Aprendiendo para enseñar

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Aprendiendo para enseñar

En el proceso de aprendizaje, desde su comienzo hasta su culminación ese proceso está determinado por algunas fases o ejercicios en su desarrollo, oímos, leemos, interpretamos, estudiamos, aplicamos y practicamos. Hoy desarrollamos el tema: «Aprendiendo para enseñar».

El aprendizaje es el cambio de conducta como resultado de la práctica.

¿Somos buenos oidores?

Es indispensable ser buenos oidores, es decir, permitir que se nos enseñe con una mente abierta, dispuesta al diálogo porque a veces abordamos el monólogo bien sea en un sentido o en otro.

Es cierto que llegamos a la enseñanza con una carga cultural y eso para bien o para mal, nos condiciona y en ocasiones nuestras ideas preconcebidas cierran el oído y no permiten escuchar con la claridad y la nitidez necesaria para que esta nos afecte positivamente.

“De oído oiréis, y no entenderéis; Y viendo veréis, y no percibiréis”. 

Hasta qué punto nosotros llegamos con nuestra carga cultural y es tan pesada esa carga, que no nos deja oír que debemos oír.

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Así nos pasa con la enseñanza porque traemos ideas precocinadas o preconcebidas de que esto debe ser de determinada manera.

Por eso en la Biblia dice, que “La palabra de Dios es útil para enseñar, para redargüir”, es decir, para argumentar en contra de nuestros argumentos.

Hay personas que son buenas para hablar y malas para escuchar, la recomendación bíblica es que seamos buenos oidores “todo hombre sea pronto para oír y tardo para hablar”.

¿Somos buenos lectores?

Leer con cuidado es una de las recomendaciones que se nos hacen en el proceso del aprendizaje y justamente por simple y sencillo lo pasamos por alto.

La lectura en nuestro medio es muy pobre y de eso no estamos exento.

Algunos creyentes de nuestras congregaciones leen la Biblia solo el domingo cuando el director del culto lo hace como de costumbre.

Recomiendan los eruditos que uno debe leer un texto varias veces, a veces leemos una sola vez y ya pasamos por alto algunos detalles, tenemos que ser buenos lectores.

¿Somos buenos intérpretes?

Se dice que un buen intérprete es aquel que se ocupa en determinar qué quiere decir el autor y no lo que significa para sí mismo.

A veces nosotros usamos versículos de la Biblia y nos ponemos a decir lo que nunca quisieron decir.

Vea también: Cómo interpretar la Biblia

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El buen intérprete es aquel que tiene en cuenta algunas cosas como el contexto:

  • Histórico
  • Cultural
  • Geográfico
  • Científico

Esto de la interpretación no es para los perezosos porque a veces uno lee la palabra y pasa por encima porque no tiene tiempo o no quiere hacer una sana interpretación.

¿Somos buenos estudiantes?

Siempre leemos con el mismo fin, a veces la lectura es solo devocional, donde se nos habla de manera concreta para el estudio es necesario tener una metodología.

A demás, debe de haber una disposición y algunos materiales, tales como la concordancia, estudios bíblicos y algunos que otros libros de historia.

A uno a veces, le cuesta entender algunos pasajes porque uno no se detiene a estudiar y para estudiarlo es recomendable tener varias versiones de la Biblia para uno poder estudiar es necesario tener una metodología.

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Aprendiendo para enseñar.

A veces nosotros contamos con todos los recursos del internet y se les hace fácil bajar una enseñanza y hasta la predican.

No estamos en contra de que se consulte en internet pero la recomendación es que uno estudie el tema y luego busque por otros autores.

Analizar la estructura del texto, es decir, las divisiones naturales, el sentido que hay en las oraciones, en las frases, los verbos que se repiten.

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Los conectores son importantes porque son como las articulaciones del ser humano es lo que une todo, nos sirve para unir un posición con otra, un argumento con otro, una idea con otra.

Es importante también analizar las principales figuras literarias y determinar si un versículo es descriptivo o prescriptivo, hay versículos que narran un asunto y hay otros que prescriben un asunto.

¿Somos buenos para aplicar la enseñanza?

Hasta qué punto nosotros estamos aplicando lo que enseñamos para poder aplicarla, hay que responder a cada uno de estos interrogantes.

  • ¿Hay verdades que debo creer?
  • ¿Hay desafíos y tareas que debo asumir?
  • ¿Hay promesas de las cuales me debo apropiar?
  • ¿Hay mandamientos los cuales debo obedecer?
  • ¿Hay pecados que debo confesar?

Tiene que ver con personalizar la enseñanza, cambiar los infinitivos, cambiar el Pedro, el Juan de la Biblia y colocar nuestro nombre ahí, convertirnos en protagonistas de la verdad enseñada.

Vea también: Dios me hizo maestro y debo enseñar

Nosotros no somos agentes que estamos aislados de la enseñanza, nos aboca y nos mueve a ser protagonistas de la misma.

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Aprendiendo para enseñar.

Somos buenos para aplicar la enseñanza porque si no la aplicamos somos como aquel que va al médico y no se toma la medicina.

¿Somos buenos practicantes?

El Señor Jesús le dijo a sus discípulos: “Vosotros sois mis amigos si hicieres lo que yo os mando”.

Esto nos hace reflexionar en la necesidad de actuar, de poner en práctica la enseñanza impartida.

Porque en el momento en que la ponemos en práctica es que podemos asumir que hemos aprendido.

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A veces nosotros queremos enseñar sin haber aprendido y nosotros no somos ajenos a la realidad, de que para poder influir en otros tenemos que vivir lo que enseñamos.

El Señor quiere que seamos testigos de la verdad que se nos ha enseñado.

Debemos convertirnos en alumnos aprobados por Dios.  

Esto nos sirve para no repetir las historias pasadas o los errores de antaño.

“Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazones como en el día de la provocación que me tentaron vuestro padre”.

Hubo oidores no hacedores de la enseñanza y lo trae el escritor a nuestro tiempo y nos dice, que no debemos repetir esa historia.

Qué bueno que nosotros aprendamos para vivir lo que se nos está enseñando, Pedro habla de que hay conocimiento con fruto y conocimiento sin fruto y justamente Pedro plantea todo lo que tiene que ver con la verdad de la enseñanza.

Un maestro eficaz es aquel que tiene una postura de aprendizaje, de principiante, nosotros siempre estaremos aprendiendo para enseñar.

En esto de aprender ya empezamos pero no hemos terminado, estamos en proceso.

Por: Fernando López

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