Aprende a esperar en Dios
La palabra «conocer’’ es un concepto profundo con mucha connotación, porque una cosa es que alguien distinga a Dios, y otra es que, un hombre o una mujer, conozcan a Dios, hablaremos sobre: «Aprende a esperar en Dios».
Juan fue un hombre que tuvo que reconocer los milagros que Cristo hizo, pues en sus cartas vemos recopilados ocho milagros, que resaltan y reconocen lo que en verdad el Señor puede hacer por sus hijos.
El hombre por naturaleza es frágil, como la hierba, hoy está verde, florecida, pero por la tarde ya no existe, pero el único que hace al hombre fuerte y le da valor se llama Jesucristo.
Por eso, estamos en el tiempo de la gracia, la mejor época de la historia en la que el ser humano alejado del Señor pudiese escogido vivir, porque en el tiempo de los profetas era todo más complicado.
Cristo ha hecho todas las cosas para nuestro deleite, dice la palabra del Señor:
«Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre. ¡Te alabo porque soy una creación admirable! ¡Tus obras son maravillosas, y esto lo sé muy bien!’’ Salmos 139:13-14.
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Si somos creación del ser todopoderoso, de la misma manera él nos ha formado con la capacidad de hacer cosas grandes para su gloria y su honra, todo lo que hoy existe fue creado de lo que no se veía.
No entiendo cómo hay hombres que niegan la existencia de Dios, el mundo está cuidadosamente enlazado para nosotros poder respirar, recibir agua, tener alimentos, y todo esto lo ha hecho nuestro padre celestial.
Por eso, se hace necesario, que entendamos que mientras más conocemos a Dios, tenemos muchas posibilidades de alcanzar cosas grandes y ser más sabios, siempre dándole la gloria a él por todo lo que nos permite hacer.
Dice la palabra del Señor: «Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el’’.
«Que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra.
«Porque estas cosas quiero, dice Jehová. He aquí que vienen días, dice Jehová, en que castigaré a todo circuncidado, y a todo incircunciso; a Egipto y a Judá, a Edom y a los hijos de Amón y de Moab.
«Y a todos los arrinconados en el postrer rincón, los que moran en el desierto; porque todas las naciones son incircuncisas, y toda la casa de Israel es incircuncisa de corazón’’ Jeremías 9:23-26.
De qué sirve entonces la sabiduría, si el hombre no la usa para bendecir la vida de los demás.
Podemos mencionar a Sócrates, Hipócrates, Confucio, solamente lo que alcanzaron a descubrir.
Pero Cristo tiene una iglesia que aunque sencilla, tiene el tesoro más grande, y es la salvación de nuestras almas.
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Por eso, sabemos que un día no muy lejano veremos al Señor Jesús cara a cara, y enjugará Dios toda lágrima que hayamos derramado.
Por una dificultad, por algún problema aquí en la tierra, él siempre ha sido nuestro consuelo, y lo seguirá siendo por los siglos de los siglos.
Los apóstoles y profetas, solo conocieron una imagen y oyeron una voz.
Por eso, ellos tenían que buscar un lugar estratégico y afinar el oído para decirle al Señor: «Habla que tu siervo oye’’.
Vemos también personajes en la Biblia, a los cuales Dios bendijo, pero tuvieron que esperar mucho tiempo para ver los milagros y las cosas que el Señor tenía preparada para ellos.
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Aprende a esperar en Dios.
Por eso, mi hermano, hay que aprender a esperar, porque la espera nos fortalece y enseña a valorar lo que vendrá.
Abraham tuvo que esperar veinticinco años para ver cumplida una promesa que Dios le había hecho, la cual era ver a su hijo Isaac, y cuando se lo dio, del mismo modo se lo pide.
Mi hermano, Dios quiere probarte y saber si en verdad conoces a Dios, porque puede ser que hayas recibido tantos favores del Señor.
Y que él por su misericordia te los haya concedido, pero no conoces al Jesús en realidad.
Por eso, mi hermano, podemos ver en la Biblia, el modo en el que Dios probó a Abraham, pidiéndole a su hijo.
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Dice la palabra del Señor: «Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré’’ Génesis 22:1-2.
El Señor Jesús sabía que Abraham amaba a su hijo, claro, el más esperado y pedido a Jesús.
Porque parece hermano, que cuando le pedimos al Señor y él no nos contesta, nos sentimos tristes.
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Pero le seguimos clamando, y cuando nos da aquello, entonces tendemos a valorarlo más, porque sabemos cuánto nos costó.
Y vemos que Abraham no le puso, pero al Señor, Dice la Biblia: «Abraham se levantó muy de mañana, enalbardó su asno, y tomó consigo dos siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo.
Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos. Entonces dijo Abraham a sus siervos:
Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros’’ Génesis 22:3-5.
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Que bueno que seamos cristianos dadivosos aun ofreciendo aquello que Dios en su infinito amor y misericordia nos ha dado.
Nada tenemos y nada somos, todo es por la gracia del Señor Jesús.
Recuerda que con Cristo podemos siempre, pero no te olvides en darle la gloria en todo lo que hagas, aprende a esperar en Dios, dice la Biblia:
«Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la {gloria} que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo’’ Juan 17:24.
Por: Jesús Rueda