Ungidos para testificar las maravillas de Dios

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Ungidos para testificar las maravillas de Dios

¿Para qué fuimos ungidos? Bien hacemos en danzar y en hablar en otros idiomas, pero nosotros fuimos ungidos para testificar y dar testimonio hasta lo último de la tierra. Hablaremos sobre el tema: «Ungidos para testificar las maravillas de Dios».

Cuando hayamos hecho eso, la misión será cumplida, o sea que no la hemos terminado todavía.

La visión de los israelitas era una visión muy humanista, muy terrenal, todavía es la hora y su visión es muy terrenal.

Ellos no consideraban lo espiritual, sino que ellos querían liderar las naciones del mundo.

Entonces, he ahí la gran pregunta de aquellos hombres cercanos a Jesús:

“Señor ¿restauraras el reino a Israel en este tiempo?”

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El Señor les responde “No les toca a ustedes conocer los tiempos, los sazones que el Padre tiene en su sola potestad, pero les voy a mostrar algo mejor, les voy a presentar un proyecto mas glorioso.
Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”
.

Es una empresa con un proyecto definido, «Id y predicad el evangelio a toda creatura».

El propósito de la unción del Espíritu Santo en la iglesia, es que toda la tierra sepa quién es nuestro Dios, darlo a conocer y mostrar su gloria.

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Dios mismo se ha encargado a lo largo de la historia de preservarnos.

Herodes quería acabar con Jesús, cuando aquellos hombres supieron que había de nacer el Mesías.

Él enseguida indagó y estos hombres pensaron que tenía buena intención, pero no, él quería matarlo.

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Siempre que alguien tenga la unción de Dios, el diablo va a procurar tumbarlo, porque aunque no lo creamos.

El diablo sí sabe para qué es esa unción, él sabe que con esa unción lo vencemos a él.

La unción del cielo nos reviste de una autoridad tan tremenda que el diablo y sus legiones, cuando ven en ti esa autoridad, ellos intentan pero retroceden.

Al enemigo de pronto Dios le da permiso para muchas cosas, pero si hay algo que no puede acabar el enemigo, es la unción, él no puede con eso.

Porque resulta que la unción del Espíritu, es el padre de los espíritus, es un poder sobrenatural extraordinario.

Seguimos siendo seres humanos, no dejemos de ser humanos, pero sobre nosotros hay algo que nos hace ser celestial.

Somos de la tierra, pero en nosotros hay unas características celestiales, Dios nos hace participes de su naturaleza divina, por su divino poder.

Aunque el adversario trate de estropear, de estorbar, de dañar el proyecto.

Esto es imparable, esto no se detiene, esto sigue su marcha triunfante.

Algunos piensan y dicen:

“Ya la iglesia ha cambiado, ya no suceden milagros, ya no hay movimiento del Espíritu como en otros tiempos”, todavía vemos a Dios actuar.

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Dios sigue siendo el mismo, lo que pasa es que algunos, individualmente, se han ido alejando y le quieren echar la culpa a la iglesia.

Pero esto no se detiene, esto no para, el Señor sigue haciendo maravillas, sigue obrando.

Nosotros hemos recibido el Espíritu Santo y hemos sido ungidos para testificar.

Si deseas ampliar más sobre este tema, te invitamos a que con un poco de tu tiempo, veas la siguiente enseñanza, que de seguro alimentará tu vida espiritual.

Por: Jorge Elías Simanca

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