El lado bueno y malo de la adoración

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El lado bueno y malo de la adoración

Sabemos que el pueblo de Israel en ciertos momentos celebraba victorias, pero cuando no veía milagros solo se quejaba, es por eso, que el tema el día de hoy es: «El lado bueno y malo de la adoración».

Tenemos el recuerdo del primer cántico que fue cantado por Israel, el motivo de este fue una gran victoria.

La libertad del yugo de faraón, cuando con gran señales, prodigios y con su mano fuerte y poderosa sacó a su pueblo.

Dios les permitió ver un gran milagro como nunca antes habían visto.

Las aguas del mar rojo se abrieron ante el pueblo de Israel y este pueblo pasó en seco dirigido por Moisés y llegaron hasta el otro lado.

Al llegar de aquel lado, Moisés extendió su vara, el agua cerró e Israel fue librado de la esclavitud que había vivido por 400 años.

Fue un día de una gran victoria, ese día se cumplieron las promesas que Dios había hecho.

Tenemos y seguimos a un Dios que cumple su promesa, que es fiel.

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Nuestro Dios no es limitado por circunstancias, condiciones o por el tiempo, lo que él ha dicho lo hará, lo que él le había dicho a Abraham lo cumpliría.

Ese día los ojos del pueblo de Israel fueron abiertos, para que se dieran cuenta que el Dios de sus ancestros era el que había obrado.

No solo se abrieron sus ojos, la boca de ellos también fue abierta y comenzaron a adorar a Dios.

Esa es una verdad espiritual, cuando nuestros ojos se abren a la realidad de Dios y a la realidad de la gracia que fue derramada en la cruz del calvario, entonces nuestra boca se abre para alabarle.

En realidad, no adoramos a Dios para ser salvos, sino que le alabamos porque él nos salvó, por eso, esta iglesia es diferente.

No somos una iglesia muerta o vacía, somos llenos del Espíritu Santo, alabamos porque le hemos conocido.

Cuando Israel comienza a alabar a Dios, que lo podemos ver en el capítulo 15 de Éxodo:

“María la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas, y María les respondía: cantad a Jehová, porque en extremo se ha engrandecido; ha echado en el mar al caballo y al jinete”  Éxodo 15:20-21.

Alabar a Dios después de una victoria es algo común, pero resaltemos a la persona que inició a alabar antes que la victoria llegara.

Hablemos del buen lado de la adoración, porque Israel levantó ante Dios un buen cántico, era buen cántico, pero de un mal lado.

Si Israel se hubiese dado cuenta que el Dios quien abrió el mar rojo, que era el mismo Dios que estaba en Egipto y en el Sinaí, hubiesen comenzado a adorar antes.

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Pero lo que hicieron antes fue murmurar y quejarse, se quejaban ante Moisés y era lo mismo que quejarse ante Dios, porque quien guiaba en todo a Moisés era el mismo Dios.

Antes del mar abrirse y al ver que venían los egipcios tras ellos junto con el faraón dijeron:

“¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto?

 ¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: ¿Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto” Éxodo 14: 11-12.

En ese momento no proclamaban que Dios era la fuerza y el objeto de su adoración, acá de este lado se encuentran solo quejas y murmuraciones.

Podemos ver que ese pueblo que ya había visto a Dios a través de Moisés, lo que había pasado con las plagas y ese día pudieron salir libres con las manos en alto porque era día de victoria.

Pero quizá sus manos estuvieron levantadas hasta llegar a la orilla del mar y ver el obstáculo.

Quizá sus manos dejaron de permanecer en lo alto en símbolo de victoria, al ver las circunstancias y a faraón y su ejército tras ellos.

Comenzó desde ese momento la murmuración; probablemente a nosotros también nos ha sucedido.

Que cuando llegan las pruebas parece que hubiera algo que nos quitara el recuerdo de todo lo bueno que Dios ha hecho en nuestras vidas.

En el momento de la aflicción, en ocasiones olvidamos las puertas que Dios ha abierto a nuestro favor.

Y en vez de celebrar la gloria y el poder de nutro gran Dios, empezamos a quejarnos y pensamos que Dios no hará nada.

Ese es el corazón del hombre, pero no es así como Dios quiere que seamos.

Porque hay algo especial en la persona que adora del otro lado del mar rojo.

Debemos estar en el buen lado de la adoración, el problema que estés atravesando será transformado y llenado, para que veas la gloria de Dios.

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Cuando Saúl tiró la lanza cerca a David y falló, este en vez de hacer lo mismo y tirar la lanza a Saúl.

Decidió levantar un cántico, porque él sabía que el que toma la espada, morirá por la espada.

Eso es lo que el enemigo quiere que hagamos, cuando las cosas van mal y la gente habla en contra nuestra.

El diablo quiere que agarremos la espada y la lancemos, pero la actitud de David fue diferente, es la que debemos tener.

Pese a los problemas y dificultades no podemos cesar nuestra adoración, debemos estar en el buen lado de la adoración.

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Vale la pena adorar a Dios aun en medio del problema, él se glorificar, el Señor siempre nos ha ayudado, nunca nos ha faltado.

“He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres…” él estará hasta el fin con nosotros.

Cuando entramos en la alabanza, es un plano espiritual, esas murallas indestructibles de Jericó.

La Biblia dice, que nadie podía entrar ni salir, hasta las puertas están cerradas, esas murallas se convirtieron en algo espiritual.

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Las murallas era la fuerza y la confianza de los habitantes de Jericó, era su protección, eran un ídolo.

Y cuando Josué está preparando el ejército para atacar a Jericó, Dios le dijo: ¡detente!, Dios le dijo, que él ganaría la batalla con un cántico, mas no con una espada,

Durante siete días el pueblo marchó y el último día adoraron y gritando daban gloria a Dios y esas murallas se cayeron.

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Puede haber murallas que representen cosas espirituales que quieran interrumpir.

Pero tu permanece en el lado bueno de la adoración, que sin importar lo que este presente exaltes y des gloria a Dios.

El mismo que sacó en seco a su pueblo y que dijo a Josué que adorara, es el mismo que está con nosotros.

El que se glorifica en nuestras vidas, conocemos todo lo que ha hecho en nuestra vida.

No hay nada que lo detenga, donde vemos obstáculos la ve una forma de glorificarse y eso mismo debemos ver, adoremos su nombre, démosle la gloria, el hará por nosotros como siempre lo ha hecho.

Por: Thiery Sapye

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