Llegar a Jesús es ganarse la lotería

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Llegar a Jesús es ganarse la lotería

Del primer milagro que hizo el Señor Jesucristo, podemos obtener varias lecciones espirituales, es por ello que el tema de hoy se titula: «Llegar a Jesús es ganarse la lotería».

“Jesús les dijo: Llenad estas tinajas de agua. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora, y llevadlo al maestresala. Y se lo llevaron”  Juan 2:7-8.

No solo es un milagro, también es una lección objetiva, el Señor Jesús no solo comunicaba pensamiento divino por medio de palabra, sino también por medio de acciones.

Sabemos que en la Biblia tanto agua como vino, se usan como símbolo del Espíritu Santo.

El milagro de la conversión de agua en vino, también nos está enseñando que el Señor Jesús quiere llenar nuestra vida de gozo, alegría y de júbilo.

Él no solamente quiere darte agua, también quiere convertir tu agua en vino; quiere que tengas el Espíritu Santo como un sello de salvación, poder para tu vida y además convertirlo en gozo y regocijo para tu corazón.

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Dios hoy te dice, convierte tu agua en vino, porque le añades gozo, le añades alegría a nuestra experiencia.

Y Jesús quiere convertir nuestra experiencia en algo exuberante, en algo que impacte, en algo que realmente llame la atención, por lo tanto, convierte tu agua en vino.

Jesús hizo el primer milagro y esto no fue lago casual, algo accidental, algo que sucedió porque si, él calculó y decidió el momento en que iba a empezar su obra.

Este milagro lo hizo en una fiesta, en las bodas de Canaán, este milagro al suceder reanimó la fiesta, ya se había acabado el vino y la fiesta empezaba a decaer.

Los que habían planeado la fiesta para esas horas, las personas deberían retirarse.

Pero el Señor tomó esta situación y lo convirtió en tremenda alegría y todos pudieron probar y degustar del mejor vino de todos.

Hoy Dios quiere hacer lo mismo, quiere reanimar tu fiesta, quiere convertir tu agua en vino.

Para muchos creyentes, el servicio se les ha convertido en algo difícil, y hay quienes creen que, por tener muchos años en el evangelio, son de una clase especial.

Están contentos de lo que Dios hizo en su vida, pero solo tienen agua y Dios quiere hacer algo diferente; hoy convierte tu agua en vino.

La primera vez que recibimos el Espíritu Santo sentimos un gozo muy grande, a algunos les dura días, a otros meses y a otros años.

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Y probablemente ese gozo lo demostrabas mucho mas que lo que hoy se ve en ti y no debe ser así.

Algunos dejan con el pasar del tiempo de alabar a Dos, se limitan a alabanzas mecánicas en medio de los servicios.

La realidad es que deberíamos estar en adoración todo en todo tiempo y en todo lugar, nuestra adoración debería ser continua.

Si los ángeles le alaban todo el tiempo, nosotros también debemos hacerlo.

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Hay quienes creen que el adorar es para los recién convertidos, cuando debería toda la iglesia adorar sin importar el tiempo de conversión y aun mas los antiguos, dando ejemplo a quienes van llegando.

Quien llega a los pies de Jesús, siente que se ganó la lotería, siente que su vida apenas inicia, y es así, es una nueva vida y es el premio mayor llegar a Jesús.

Así mismo es el fervor que se ve en esa persona, las ganas, el anhelo y la pasión, esto debe ser siempre.

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En todos debe permanecer ese ánimo, todos debemos llegar temprano, llegar con anhelo, adorar sin importar quien cante o si hay instrumentos, simplemente adorar.

Quien viene al Señor no mira las cosas negativas de los hermanos o el pastor, nada apaga ese fervor y anhelo.

Por el contrario, todo o ve hermoso porque está en su primer amor, ese amor no debería menguar; todos deberíamos ver lo mejor de nuestro hermano.

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El diablo es el único que no quiere ver a Dios alabado, por ende, debemos demostrar lo que somos y de quienes somos.

Cuando seguimos en ese primer amor queremos que los demás lo sienta y traemos nuevas almas.

Hablamos de Dios y cumplimos la misión, no dejemos que los afanes de la vida nos nublen la visión.

No dejes apagar tu fervor, que nada te quite el gozo del Espíritu Santo, convierte tu agua en vino como Dios quiere que sea.

Por: Thomas Drost

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