Una familia que olvida el temor a Dios

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Una familia que olvida el temor a Dios

Gracias a Dios no todo es negativo en este tiempo de tanta crisis y de conflicto, con Cristo hay hogares cristianos donde se respira un ambiente de cielo, que a pesar de pronto de las dificultades, están en pie, hablaremos sobre: «Una familia que olvida el temor a Dios».

Pero lamentablemente hay que hablar de las familias donde se respira un ambiente de guerra y conflicto, como a batallas campales.

Y uno se da cuenta, por ejemplo, en los súper mercados, parqueaderos, familias peleándose y de pronto en ocasiones hasta gritos podemos escuchar.

Esto es un cuadro que causa mucho dolor, madres enfurecidas maltratando a sus hijos, haciéndoles daño físico y psicológico.

Porque de pronto el niño pidió algo y no se le podía dar, pero a veces olvidamos la importancia de las edades.

Todo esto que menciono es con el propósito de traer nuestras familias a Dios, porque como dijo el Señor:

«Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para siempre’’ Deuteronomio 5:29.

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No puede irle bien a una familia si olvida el temor a Dios y no busca su palabra.

De esa manera, no podría crecer un hogar en bendición, sino que por falta de presencia del Señor, iría declinando cada día más.

Podemos decir, que una familia sin el Señor, es como un marinero que se monta en un barco gigante.

Pero que necesita de una brújula, y que a pesar de ser algo tan pequeño, sin ese objeto no hay un objetivo, una meta y se morirían en el océano dando vueltas.

Hoy necesitamos de la palabra de Dios para una buena orientación, y puedo decir, que es muy hermoso ver a una familia feliz.

Pero vemos que los medios de comunicaciones quieren a través de sus novelas, películas y series, incrustarles a las familias que eso de la felicidad es obsoleto y que no es posible de alcanzar.

Sin embargo, aunque el mundo se levante y diga cosas que van en contra de la voluntad del Señor.

Quiero decirte, que con Cristo si se puede ser feliz, con él lo tenemos todo y te aseguro que tendremos una estabilidad en todos los sentidos.

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Por eso, sea lo que estemos pasando, si tenemos una familia, vamos a sentirnos acompañados y mucho mejor, por eso, si te llegas a sentir triste, no tienes una tristeza, sino media tristeza.

Dios ha constituido el hogar para que el amor que brota dentro de ese lugar por cada uno de los miembros de esa familia, llegue hacer como un bálsamo refrescante para el alma en tiempos de crisis, enfermedades y de situaciones difíciles.

Dice la palabra del Señor: «Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá’’ San Mateo 14:25.

El enemigo de nuestras almas sabe muy bien que si la familia que ora unida, permanece unida.

Entonces si de la misma manera le hacemos frente a las diferencias y a los problemas, nos vamos a fortalecer.

Si logramos fortalecer las familias, del mismo modo lo haremos con la iglesia, si la sociedad fortalece las familias, tendremos una mejor convivencia y calidad de vida.

Pero el enemigo de las familias sabe eso, para él no es un secreto, y por eso, la tendencia común es que las familias están divididas.

Por eso, dentro de ellas no se encuentra ese apoyo, razón por la cual Jesús creó a las familias.

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Hermanos, cuando hay unidad en la familia, la mujer se sentirá protegida por su esposo, y él se sentirá ayudado por su esposa.

Los hijos van a estar seguros si sienten que sus padres permanecen unidos, serán unas personas seguras.

Crecerán con buena autoestima y capacidad resiliente para las circunstancias complicadas que se presenten durante la vida.

Papá y mamá no estarán presente por siempre en la vida de sus hijos, por eso, ellos deben enseñarles con amor la palabra de Dios, la cual es la guía para la vida del cristiano.

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A demás, de mostrarles herramientas útiles con las que ellos puedan vencer las diferentes circunstancias difíciles.

Ser un padre y una madre es una responsabilidad que nos demanda Cristo y el deber ser de un humano, a Cristo le daremos cuenta de cada una de las cosas que hicimos con ellos.

No entiendo cómo hay padres que dicen que sus hijos son unos malcriados, cuando ellos mismos son los que han criado a esas personas.

Dios no nos entregó a los hijos grandes, adolescentes, el Señor nos entregó al ser humano inocente, como un bebé.

Que bueno que reflexionemos y pensemos en qué estamos fallando, cuáles son nuestros errores como padres.

Pero lo mas interesante del ejercicio, debe ser de qué modo puedo corregir mi falta.

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Una familia que olvida el temor a Dios.

La palabra de Dios es viva y eficaz, para mí los proverbios nos ayudan a vivir la vida secular y cristiana, nos enseña a cómo conducirnos y qué hacer cuando tenemos un problema.

Por eso, te aconsejo que leas un proverbio diario y que lo pongas en práctica, empezarás a ver cambios positivos en tu vida.

Dice la palabra del Señor: «Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí’’ San Juan 14:6.

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El camino por el que los padres deben andar es el de Jesús, con él tenemos todo lo que necesitamos para salir adelante.

No debemos dudar de que Cristo estará presto siempre para atender nuestras dificultades.

Padres y madres, impartamos la enseñanza a nuestros hijos desde el amor y la perseverancia.

Veremos el fruto de ese amor, en unos hijos que sirven y aman al Señor Jesús con todo su corazón.

Por: Marcos Caicedo

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