Hay gente que da gloria al que no debe dársela

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Hay gente que da gloria al que no debe dársela

El ser humano hoy día se ha acostumbrado a glorificar otras cosas, hay gente que da gloria al que no debe dársela, expresan que el mejor amigo del hombre es el perro, aun sabiendo que no hay mejor amigo que Dios.

El hombre se ha venido acostumbrando a darle gracias y aplausos a famosos, a personas influyentes por sus buenas palabras o ciencias.

Aun en la iglesia lamentablemente existen algunos hermanos, que si al finalizar una alabanza, unos coros o cualquier intervención y no escuchan aplausos, se desaniman o pueden llegar a pensar que no lo hicieron bien.

Parece que se olvidan para quién lo hacen, parece que se olvidan que los aplausos solo son para el Señor Jesús, único merecedor.

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Hay gente que da gloria al que no debe dársela y aplauden lo que no deben aplaudir, y se emocionan por figuras que no está mal admirarlas, pero si está muy mal glorificarlas.

Aplaudamos a quien merece la honra, la gloria, la alabanza y adoración por los siglos de los siglos, amén.

Los aplausos no son los que prenden el fuego en la iglesia, lo que hace que sucedan cosas extraordinarias es el Espíritu Santo.

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Lo que hace que sucedan milagros en nuestras vidas es quien mora en ellas, no solamente es que Dios este con nosotros, es fundamental que este dentro de nosotros.

Hay personas que dicen, que hay servicios aburridos porque no fueron muchos los aplausos o porque no hablaron en lenguas, cuidémonos de pensar eso.

Somos nosotros los que hacemos el culto, de nosotros depende que su gloria se manifieste, porque Dios siempre ha estado dispuesto a hacerlo, a moverse en cada servicio, pero nuestra disposición y adoración es la que debemos entregar.

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” Salmos 51:17.

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Entendamos que no solo sentimos a Dios en el templo, en el templo nos reunimos para exaltar su nombre todos juntos.

Pero en casa, en el trabajo, en la escuela, en el taller, en todo lugar podemos glorificarle y sentirle.

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¿Qué hacemos al estar solos? ¿No sentimos a Dios por estar solos? O en esos momentos podemos entrar en intimidad con él, sentirle y decirle que es nuestro todo.

Que lindo sería al terminar de leer estas líneas, ahí donde estas brindes una adoración genuina a tu Dios.

“Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría”.

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“Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” Judas 1:24-25.

Si en alguna ocasión alguien expresa “hay gente que da gloria al que no debe dársela”, que no seamos nosotros.

Que nuestra mente y corazón siempre sean conscientes que Dios es el único que merece gloria y lo hagamos.

Por: Aquerles Ascanio

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