • Para que no oremos.
  • Para que no leamos la palabra.
  • Para que no tengamos tiempo para predicar.
  • Se opone a todo lo que es la obra del Espíritu Santo y si es preciso levantará tempestades.

Eran las tres de la mañana, según los expertos, esa es la hora donde las tinieblas son más densas, esa es la hora donde las tinieblas son más oscuras y tenebrosas.

Pues a esa hora de la madrugada estaban los discípulos en medio del lago luchando, casi agotados.

Pensemos un momento:

¿Dónde estaba el Señor Jesús físicamente, geográficamente hablando, en ese momento?

No estaba en la barca, él estaba en el monte, se había quedado orando; en la barca solo estaban los discípulos y era las tres de la mañana.

Sin embargo, allá donde estaba orando ¿Qué estaba haciendo por los discípulos? ¿Los había perdido de vista?

Que maravilloso y que regocijo viene al corazón, saber que aunque se levante la más oscura noche, que aunque se oigan los más terribles truenos y destellen los mas fugaces relámpagos, que aunque se levante la más feroz ola, los ojos del Señor Jesús están sobre sus hijos.

Él nunca pierde de vista a los suyos.

El salmista David afirmó diciendo “¿A dónde me iré yo? Si me fuere al fondo del mar, allí estas”.

Por eso debemos tener presente que si pasamos por momentos de tempestades, luchas en la vida espiritual, problemas en el hogar y creemos que por que nadie nos ha ido a visitar, ninguno se ha dado cuenta de nuestra situación.

Hoy quiero decirte que el que nos salvó, el que nos amó hasta la muerte, está mirándonos y acompañándonos siempre.

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Por aquí debajo, te dejamos una enseñanza en vídeo, por si deseas ampliar más sobre este tema.

Pastor: Libardo Figueroa

 

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