Las bienaventuranzas del predicador

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Las bienaventuranzas del predicador

El término bienaventurado tiene sus principios en los escritos trazados en los jeroglíficos egipcios y de los pueblos circunvecinos, cuya expresión significaba “veneración virtuosa”, “integración genuina” y eran aplicadas a los fieles seguidores de las deidades más sublimes y encantadoras de la época. «Las bienaventuranzas del predicador».

Este mismo vocablo o palabra, también fue utilizado por los griegos y los persas, la cual significaba “bendito” quien a su vez lo aplicaba a los muertos por estar exentos al dolor.

Este género literario más tarde fue evolucionando en varios pueblos del oriente con una intensidad de interpretaciones comunes.

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Con las cuales se usaba para calificar el honor de una persona cuando había obtenido un título de calidad.

Más tarde fue utilizado por el Señor Jesucristo en el sermón de la montaña, como el principal expositor de la palabra.

Con el fin de calificar a los nuevos operadores del reino de Dios en el ámbito espiritual ciertamente en este tiempo y para el milenio en su segunda venida para Israel.

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En este comentario que ponemos a sus disposiciones la palabra bienaventuranzas son cualidades a manera convencional que ocuparían formas sistemáticas en la conducta de cada predicador.

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Se puede decir entonces que la palabra bienaventuranza se basa en un diseño epistemológico.

Que le brinda al expositor unas cualidades honorificas como también para las exposiciones presentadas al público en general.

Si las aplicamos como una metodología técnica serán nuestras propias leyes cognitivas que tendrá su fin.

Pero si la usamos de manera práctica, puede llevar al predicador un poco más al desarrollo benéfico para la oratoria prospera ante los oyentes respectivos.

Estas clases de bienaventuranzas las presentamos como pautas a los nuevos expositores de la palabra del Señor en nuestros días.

Las bienaventuranzas del predicador

Cada predicador es un atalaya, el cual se encuentra en un lugar alto para observar bien lo que va a informar.

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Existen varios libros con consejos apropiados para el mensajero que inicia como predicador, por ejemplo: El Dr. A. P. Symes, en unos de sus escritos presenta ciertos puntos importantes que son excelentes para cada predicador, especialmente, para aquellos que inician su ministerio o en el campo de la predicación.

Por ejemplo él dice que para predicar un bosquejo se debe tener en cuenta los siguientes puntos:

  • Tener bien organizado el bosquejo.
  • Bien comprendido los temas secundarios.
  • Tener bien estudiados los puntos o los subtemas.
  • Recordar de manera práctica el material diseñado.
  • Memorizar los textos bíblicos.
  • Bien aprendidas todas las ilustraciones.
  • Tener claro en donde va a aplicar las verdades.

Teniendo una recopilación general de consejos prácticos, le colocamos la frase “Las bienaventuranzas el predicador” como sentido de humor a nuestra charla de hoy.

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Bienaventurado 

  • Bienaventurado el predicador que estudia para predicar.
  • El predicador que aprende a predicar.
  • Bienaventurado el predicador que sabe variar el timbre de la voz.
  • El predicador que sabe cuándo terminar el sermón.
  • Bienaventurado el predicador que tiene bien definido a quien se le va a predicar.
    Si es a los jóvenes, evangelismo, Enseñanza, entre otros.
  • El predicador que conoce y domina el tema que va a exponer.
    No se debe enseñar lo que se desconoce ni lo que contiene dudas.
  • Bienaventurado el predicador que tiene bien claro cómo va a predicar.
    Es decir que método usar.
  • El predicador que tiene bien determinado para qué va a predicar.
    Si es por competencia o es para que las almas se salven.
  • Bienaventurado el predicador que sabe predicar el sermón, primero así mismo y después a los oyentes.
  • El predicador que memoriza bien los textos bíblicos como están escritos.
    Para que no diga versículos a medias ni sean distorsionados.
  • Bienaventurado el predicador que se somete al texto leído.
    Y no busca texto para insultar a alguien.
  • El predicador que estudia bien el texto con sus contextos.
    Si no lo hace predica un mensaje sin pies y sin cabeza.
  • Bienaventurado el predicador que usa un tema y se somete a él.
  • El predicador que decide cuántos temas secundarios puede desarrollar en el mensaje.
  • Bienaventurado el predicador que se da cuenta de los temas secundarios que contiene el texto leído.
  • El predicador que usa simetría, coherencia en el tema principal y en los temas secundarios.
  • Bienaventurado el predicador que usa ilustraciones apropiadas al tema, para dar mayor luz a sus sermones.
  • El predicador que saca de su tesoro (la Biblia) cosas nuevas y antiguas.
  • Bienaventurado el predicador que raras veces usa la palabra Yo. (Mi familia, mi iglesia).
  • El predicador que no se predica así mismo.
  • Bienaventurado el predicador que cree lo que predica.
  • El predicador que predica grandes temas.
  • Bienaventurado el predicador que aprende a escuchar.
  • El predicador que predica la sana doctrina
  • Bienaventurado el predicador cuyo sermón es una unidad y no un tutifruti que muchas veces los oyentes no sabe ni de que se trató.
  • El predicador que tiene en cuenta al texto leído, al tema principal y a los temas secundarios.
  • Bienaventurado el predicador que sabe dar la conclusión en el momento oportuno.
  • El predicador que usa el léxico apropiado y oportuno para el oyente.
  • Bienaventurado el predicador que no hace sufrir a los oyentes con su ensaladilla de temas varios dentro del sermón.
  • El predicador que lee, estudia, escudriña y se profundiza en sus conocimientos antes de predicar.
  • Bienaventurado el predicador que oye y ve los errores en otros y se esmera para no practicarlos.
  • El predicador que no se copia los ademanes de otros predicadores.
  • Bienaventurado el predicador que no se conforma con lo que sabe sino que cada vez socaba más y más.
  • El predicador que reconoce, que el éxito de sus mensajes se lo debe a Dios y no a su pericia.
  • Bienaventurado el predicador que hace diferencia entre la predicación y el humorismo; si no lo hace, se descalifica como evangelista y se califica como humorista.
    Lo último no es el evangelio.
  • El predicador que vive lo que predica.
  • Bienaventurado el predicador que no es sabelotodo, que piensa que sabe mucho y a la verdad no sabe nada.
  • El predicador que no sufre de complejos de superioridad e inferioridad.
  • Bienaventurado el predicador que aprende a escuchar a otros predicadores.
  • El predicador que está dispuesto a ser corregido y aceptar sus errores.
  • Bienaventurado el predicador que busca a Dios, para que cuando Dios lo use sus sermones sean ungidos.
  • El predicador que toma tiempo para orar.
  • Bienaventurado el predicador que se dedica al estudio de la palabra de Dios.
    Anheloso de consultar con diccionarios, geografía y manuales bíblicos, enciclopedias de que narran historias del pasado, costumbres de las tierras de los orientales, ciertas leyes y costumbre de la monarquía hebraica, e imperialistas, etc.

Quisiera concluir con un consejo, no haga caso omiso antes estas verdades, si lo hace se dará cuenta muy pronto que su ministerio tendrá un límite.

Sería importante que cada uno estudiara por sí solo, hasta profundizar y alcanzar las verdades que adornarían su santo ministerio antes el mundo contemporáneo que nos rodea.

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Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Anthony Shalom

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