El cuidado con la unción

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El cuidado con la unción

En el tiempo pasado se hablaba del ungido y solo reposaba la unción sobre los reyes, sacerdote, profetas o juez. Hoy desarrollaremos el tema: «El cuidado con la unción».

Uno encuentra estas expresiones en el Antiguo Testamento acerca del ungido, el salmista en una forma profética dice:

“No toquéis dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas”.

Cuando ya nosotros empezamos a pensar en lo que tiene que ver con la iglesia, la unción reposa sobre toda la iglesia, ya no podemos hablar en forma exclusiva de X o Y persona como el ungido.

Todos estamos ungidos, la unción reposa sobre todos.

Le dijeron al Señor: Señor, vas a restaurar a Israel en este tiempo o cómo va ser el asunto.

Y él dijo: “No le toca a ustedes conocer los tiempos o las razones que el Padre tiene en su sola potestad, pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo y me seréis testigos”.

La unción del Espíritu Santo prometida a todo su pueblo, es una promesa hecha en la antigüedad y que se cumplió a partir del día de pentecostés.

Desde entonces esa unción poderosa ha venido reposando sobre la iglesia en las diferentes generaciones que han pasado.

Tengamos cuidado con eso que hemos recibido, cuando la Biblia habla de eso, dice que hemos recibido el Espíritu de adopción por el cual clamamos Abba Padre.

Es decir, que a través de esa unción entramos en una intimidad con nuestro Dios al punto de que él es para nosotros como el papá para un pequeñito.

Cuando el pequeñito todavía no puede caminar muy bien, pero que ya da sus primeros pasos, mamá le dice: llegó papá, pero él no sabe decir todavía papá.

Él balbucea algunas expresiones, pero en ese balbuceo lo que trata de decir es que acaba de llegar su papá lindo, Jesús es nuestro papá lindo.

Vea también: No saques la unción de tu vida

La unción del Espíritu Santo nos lleva a un nivel de ser sus hijos, pero no cualquier hijo, cuando alguien se llena del Espíritu Santo es Dios diciendo:

Éste es mi hijo amado en el cual tengo toda mi complacencia.

Si el niño se esfuerza por andar para atrapar a papá, papá corre a dejarse atrapar de su hijo.

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Sobre Saúl reposaba esa unción y había un soldado, el más cercano a Saúl, que era el que tenía en sus deberes el cuidado de Saúl.

David preguntó: ¿Quién va conmigo al campamento de Saúl? Y este Abishai fue con él, tenía en su cabecera la lanza y el agua, la unción se conserva.

El agua es esa necesidad diaria, es esa dependencia absoluta, total de nosotros con Dios, no podemos vivir sin él.

Lo necesitamos todas las 24 horas del día y la lanza es esa arma que nos sirve de defensa del ataque.

Porque si bien es cierto que tenemos la unción, la unción está rodeada de enemigos.

David va y Abishai y todos están dormidos y David toma la lanza en el agua y Abishai dice: acábalo o lo acabo yo y David dice no.

“Que me guarde Jehová, yo no voy a extender nunca mi mano contra el ungido”.

Al contrario, David lo que hizo fue que tomó el agua y la lanza se hizo a un lado, allá distante y despertó al pueblo.

Por lo menos David conocía qué era lo que había en Saúl y respetó eso, nosotros tenemos un enemigo que es terrible.

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Quisiera destruir a tu familia, quisiera acabar a tu esposa, esposo y a tus hijos, es un diestro en matar, destruir.

También en causar desastres, en propiciar divisiones entre hermanos porque él sabe que cuando los hermanos están juntos y en armonía.

Es como ese aceite que baja sobre la barba de Aarón y recorre todas sus vestiduras, el enemigo sabe eso, que cuando dos se ponen de acuerdo eso es un peligro para él.

Tenemos un enemigo que no está muy gustoso con los que somos hijos amados, nos hace cualquier operativo para acabarnos y siempre viene contra nosotros.

A veces estamos tan enajenados con Dios que el diablo viene a buscarnos y no nos encuentra, escóndete en la mano del Señor.

La unción del Espíritu de Dios nos lleva a un nivel de enajenación de escondernos tanto en Dios, que Dios y tú se parecen tanto que el enemigo se confunde.

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El adversario se confunde, Dios está en ti, así dice la escritura:

“Es Cristo en vosotros”

Con razón Pablo le decía a los Gálatas “¡Ay! Mis hijos ¿cómo hago yo? siempre estoy como sufriendo dolores de parto, hasta que Cristo formado en vosotros”.

Parece que Pablo, vivió el proceso de tal manera que en algún momento de la historia de su vida se atrevió a decir, “Ya no vivo yo, vive Cristo en mi”.

Tienes que cuidar la unción, tienes que estar despierto por encima de la lógica.

Porque a veces nos volvemos muy lógicos y los lógicos siempre andan diciendo “Dios tiene que entenderme, yo soy humano”.

Cuidado estás perdiendo el agua y la lanza porque no está bien, usted está en peligro.

Esa unción nos hizo ser sus hijos, pero su palabra dice:

“Hermanos míos, puesto que tenemos tales promesas limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu perfeccionando la santidad en el temor de Dios”.

Vea también: La unción y su liderazgo

Cuando ustedes hagan eso, entonces dice el Señor:

“Yo seré a vosotros por padre y ustedes me serán a mí por hijos e hijas dice el Señor todo poderoso”.

Mucho cuidado, Dios te llenó con Espíritu Santo para marcar la diferencia, para que los demás sepan que sobre ti está la presencia del Señor.

Jacob le hizo a José una túnica especial, era diferente a la de los demás porque Jacob amaba a José.

Porque fue su hijo en la vejez, además José era hijo de la mujer que él amaba, Raquel.

Lo que tú tienes te lo dio papá, no te dejes robar, no descuides lo que Dios te ha dado, ni tampoco juegues con eso, escóndete en Dios.

Por: Jorge Elías Simanca

 

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