Cómo corregir a nuestros hijos sabiamente

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Cómo corregir a nuestros hijos sabiamente

Pensando en la bendición que tienen las familias, miraremos la responsabilidad de los padres frente a la construcción y formación de los pequeños. Hablaremos del tema: «Cómo corregir a nuestros hijos sabiamente».

Esta responsabilidad va apuntando o señalando a dos direcciones:

  • Como seres humanos: Tiene que ver con la formación de un ser, esos toques para que sea de bien en una sociedad.
  • Como cristianos: Esa formación social debemos direccionarla hacia la vida cristiana, para ello, se requiere el uso de estrategias acertadas.

Existen técnicas, estrategias o formas de llegar a ellos, maneras exclusivas.

En el transcurrir del tiempo han aparecido formas de crianza, pero poco a poco se ha visto como la responsabilidad de los padres ha disminuido y esos valores, esa forma de crianza ha dejado de ser transmitida de generación en generación.

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Vemos niños, adolescentes y jóvenes, creciendo y formándose de cualquier manera, dependiendo de la intervención de una mano extraña.

Todo esto ha traído consecuencias, “Porque los hombres serán amadores de sí mismos, avaros, jactanciosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, irreverentes» 2 Timoteo 3:2.

Muchas veces nos preguntamos cuál será la procedencia de esos hijos, con esas características que menciona la Biblia.

Precisamente esos hijos se forman y se construyen; los niños nacen en blanco, sin formación de valores.

La responsabilidad de los padres es insertar esos valores en los niños; que triste es que existan familias que no tengan un modelo de valores.

Ya que esos hijos en el futuro, no tendrán un modelo de comportamiento y serán un dolor de cabeza para la sociedad.

Cuando Jesús estaba en la tierra y niños se acercaban a tocarle, él los bendecía, pero eso, no definía por completo el futuro espiritual de ellos.

Los padres a su vez debían asociar ese acompañamiento doctrinal, donde ellos asumían la responsabilidad de la instrucción, de la continuidad de la enseñanza.

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Dios hace una parte con su Espíritu, su palabra y sus bendiciones, para que el proyecto de vida de nuestros hijos se pueda realizar, pero la responsabilidad de los padres es fundamental.

Sabemos que el trabajo y las diversas circunstancias en los padres, llevan a los hijos a casas de amigos y familiares como tíos o abuelos.

Estas distintas personas que intervienen pueden ser de ayuda, pero tengamos muy claro que la crianza, los valores y el direccionamiento a una vida cristiana es la responsabilidad de los padres.

Existen unos sistemas emocionales que mantiene la estructura familiar unida; a través de esos hilos emocionales, de esas cuerdas de amor, se da la conexión familiar.

Estando en el Señor, como padres debemos ver cómo podemos ir moldeando o modelando distintas cosas que se presentan en nuestros hijos.

Anteriormente los padres corregían de manera muy radical y algunos llegaban al maltrato emocional y físico, no conocían herramientas para la buena corrección.

Como padres vemos que en la adolescencia muchas veces, esas instrucciones que dimos de niños.

No son suficientes y notamos comportamientos que nos preocupan y nos llevan a recurrir a cualquier estrategia.

Hay un dispositivo inconsciente que se dispara en nosotros, al ver que nuestros esfuerzos no están dando resultados y que no tenemos respuesta.

Todo esto impulsa a la mayoría de padres a usar la fuerza, y no es lo correcto.

La lógica de usar la fuerza es una reacción inconsciente, no procesada, es un comportamiento empujado; al usar la fuerza con nuestros hijos causamos presión.

Entendamos, que en cierto momento de la vida, todos sentimos la necesidad de mostrar nuestra independencia y eso sucede en la adolescencia, para nosotros los padres no es fácil ver esa independencia en nuestros hijos.

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Podemos interpretar ciertos comportamientos como intentos de sobre pasar la autoridad y esto genera una gran dificultad en la relación.

Esos comportamientos debemos interpretarlos como naturales y normales en cada ser humano, es un proceso de individualización que nuestros hijos viven y nosotros también lo vivimos.

Al usar la fuerza, los hijos ven esos actos como injustos y esos hilos de amor que son bases para la estructura familiar, se van rompiendo por esos tensionamientos.

Puede haber agresión en la comunicación, cuando un padre siente que el hijo se le está saliendo de las manos y no sabe como hablar para que su comportamiento mejore.

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Cómo corregir a nuestros hijos sabiamente.

Entendamos que no nos conviene usar formas que interrumpen la buena relación familiar, el propósito de Dios y la vida cristiana.

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” Efesios 6:4.

Debemos tener confianza en el Señor, que esa palabra y esa buena instrucción dará su fruto, en la vida cristiana Dios es el padre de nuestros hijos, confiemos que el obrará.

Esto no significa que mientras vemos malos comportamientos, nos crucemos de brazos y esperemos, no.

Pero no debemos obligar, atacar, insistir, vigilar, cansar y hacer que por nuestras repetidas palabras nuestros hijos sientan fastidio de las correcciones e instrucciones que les damos, debemos ser sabios al corregir.

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En el hogar debe haber reglas y parámetros que se deben cumplir, pero en la vida cristiana.

No podeos pretender que nuestros hijos obedezcan a Dios desde nuestras manos, la vida cristiana es individual, quien convence de pecado es el Espíritu Santo de Dios. Debemos dejar que Dios actúe.

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Cómo corregir a nuestros hijos sabiamente.

Si debemos ser celosos de lo que hacen nuestros hijos, pero que eso no entorpezca la obra que Dios quiere hacer en ellos.

Mientras estemos en esta tierra, la cizaña siempre va a estar, “no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo”.

Nuestros hijos son el trigo, hay quienes ven solo la cizaña, pero debemos por fe, ver la obra que Dios hará en ellos.

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Nuestros hijos diariamente deben exponerse en las escuelas, con los amigos y demás personas, a la maldad de este mundo, pero debemos confiar en que cada palabra y consejo dará fruto.

La responsabilidad de los padres es instruir al niño en el camino,  con amor para que esos hilos se fortalezcan y no se rompan, Dios perfeccionará cada día los pasos de nuestros pequeños.

Por: Elkin Torres

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