Tu familia le interesa a Dios

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Tu familia le interesa a Dios

Tu familia le interesa a Dios más de lo que usted piensa, y que tristeza que a veces a uno no le interesa tanto. Hoy desarrollaremos el tema «Tu familia le interesa a Dios».

Hoy en día tenemos hombres, que los nombres de los animales se lo colocan a la esposa, porque no valoran la mujer y usted los viera cuando eran novios.

Se ha olvidado que a la mujer debe tratarse como vaso más frágil.

No hay sueldo que alcance para recompensar el trabajo de una mujer, por eso que Dios bendiga las bendiga.

A veces creemos que responder por una mujer es comprarle un mercado, comprarle los zapatos y el vestido.

La mujer necesita cariño, comprensión, que de vez en cuando en el mercado traiga una chocolatina, que la saque a pasear, reconocerle.

Hay que valorar lo que Dios nos ha dado.

Lo peor que hay es un hombre tacaño y más si es con su esposa, con su familia, ella necesita sus cositas, un detallito, estar pendiente.

No hay algo más bonito que un hombre responda por ella, la haga quedar bien.

Hay hombres que hablan tan feo de una mujer y «los trapos sucios se lavan en la casa».

Muchas veces le echamos la culpa al diablo y el diablo no tiene nada que ver.

Las cosas que Dios nos da, hay que cuidarlas «Eh aquí yo vengo pronto, renten lo que tienes para que ninguno tome tu corona’’.

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El diablo vino para matar, hurtar y hurtar no es lo mismo que robar.

Robar es si usted me arrebata algo de la mano, hurtar es cuando yo mismo descuido algo, y alguien vino y se lo llevó.

No se lo robó porque no me lo arrebató de la mano, lo hurtó.

El diablo no nos puede arrebatar nada a nosotros, pero si aprovecha cuando descuidamos, y hurta, por eso Dios nos manda a retener lo que tenemos.

Trate bien a su esposa, trate bien a sus hijos.

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A la mujer también se le ayuda, hay mujeres con 3 y 4 hijos y ella atiende a todos, y el hombre tranquilo.

Entonces a la mujer se le ayuda también a trapear, barrer, le ayudamos, se le colabora, la consideramos.

Claro que la mujer no se vaya a creer ahora el hombre de la casa, porque dos hombres no podemos vivir juntos, pero que bueno que entendamos, que la mujer es una coheredera de la gracia de Dios.

Dejemos ese machismo de que «el varón de casa soy yo’’ ¡no! Usted es la cabeza.

La mujer también debe ser sabia «la mujer sabia edifica su casa, más la necia con sus manos la destruye’

Una mujer cantaletosa es de lo peor que hay, al marido no le da ganas de llegar a la casa.

La Biblia dice que es mejor vivir en el rincón de un tejado, que con una mujer rencillosa.

La mujer no solamente debe ser la mujer del hombre, debe ser la amiga, la amante, la ayuda idónea.

A veces las mujeres se olvidan que los hombres también necesitan detalles, el hombre llega atormentado a la casa y la mujer le cae.

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La mujer virtuosa es la que coloca su mano en el hueso y empieza a dar masajes.

Una mujer sabia le quita al hombre lo que sea, pero hay mujeres que, en vez de pedir, echan sátiras.

Las mujeres tienen un problemita y lo primero que piensan es en irse de la casa.

Que a usted le interese su marido pregúntele: ¿Cómo está? ¿Cómo están las cosas en trabajo? ¿Cómo llego a casa? Si le puede sobar los pies hágalo.

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Trate bien a sus hijos, si le va a pegar, péguele, pero no los humille.

Valore a su familia, ámela, que Dios la ama.

Infórmele a su esposa de sus negocios, cuando su mujer le diga que esa amistad no le conviene, haga caso.

La mujer le ayuda a uno hasta administrar, tenga muy en cuenta a sus hijos, sea muy detallista con ellos.

No solamente sea el papá, aprenda a ser amigo, hay que instruirlos para que cuando sean grandes no se aparten de Dios.

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La familia vale mucho para Dios.

De pronto hay una mujer o un hombre tentado por alguien ajeno, deténgase, valore lo que tiene.

El único que puede cambiar tu familia se llama Jesucristo de Nazaret, ese hijo que ya no sabe qué hacer, el marido que toma trago, que se gasta la plata y llega a la madrugada a la casa, el único que lo puede cambiar, es Jesucristo.

A muchas mujeres y hombres, les daría alegría ver a su mujer o marido convertidos por el poder de Dios.

El único que cambia al hombre se llama Jesucristo de Nazaret.

Dios quiere que usted viva bien con su familia, pero hay cosas que quieren dañarla, pero hay mucho poder en el nombre de Jesús.

De hoy en adelante empiezan a cambiar las cosas en tu casa, empiece a valorar esa mujer.

Hay momentos en que el matrimonio se vuelve simple como el agua, pero invite a Jesús, y verá como le convierte el agua en vino.

Ama a tu mujer, la que te ha dado tus hijos, ama a tu esposo, hay que aprender, hay que retener lo que tenemos.

Por: Juan Carlos Soto

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