Ponte el Efod
El Efod es una vestidura sacerdotal del antiguo testamento, usado por los judíos. Hoy vamos a ver qué personajes bíblicos decidieron ponerse el Efod. Hablaremos sobre «Ponte el Efod»:
En el tiempo del antiguo testamento, la madre de Samuel era estéril, no podía concebir.
Su esposo tenía otra mujer que se llamaba Penina y ella sí pudo darle hijos. La Biblia enseña que esta mujer irritaba a Ana cada vez que iban a Silo para adorar a Jehová.
Para Ana era un dolor de cabeza, porque sabía que al presentarse se iba a encontrar con su rival, la cual la menospreciaba y la humillaba.
En Israel las mujeres estériles eran catalogadas como malditas, mujeres que Dios había desechado, así que esto para ella no era un privilegio, más bien era una afrenta.
Un día el Cana le dice a Ana: ¿Por qué estas triste? ¿Por qué esta afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
Y ese día la Biblia dice que Ana comió y tomó una decisión, no sabemos qué pasó en ella, quizá se puso el EFOD, pero lo cierto es que ese día ella pensó diferente.
Se fue para la casa de Dios y en el altar esa mujer desnudó su corazón, ese día se quebrantó y derramó toda su alma, ella no dejaba oír su voz, hablaba con Dios en su corazón, sus labios se movían, pero su voz no se dejaba oír.
Elí ya era viejo y observó que Ana tenía mucho tiempo de estar allí, y pensó que estaba ebria, pero esta mujer estando postrada en el altar le dijo:
¡Oh! Señor jehová, si usted se dignare a quitar mi afrenta y mirare Señor la aflicción de mi corazón.
Ese día Ana quiere hacer un pacto con Dios, y le dice: lo que yo quiero es que usted me dé un hijo.
Si me cumple lo que le estoy pidiendo, ese hijo yo lo voy a dedicar todos los días de su vida para que le sirva.
La Biblia dice: que Elí llegó donde estaba y le dijo: mujer, hasta cuando estarás ebria, ella se levanta y le dice:
No tengas a tu sierva por una mujer impía, yo he derramado mi alma delante del todo poderoso y hecho una petición.
Y cuando Elí vio a la mujer tan sencilla, tan humilde, y con esas sabias palabras, le dijo:
Mujer, vete en paz, y el Dios de Israel te otorgue tu petición, y la Biblia dice que no estuvo más triste.
La Biblia dice: y Jehová se acordó de Ana, algo pasó, que aquella mujer que no podía concebir quedó embarazada.
Ella sabía que había hecho un pacto, así que lo difícil ahora era cumplirlo.
Cuando ya ella da a luz a este niño le puso por nombre Samuel, porque dijo: se lo pedí a Jehová, y ese niño crecía en gracia para con Dios y los hombres.
La Biblia dice, que él no dejó caer ninguna de las palabras de Dios a tierra, todo Israel desde Dan hasta Beerseba supo que Samuel era fiel profeta del Señor.
Aunque se levantó en una generación que no era muy buena.
Los sacerdotes que eran quienes ministraban a favor de sus propias necesidades y las del pueblo, se habían desviado, los dos hijos de Elí: Phinehas y Hophni.
Estos se ponían las vestiduras sacerdotales, y jugaban con ellas.
Ellos tenían que entrar al santuario, pero el único que podía entrar al lugar santísimo era Elí, el sumo sacerdote.
La Biblia señala, que los hijos de Elí que eran sacerdotes, estaban caminando mal con Dios, ellos dormían con las mujeres en el templo y el pueblo observaba la mala conducta de ellos.
Esto estaba afectando al pueblo de Israel, pero en medio de esa conducta había un jovencito que tenía un pensamiento, que tenía una visión clara, que sabía para qué Dios lo había llamado.
Era el servidor que abría las puertas, él era el que dormía cerca del arca del testimonio, y allí en ese lugar del templo se le paró la misma presencia de Dios.
Dice la Biblia, que Jehová se paró en frente de Samuel, lo llamó y le dijo: Samuel, Samuel.
¿Qué pasaría si en una de estas noches que te arrodilles sientes que Dios está parado al lado tuyo? ¿Será que eso solamente fue para el tiempo de Samuel?
Permítele a Dios que quite lo que tenga que quitar.
¿Cuánto hace que no te quebrantas? ¿Hace Cuánto que no sientes una caricia de Él? ¿Cuánto hace que no hablas en lenguas?
Mientras otros danzan, mientras otros se renuevan, allí estas tú por la orilla.
Nosotros sabemos cuándo tenemos cosas que afean nuestra vida cristiana, sabemos cuándo hay que arreglar con Dios.
Y a veces estamos como si estuviéramos completos, como si no necesitáramos nada de Dios, pero ¡NO! todavía no somos perfectos.
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Ponte el Efod.
Había guerra entre el pueblo de Israel y los filisteos y se fue Israel a pelear y ese día que salen a la guerra algo pasó, en vez de Israel ganar la batalla la perdió, 4 mil hombres de Israel murieron.
Cuando usted se acostumbra solo a tener gloria y triunfos, el día que a usted le vaya mal no va a poder soportar, pero cuando vives cosas positivas y negativas.
Eso te enseña que no es tu fuerza, capacidad, ni intelecto, es porque hay una mano grande que nos sostiene y nos ayuda.
¿A cuántos algunas veces las cosas les han salido mal? Y cuando las cosas nos salen mal no hay sonrisa.
Uno como que inclina la cabeza, el rostro lo duda, parece que hay un rostro de tristeza y derrota, saborearla no es fácil.
¿Cómo venia el pueblo de Israel después de la derrota?
Venían tristes, derrotados cabizbajos y ¿sabe que había dicho Dios? Toda planta que pisare vuestro pie será vuestro.
Pero en este caso, ahora van a pelear y ellos salen derrotados, pero cuando ellos regresaron alguien dijo: hemos perdido porque el arca de Jehová no fue con nosotros.
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Entonces dijeron: vamos a llevarla con nosotros, y ese día salieron 30 mil, y cuando salieron a la batalla arrecia y cruel.
Ese día murieron 30 mil hombres y solo vino uno con sus vestidos rotos, se echó polvo en pelo y entró en el templo corriendo y gritando desesperado.
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Elí ya era un anciano, sus ojos se habían oscurecido y estaba sentado en la silla, y oyó que el pueblo de Israel gritaba desesperado.
Los sacerdotes habían quedado muertos en la guerra y el arca de Jehová fue tomada por los filisteos y se la llevaron.
El arca significaba la gloria, la presencia Dios, pero ahora la presencia de Dios es tomada, y el pueblo queda indefenso, desesperado.
Por eso yo no puedo caminar un paso si esa presencia no va conmigo, no puedo enfrentarme al enemigo si esa presencia no está en mí.
!Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! Mateo 23:37.
Cuantas veces Dios te quiere acariciar, pero en tu corazón encuentra indiferencia, un corazón que no está dispuesto.
No hay nada que pueda impedir que esa presencia te invada y te llene.
Lo único que puede estovar a que Dios haga algo en tu vida es que tengas una actitud muy diferente a la que Él quiere.
Él todavía sigue buscando hombres y mujeres, que entiendan que, para permanecer y vencer, es indispensable ser necesitados de Él.
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Y Elí preguntó a aquel hombre que llegó ¿Qué ha pasado? Y él dijo:
Tus hijos han muerto y el arca de Jehová ha sido tomada y los filisteos se la han llevado.
Cuando él oyó esto dice que Elí se fue hacia atrás y se desnucó y quedó muerto, porque sintió algo en el corazón, y era que el arca fuese tomada, la misma gloria de Dios se había ido.
Y la nuera de Elí, cuando vio que su suegro había muerto y su esposo también en la batalla, le vino los dolores de parto, y cuando estaba dando a luz también su vida se le iba.
Las mujeres que estaban atendiendo su parto le dijeron: toma fuerza por favor, haz tenido un hijo varón.
Pero ella no se alegraba por esto, ella también sintió el peso de que la gloria de Dios había sido quitada.
Y ella dijo: este niño se llamará Icabod, que significa la gloria de Jehová ha sido quitada de Israel.
20 años pasó el arca en tierra de los Filisteos.
Este evangelio sin la presencia de Dios es más duro y más difícil, pero aprenda a vivir en el espíritu y a tener esos momentos dedicados con él.
Para que vea que aunque vengan las pruebas, las cosas van hacer más fáciles, porque no serán tus fuerzas será él obrando en tu vida. Ponte el Efod.
Por: José Luis Ramírez