Lo que un predicador debe y no debe hacer

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Lo que un predicador debe y no debe hacer

Lo que un predicador debe y no debe hacer, existen diversos enfoques en el campo de la “conceptualización”, y estos dependen de factores que caracterizan su esencia, determinando pautas bajo estructuras y condiciones que ubican a una audiencia o simplemente un lector según sus categorías.

En este sentido se puede determinar que para su efecto práctica existen dos formas de llevarla a la práctica según sea su conocimiento. Hoy quiero hablar sobre algunas pautas de «lo que un predicador debe y no debe hacer».

La primera es el ámbito formativo donde el expositor demanda que en su enseñanza sea acogida de una manera formativa como si fuera a poner las primeras fases de la estructura fundamental.

La segunda lleva como fin dar una información incondicional al interlocutor donde sea él, el que tome la iniciación de hacerla suya, a través de ciertos escudriñamientos e investigaciones que darán como frutos las reflexiones pertinentes a tomar.

La palabra “concepto” según algunos diccionarios, presenta este vocablo de una derivación de un verbo latino, que quiere decir, “lo que es concebido a través de un pensamiento y luego se trasmite a una imagen mental”.

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Aristóteles, lo calificó como algo que no es verdad ni tampoco es falsedad; para otros griegos puede ser un conjunto de factores que forman un aspecto de real de una esencia. Como también son determinaciones mentales, de los objetos que la mente comprende.

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En esta lección lo presentaremos como algo de información donde el lector lo va a descifrar si el contenido contiene veracidad, autenticidad, claridad o es inoficioso, innecesario e improcedente.

Cada predicador es un instrumento escogido por Dios, para llevar y exponer unas verdades ante una persona, familia o aglomeración de personas, el cual debe hacer las cosas como representante de aquel que lo postuló para tal oficio.

Por ello, sugerimos algunos principios que son de propiedad del predicador y será herramienta útil para su formación en su proceso de transmisor de la palabra de Dios.

Lo que un predicador no debe hacer

  • Hacer ademanes que distraigan a los oyentes; tales como: Hacer muecas, fruncir la frente demasiado, movimientos de la nariz, expresiones mal dicha.
  • Nerviosismo: Friccionar las manos, manos en los bolsillos, mirar a cada instante su reloj, apoyarse perezosamente sobre el púlpito, con los codos o con los brazos como si se fuera a caer, ignorando que está en el púlpito y que un público lo observa.
  • En cuanto al vestido: Evitar que esté descosido, la corbata mal puesta, algún botón que esté por caerse, la bota del pantalón subida, el cuello de la camisa levantada, quitarse y ponerse los lentes a cada momento, etc.
  • En cuanto a la predicación: Debe estar convencido, que Dios te ha puesto como predicador, para enseñar, corregir, exhortar, amonestar y por ende, no debe predicar cosas personales, sino la palabra de Dios.
  • El predicador no debe predicar lo que no vive, porque ocuparía el puesto de los fariseos.
  • No debe imitar a nadie en palabras y ademanes; todo debe ser natural, debe ser pronto para evitar las repeticiones, el lloriqueo en cada mensaje, lo mismo que las palabras extensivas acompañadas de chillidos y gritos exorbitantes.
  • Evite tanto ruido con el micrófono, recuerde que en las reuniones tenemos bebes de brazos y ancianos con marcapasos.
    El volumen debe ser controlado según el tamaño del auditorio, asegúrese que los que están adelante no queden sordos por mucho volumen, ni los que quedan en la parte de atrás no oigan porque está muy bajo el volumen.
  • No hable tan rápido que los oyentes no capten lo que se dice, ni tan despacio que se incomodan y se distraigan. Se debe hablar en una forma natural y de tipo conversacional.
  • Evite hablar entre los dientes o con la boca medio cerrada, porque como resultado no se entenderá lo que dice y las personas oyentes tratarán de adivinar.

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No digas:

«Dios murió por ti» (Dios en sí, no puede morir) porque Él es vida y si murió dejó de tener vida. ¿Quién murió? Gálatas. 4:4; San Juan 3:16; Hechos 10:38.

«María madre de Dios» (Dios no tiene madre, ni tiene padre, porque él no fue engendrado por nadie). Él es único y eterno.

“Dios derramó su sangre” (Dios no tiene sangre porque él es espíritu) San Juan 4:24.

“Jesús el hijo eterno” La palabra hijo tiene un principio, y por ende, todo lo que tiene principio no es eterno. El título “Hijo” en el tiempo tuvo un principio, fue cuando nació.

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La palabra “eterno” no proviene del tiempo sino de la eternidad. Y la doctrina del “hijo eterno”, no es bíblica, sino Deuterocanónica.

Jesús como “hijo” tuvo un principio cuando nació. San Mateo 1:21 y la función de hijo se terminará. 1 Corintios 15:22-28.

“Jesús resucitó en espíritu”. San Lucas 24:37-39. Jesús al resucitar tenía su cuerpo, las mujeres que lo vieron después de la resurrección pensaban que era el hortelano.

Los del camino de Emaús pensaban que era un transeúnte. Esta creencia se quería apoderar de los primeros cristianos. San Lucas 24:39.

“Mi iglesia” el único que tiene iglesia es el Señor Jesucristo. San Mateo 16:18.

“Yo gané tantas almas”. Porque Jesucristo se las ganó todas en el calvario y no dejó ni una para nadie. Para que una persona se convierta al Señor se necesitan tres cosas:

Un predicador que predique el evangelio de Jesucristo, el Espíritu Santo que lo convenza de pecado y el oyente que acepte lo que se le predique.

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“Dios dejó su trono de gloria”. Eso no es verdad, recuerda que Dios en su manifestación de carne estaba hablando con Nicodemo en la tierra y como Dios incorpóreo estaba en el cielo. San Juan 3:13.

Nadie ha subido al cielo, sino el que descendió del cielo, el hijo del hombre que está en el cielo. Estaba evangelizando al rabino Nicodemo en la tierra y estaba en el cielo gobernando su creación.

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Lo que un predicador debe hacer

  • Dar el frente al auditorio, su vista debe ser inclinada a los oyentes, debe persuadirse, si el público le está escuchando o no.
  • Debe aprender a ser una persona experta en manejar la Biblia y los temas a tratar, para evitar el egocentrismo y él «a mí me parece».
  • Debe predicar lo que vive y lo que cree, y ser una persona de oración; gozar de buen aseo personal; tener buen testimonio con los hermanos y con los que no lo son.Recordemos una de las frases populares del general francés, Napoleón Bonaparte: “Una buena imagen vale más que mil palabras”.
  • Debe honrar el lugar de reunión y saber que la capilla y el púlpito no son lugares para colocarse prendas menores, tales como corbatas, ilustrar zapatos, etc.
  • Debe buscar asesoría al momento de organizar el sonido en el recinto, ya que todos merecemos oír bien.Es importante que la pronunciación se oiga clara, para que cada consonante y cada vocal se escuche a menudo. Si la palabra de Dios tiene importancia debe ser entregada con claridad; por ello, el vocabulario debe ser sencillo y directo.
  • Cada persona que se inicie en el arte de la predicación sería bueno que practique en un servicio de prueba, leyendo la palabra de Dios en voz alta y dejar que otras personas le den recomendaciones. Sería bueno grabarse usted mismo, para que se escuche y así ver cuantos errores comete, esta es una de las mejores metodología.
  • Además de claridad debe haber una inflexión agradable de la voz, que no sea la voz chillona ni monótona. La calidad de la voz debe variar según el contenido emocional del mensaje, porque la calidad de la voz puede indicar solemnidad, tristeza, compasión, entre otros.
  • La voz debe tener una velocidad adecuada, la cual varía según el tema. Cuando se habla rápidamente indica suspenso y entusiasmo, la velocidad lenta indica tristeza, solemnidad o énfasis. Alguien dijo que la voz es el indicador del conferencista, ella indica si lo que se dice contiene verdades, dudas o falsedades.
  • En el Antiguo Testamento tenemos una claridad al respecto, el escribano Esdras, se le dio un púlpito de madera para que expusiera la ley al pueblo. Nehemías 8:4. En el versículo 8 dice. “Y leían en el libro de la ley de Dios claramente y ponían el sentido de modo que entendían la lectura”.

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Estimado lector, espero no haberle ocasionado molestia concernientes a estas pautas detalladas en este escrito, el propósito es que nuestra generación que se va levantando lleve consigo un enfoque primordial de las verdades que van a exponer.

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En mi tesis de grado expuse que me esmeraría en recabar más y más en las profundidades teológicas, hasta encontrar en Dios las virtudes que este mundo necesita tal como lo hiciera Josué y Caleb cuando fueron a espiar la tierra prometida, al encontrar frutos no conocidos no se quedaron con ellos sino lo trajeron al pueblo desanimado.

Este mundo necesita esta clase de hombres dispuesto a imitar a los discípulos. Cuando el Señor multiplicó los panes, ellos no se quedaron con las porciones recibidas sino que continuaron dándosela a las multitudes.

Recuerde que este artículo fue escrito no de carácter formativo, sino de carácter informativo e incondicional, rechace lo que pueda y acepte lo que le sirve.

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Copyright y engrosado por el pastor
York Anthony Shalom
Licenciado en Sagrada Teología
Magister en Divinidades Teológicas
jorgesalomserpa@hotmail.com

Por: York Anthony Shalom

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