La salvación es por gracia

La mamá de los hijos de Zebedeo, se le acerca a Jesús y le hace una petición un tanto descarada. Hablaremos sobre: «La salvación es por gracia».

Quería que sus dos hijos se sentaran con él en su reino, uno a su derecha y otro a su izquierda, eso es tener ambición por el reino.

 “Jesús le responde: el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre” San Mateo 20:23.

Y esto Jesús lo responde así, ya que él estaba hablando como hombre y siendo hombre a él no le correspondía esto.

Dios nos ha concedido la bendición de disfrutar de su presencia, de disfrutar de su gloria.

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Esta iglesia ha visto la gloria de Dios manifestada de muchas maneras, hemos visto a Dios sanando, obrando, salvando, justificando, haciendo muchos milagros.

Eso es aquí en la tierra, pero sabemos que no es nuestro lugar, porque nuestro lugar está en los cielos, nuestra ciudadanía es celestial; por eso, debemos tener ambición por el reino, por alcanzar los cielos.

Los hijos de Zebedeo eran pescadores y habían dejado todo por Jesús, cuando Dios llamó a Juan, él era un adolescente, Dios le dijo, que lo siguiera y él lo hizo.

Donde estaba Jesús, allí estaba Juan, esto nos lleva a reflexionar algo en lo que a veces caemos, en decir, que hay edades difíciles para seguir el camino de la salvación.

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No hay excusa, un adolescente, un joven, puede seguir a Jesús; la edad no es algo relevante, simplemente basta un corazón que quiere y que esté dispuesto a seguir a Jesús.

Vemos como la Biblia cuenta, que esa madre tenía ambición por el reino, ella intercede por sus hijos y pide por ellos.

La Biblia menciona, que nosotros somos hijos de Raquel, de esa mujer que Dios redimió y ella misma intercedió por sus hijos para que estos estuviesen en el reino de Dios.

Raquel había sido una mujer que no había podido tener hijos, pero se los pidió a Dios y él la escuchó y se los regaló.

Ella tiene a su primer hijo, pero al tener su segundo hijo Raquel murió.

La Biblia también menciona, que el pecado entró por un hombre y así mismo todos estábamos destituidos de la gloria de Dios.

Esa serpiente había inyectado el veneno letal del pecado en el calcañar de la mujer.

Esta iglesia es esa madre que intercede por la salvación de cada uno de nosotros, sin importar la condición o que creamos que hay casos perdidos, entre los jóvenes o entre los hermanos, Dios es quien tiene la última palabra.

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Debemos como iglesia, tener ambición por el reino de los cielos, y debemos querer e interceder por nuestros niños, jóvenes, adultos y ancianos.

Busca, ora y clama por un hermano que sepas que no está bien, así como la madre de los hijos de Zebedeo intercedió.

Sigamos intercediendo por cada una de las personas integran este glorioso cuerpo.

Esta iglesia debe estar unida, mediando por la salvación de cada uno de sus integrantes.

Recordemos, que somos uno en Cristo.

Por: David Parra