Lo que Dios depositó en ti no lo apaga nadie

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Lo que Dios depositó en ti no lo apaga nadie

El avivamiento en nuestra vida no solo debe estar por un momento, debe ser permanente, sea cual sea la situación debe estar en nosotros. Hablaremos sobre: «Lo que Dios depositó en ti no lo apaga nadie».

Somos seres humanos, tenemos problemas y dificultades, a veces estamos tristes y otras preocupados, pero aun así, el avivamiento en nuestra vida debe ser constante.

El avivamiento no es por un momento, el avivamiento es tener a Dios metido en el corazón pese cualquier circunstancia; pase lo que pase, debemos recordar en quien hemos creado.

No debemos depender de nadie para estar en avivamiento, no se trata de ambientes, no se trata de lugares, se trata de nuestra disposición.

El avivamiento que Dios deposita en nosotros no lo apaga nada ni nadie.

Muchos tildan a Jonás de desobediente, y si lo fue, Dios le mandó a predicar en un lugar su palabra y él decidido irse a otro lugar.

Pero más que desobediencia era que Jonás conocía lo misericordioso y perdonador que era Dios.

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Jonás sabía que Nínive era un pueblo malvado y humanamente podía no querer que Dios obrara en ellos, pero Dios es así, cumple sus propósitos.

Por mas rebelde que sea un corazón, cuando Dios lo llena de avivamiento, el avivamiento lo persigue, así como pasó con Jonás.

Ese avivamiento y ese fuego de Dios en nuestras vidas no se puede apagar, así alguno no quiera, así muchos decidan irse, no se apagará.

“Reconoced que Jehová es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado” Salmos 100:3.

Estamos condenados a o disfrutar el pecado, no somos del mundo somos de Cristo y no hay nada mejor que eso.

Jonás corría a Tarsis, huyendo del avivamiento y el avivamiento lo llevaba en su corazón, es que el avivamiento en nuestra vida no se puede apagar, ni se puede ocultar.

Un fuego dentro del agua se apaga, pero a Jonás lo tiraron a las aguas y aun así ese fuego estaba en él vivo.

Cualquier situación que enfrentemos puede representar el agua que nos quiere apagar, pero el fuego del Señor es imposible de extinguir.

En el fondo del mar, había un gran fuego que ardía en el corazón de un hombre, porque el avivamiento en nuestra vida viene de Dios, no hay pruebas, luchas o fuerzas que lo apague.

Jonás llegó a Nínive porque así Dios lo quiso y así sucedió, en ocasiones sentimos no leer la Biblia, no orar, no ir a la iglesia, pero no es por lo que se siente, sino por lo que se cree.

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Lo que Dios depositó en ti no lo apaga nadie.

Al recordar en quien creemos solo nos queda glorificar, eso es el avivamiento.

Predicó Jonás enojado pero el avivamiento seguía en él, allá a donde no quería ir terminó llegando.

“¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?”  Romanos 9:21, es como Dios quiera.

El rey de Nínive al escuchar el mensaje de Dios, ordenó ayuno y se humilló, pidió misericordia y Dios los perdonó.

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“Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia” Salmos 103:8.

Para tener avivamiento no importa el cargo que tengamos en la iglesia, no es donde me ponga Dios, sino ponerlo yo como lo primero en mi corazón.

El avivamiento en nuestra vida no debe ser como lo eran los escriban, que sabían mucho de la palabra porque leían y escribían de esta, pero no vivían la palabra en su corazón.

Seamos cristianos discípulos, esos que viven como su Señor, así debemos ser.

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Lo que Dios depositó en ti no lo apaga nadie.

Las pruebas que Job pasó fueron muy fuertes, pasó de tener todo lo material, a perder hasta la salud física, y aun así nunca se apagó su avivamiento.

Claramente el avivamiento de Job no dependía de nada externo, él sabía en quien era Dios.

“Dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” Job 1:21.

Pasamos por la casa del alfarero para que nos perfeccione, el dolor, la angustia, los procesos son duros.

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Pero que el avivamiento siga en tu vida, reconociendo que Dios es quien permite todas las cosas para nuestro beneficio.

Deja que Dios trabaje en tu vida, cuando se aprende a estar en avivamiento pese a cualquier dificultad, se entiende el propósito de Dios.

Digamos ante las luchas “Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación” Habacuc 3:18.

Pastor: Juan Carlos Soto

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