No lo pudo matar ahora vive para siempre

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No lo pudo matar

De todo lo que Dios creó y formó, lo mas extraordinario, lo más sublime, lo más importante para Él, fue haber creado al ser humano. Hablaremos sobre el tema «No lo pudo matar».

Adán era inmortal, nada lo pudo matar, no se iba a enfermar, no iba a morir nunca.

En aquel entonces los médicos habrían fracasado, farmacias, programas acéquiales, porque Adán no iba morir.

Adán estaba lleno de beneficios y de grandes cosas.

Cuando Adán estaba gozando de todos los beneficios, apareció el enemigo de Dios, aquel que, con su habilidad para engañar, empezó a darle una información que cambiaría radicalmente, la historia de la humanidad.

Y el hombre creyó al mensaje del diablo, ‘’ ¡ah! con que Dios te ha dicho que el día que comieres del fruto del bien y del mal morirás, sabe Dios que el día que comiereis de ese fruto seréis como él’’.

Esa información entró rápidamente, y comenzó hacer un efecto en el hombre, hasta el punto que obedeció a la voz, tomó del fruto, comió de él, y al instante comienza una etapa de regresión en el hombre.

Se activan todas las células y comienzan a envejecer, se activa el proceso hormonal en el hombre, y empieza desde ese instante a decaer, porque el hombre había inscrito su vida bajo la sentencia de la muerte.

Adán y Eva, llevaban toda una vida hablando con Dios sin ningún problema, pero ese día se escondieron, y Dios que todo lo sabe y que todo lo ve, siempre espera una respuesta, la reacción del hombre.

Dios le pregunta a Adán ¿Dónde estás?, Él aparece, pero no reconoce su estado, y dice: la mujer que me diste, ella es la responsable, y la mujer dice: fue la serpiente, y milagro que la serpiente no acusó a otro.

En ese instante hay una sentencia que empezó a preocupar al diablo.

Dios dice: aquí hay una sentencia para ustedes, y es que la serpiente herirá en el talón, pero también te quiero decir algo, de la simiente de la mujer, saldrá uno que te matará en la cabeza.

Simiente es semilla, semilla es prole, y prole es familia.

Y el diablo empezó con Caín y Abel, dijo: este buenecito que da las ofrendas, que agrada a Dios, éste debe ser, y utilizó a Caín para matar Abel.

Dios no se quedó satisfecho, porque, aunque murió Abel, Dios levantó a otro descendiente que también le adoraba.

Entonces miró a Noé, pero tampoco era Noé, miró Abraham, pero tampoco era Abraham, miró a Moisés.

Pero tampoco era Moisés, miró a Josué, pero tampoco era Josué, miró   a jueces y tampoco era jueces.

Su preocupación era cada vez mayor, ¿Dónde estará? ¿De dónde saldrá? Ese que me va a matar.

El pensamiento del enemigo era: antes que él me mate yo lo mato a él, pero no lograba descubrirlo, porque él no lo sabe todo, ni lo puede todo.

Y pasó por los profetas y dice: cada vez la intriga es mayor, porque ahora me encuentro con un Isaías, que dice:

El Señor mismo nos da la señal, he aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo y llamará su nombre Emmanuel.

Parece que sigue buscando y buscando, porque lo quería matar, pero mientras él piensa y la intriga crece, le duele la cabeza por querer conocer y saber.

Hay un hombre que va entrando a Belén con una mujer que esta próxima a dar a luz, buscando una casa dónde hospedarla.

Finalmente fue a un establo, no fue la mejor clínica, ni el mejor hotel, pero allí nació el Rey.

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El llanto de la criatura llamó la atención de los ángeles, y descendieron.

Los pastores que estaban en Belén, uno de ellos dijo:

No temáis, os doy nuevas de gran gozo, y será para todo el pueblo os ha nacido hoy en la ciudad de David el que le va a dar en la cabeza al diablo, Cristo el salvador ungido de Dios.

Y del lejano oriente venían tres hombres siguiendo una estrella, que resplandecía más que las demás, y ya traían dos años de camino siguiendo la estrella.

Los tres hombres, llegaron a la casa del diablo, la casa de Herodes, y cuando llegaron dijeron:

¿Dónde está el Rey que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el oriente.

Después, aquellos hombres llegaron al establo, le adoraron y le ofrecieron presentes, como a todo un rey, como Él se lo merece.

Los hombres alertaron a José diciendo: huye a Egipto, porque Herodes anda buscando al niño, quiere matarlo.

Cuando Herodes llegó, ya el niño no estaba, mató a muchos, a todos los menores de 2 años, pero ninguno de ellos era, el Salvador del mundo.

Y se murió Herodes, pero seguía la intriga, la incomodidad, el desespero, la preocupación.

Porque el diablo no había encontrado al que él quería matar, hasta que Jesús aparece en el Jordán.

En el Jordán estaba Juan bautizando a la gente “te bautizo para arrepentimiento, pero tras de mi viene uno más poderoso que yo’.’

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‘’Él te bautizará con Espíritu Santo y fuego” pero cuando lo ve dice: ‘’eh aquí el cordero de Dios que quita el pecado del mundo’’.

Jesús se va al desierto ayunar 40 días y 40 noches, después del ayuno se le aparece el diablo.

Pero así todo dudoso y le dice: si tú eres el hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

Jesús dice: tú andas muy mal, porque una cosa es que tú quieras tentarme, y otra cosa es que yo quiera acceder a la tentación, solo te diré:

“Escrito está, no solo de pan vivirá el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios’’.

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Y se desespera el diablo y comienza preguntarse ¿Cómo lo mato?

Entonces preparó a unos hombres que fueran a matarlo, y los hombres se fueron a buscarlo, y regresaron con las manos vacías.

Pero pasó algo: estaban atónitos, porque “nunca habíamos oído hablar un hombre como habla este”.

Jesús entró a Jericó y estaba un ciego llamado Bartimeo, a los ciegos por lo general la audición se les desarrolla.

El ciego escuchó que por ahí pasaba Jesús, y él decía a gran voz: ¡Jesús hijo de David, ten misericordia de mí!  Y la gente le decía que callara.

Aunque la incredulidad te diga que Dios no te va atender, no te va oír, que Él no estará atento a tu petición.

Jesús está dispuesto para oír a todo aquel que invoque su nombre con fe.

Y Jesús manda a llamar al ciego y le dice: vete tu fe te ha salvado.

Entonces el diablo se metió en Judas, y este lo vendió por 30 miserables piezas de plata, y lo fueron a buscar y dijo: al que yo bese ese fue el que me vendió.

Jesús, se acercó y besó a Judas, Pedro que estaba medio convertido, sacó la espada, porque el creyente que no ora, corta orejas.

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Cuando vio que se llevaban al maestro, sacó la espada y le cortó la oreja aquel hombre.

Pero vino Jesús y se la puso en su sitio, y aquel hombre fue sano, ese es el Dios que tiene esta iglesia.

Al final se lo llevaron, es que hay gente que viene porque quiere ser sano de cáncer, de sida.

Pero ¿de qué sirve un sano de cáncer o de sida con el alma en el infierno? de nada sirve.

Se llevaron a Jesús rumbo al Gólgota, y aquel que usó la espada, se hizo que no lo conocía.

Y el gallo cantó, y cuando Jesús lo mira, Pedro se acuerda de lo que Jesús le dijo “antes que el gallo cante me negras tres veces’’.

Lo llevaban al calvario y el diablo feliz, pero ahí en la cruz estaba empezando la derrota del diablo.

Jesús perdió toda su sangre por amor a ti y a mí, toda el agua que había en Él, salió.

Sangre para perdonar y agua para limpiar, expiró y murió.

Las piedras eran inertes, el impacto de la muerte de Cristo partía las piedras.

Cuando Cristo murió, la tierra dejó de rotar y de trasladarse, y comenzó a balancearse, los sepulcros se abrían, y santos varones de Dios que habían muerto salían.

El velo del templo se rasgó de arriba abajo, porque esta salvación ha venido de arriba, y al tercer día resucitó, el diablo, aunque quiso, no lo pudo matar.

Por: César Bedoya

 

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