Debemos crecer en obediencia a Dios
Hay quienes tratan de predicar el evangelio fácil, dicen que solo es importante creer y que no importa cómo se vive, pero sabemos que no es así, por esto, el tema que abordaremos el día de hoy es: «Debemos crecer en obediencia a Dios».
El pastor tiene en sus manos la oportunidad de bendecir la iglesia y también tiene la oportunidad de bloquear la iglesia, ya que es el hombre con la autoridad.
La Biblia lo describe en Apocalipsis como la estrella en la mano derecha del Señor Jesucristo, antes que llegue el mensaje a la iglesia, el Señor lo da a los pastores.
Para que la iglesia reciba la voz de Dios, siempre será necesario el pastor, porque es un compre de y con autoridad.
Si se quiere una iglesia creciente, se necesita un pastor creciente, si el ministro está avivado, el resultado será una iglesia avivada.
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También si se quiere para la iglesia crecimiento y mejoramiento en cada uno de los miembros, el pastor debe estar en crecimiento y mejoramiento personal.
Si el pastor es un hombre de fe, la iglesia será una iglesia de fe, si hay visión en el pastor, habrá visión en la iglesia, si el pastor es de metas, la iglesia será de metas.
Los pastores tienen en las manos la autoridad de bendecir, todo depende como se rindan a los pies del Señor.
La iglesia es el candelero, pero no se encenderá la luz si el pastor no la enciende, él es la autoridad puesta por Dios.
Si se entra en estado de conformismo, de creer que no se necesita más, que es suficiente y se esta bien de la manera presente, hasta allí llegará el tamaño de la iglesia.
Si como pastor, anhelas ser una pieza útil para el crecimiento y mejoramiento personal de cada miembro la iglesia, Dios lo hará y te usará.
Pero no se puede poner solo una parte, todo el esfuerzo y las ganas, todo el intelecto y lo que hay en el corazón, debe estar a disposición del maestro.
El evangelio es sobrenatural, por lo tanto, no cae en las filosofías humanas, cuando el pastor comienza a razonar y filosofar y dejar de lado la palabra de Dios, y a querer enseñar filosofías humanas, está en peligro.
Los pulpitos de nuestras iglesias deben ser Cristo céntricos, solo Dios debe estar en medio de todo lo que se diga y haga; en cada servicio, se debe exaltar solo el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Se debe predicar la doctrina apostólica, el arrepentimiento, el bautismo y la recepción del Espíritu Santo, se debe predicar de cómo vivir en santidad.
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Por eso pablo le dice a Timoteo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” 1 Timoteo 4:3.
Pero la recomendación especial de pate de Dios es: tu sé sobrio en todo.
El pueblo le pidió consejo a Jeroboam, querían dirección de los ancianos.
El pueblo de Dios lo que necesita es dirección, no reacción, hay quienes reaccionan en vez de dirigir y no es así.
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Debemos tener crecimiento y mejoramiento personal en Dios, porque como pastores somos quienes debemos dar esa dirección.
No podemos ser simplemente pastores de reacción o reactivos, que las circunstancias hagan que reaccionemos.
Sansón era un hombre que tenía cosas especiales en Dios, bendición, unción y propósito de Dios, pero si seguimos cada uno de los pasos de Sansón, veremos que fue un hombre de reacción.
Hay que tener mucho cuidado, el Señor nos ha llamado para dirigir su iglesia y eso es lo que debemos hacer.
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Para el crecimiento y mejoramiento personal de cada miembro y de nosotros mismos, debemos hacer lo que Dios nos mande.
Nosotros siempre debemos crecer en el principio de la economía de Dios y esto significa cumplir primeramente nosotros mismos con Dios.
No tendríamos moral espiritual delante de Dios si recibimos los diezmos de la congregación y no somos fieles a Dios con lo que le pertenece en finanza.
Pero cuando crecemos bajo los principios de la economía de Dios.
Él permite que nuestro ministerio se convierta en una tierra fértil y agradable para la gente que está bajo nuestro ministerio.
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También debemos crecer en humildad, Dios no comparte su gloria, y en esta iglesia la gloria y la honra siempre será dada al único que la merece, Jesucristo.
Cuando no hay orgullo ni altivez en nosotros es cuando podemos reflejar la luz de Dios.
Debemos crecer también en obediencia a Dios.
Si hacemos lo que Dios quiere, si seguimos solo su palabra seremos hombres de crecimiento y mejoramiento personal en él y nuestra congregación también.
Por: José Fonseca