Cuando Jesús llega todo cambia

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Cuando Jesús llega todo cambia

“Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” Juan 5:6. Hablaremos sobre el tema: «Cuando Jesús llega todo cambia».

Pero llegó Jesús, cuando el llega las cosas cambian, lo torcido, donde hay tinieblas resplandece la luz.

“La tierra estaba desordenada y vacía, las tinieblas cubrían la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la superficie de las aguas. Y dijo Dios: «¡Que haya luz!» Y hubo luz” Génesis 1:2-3.

La palabra de Dios organiza, restaura, cambia, transforma, libera.

Había una fiesta de los judíos (Un pueblo Hebreo, tan arraigado en su fe, fiel a su creencia.

“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es” Deuteronomio 6:4.

Un pueblo que con todo el respeto, nosotros tenemos unos pasos hacia delante, el que ellos rechazaron, ignoraron.

Lo que ellos no entendieron nos ha sido revelado, ese hombre que se veía como cualquiera de los hombres del común del corriente.

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“Y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos” Isaías 53:2.

Este hombre que por las calles, las veredas, los campos polvorientos la sudó.

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”  Juan 1:10.

Y hasta el día de hoy muchos no le conocen, pero he aquí un pueblo que sabe que el que cabalga sobre las alas del viento es el mismo que cabalgo sobre ese pollino.

“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad; Dios fue manifestado en carne” 1 Timoteo 3:16.

Subió Jesús y aprovechó que había fiesta y cuando hay fiesta hay multitud. Jesús es experto en encajar las cosas, él es preciso, es milimétrico, es certero.

Todo lo que se da en el universo para que se lleven a cabo las estaciones, todo lo hizo perfecto.

Él aprovechó y encajó su llegada a Jerusalén en esta fiesta y subió a Jerusalén.

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Él sabia que había un estanque llamado Betesda que traducido es casa de misericordia”  y había alrededor del estanque 5 pórticos.

Donde yacía multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua.

Jesús es un Dios misericordioso que se duele de ver la necesidad del otro.

Nadie lo había llamado, quizás los demás estaban en el centro de la fiesta, pero mientras los otros estaban en fiesta Jesús se fue donde estaban los que no podían festejar.

¿Cómo se le desgarraría a Jesús, cómo sentiría el dolor, que se fue para donde estaba esa multitud de enfermos en vez de irse para la fiesta? Si a nosotros nos duele el pecador, cuánto más a Jesús.

Un ángel llegaba de tiempo en tiempo y movía las aguas, los enfermos estaban pendientes porque después del movimiento del agua el primero que descendía y tocaba el agua quedaba sano.

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Uno solo de la multitud era el que recibía el beneficio, el Señor Jesús dio permiso solamente para uno.

Jesús encuentra a ese hombre que el había creado al principio sin problemas, sin limitaciones físicas, lo encuentra tirado a la orilla de un estanque. Este hombre mendigaba un poquito de bendición de año en año.

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Cuando Jesús llega todo cambia.

De un momento a otro se sienten unos pasos, que no le temen a la parálisis, a la ceguera, que no respeta pinta, que el mismo diablo huye cuando llega Jesús.

Llega Jesús con su rostro serio en contra del pecado. Rastreo Jesús y miró a ese hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo, quizás era el que peor condición tenía de todos.

La pregunta puede ser incoherente, pero si tiene mucha lógica ¿Quieres ser sano? El enfermo le respondió, no tengo quien me ayude.

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Este hombre pensaba, que quizás Jesús era alguien más del montón, pero no. Jesucristo no es alguien mas de los dioses que hay por ahí, es el verdadero Dios y la vida eterna.

¿No tienes quien te ayude? Sí tienes quien te ayude. Jesús le dijo: “Levántate, toma tu lecho, y anda.”

¿Sabes a que distancia está Jesús de ti? A que con corazón sincero digas como decía aquel ciego “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!”.

El estanque ya es historia porque Jesús vino a cambiar el estanque. Jesús no es amigo del agua estancada, él vino a crear ríos de agua viva.

Pastor: Adriano Mier

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